Mercado laboral

El 'boom' de las opositoras

El empleo público se revela como un oasis de estabilidad laboral, buenos horarios y salarios cada vez más competitivos

Las mujeres copan buena parte de los procesos selectivos 

Cintia Royo imparte una clase de formación de Magisterio en Aragonesa de Educación

Cintia Royo imparte una clase de formación de Magisterio en Aragonesa de Educación / ANDREEA VORNICU

A. R.

Un trabajo estable, con un salario más que decente y, sobre todo, con un buen horario. Ese es el tridente mágico que atrae a muchos, sobre todo muchas de las que, al margen de las profesiones vocacionales, se animan a rodearse por un tiempo (nunca definido) de apuntes y preparar una oposición a la administración pública.

La ola de la «gran renuncia», observada primero en Estados Unidos a raíz de la pandemia, cuando muchos trabajadores decidieron dejar sus empleos y cambiar de aires puede explicar también otras ondas expansivas como las que deja la creciente negativa a ocupar determinados puestos del mercado de trabajo que exigen sacrificios que muchos ya no están dispuestos a asumir. 

Como hace años que del sector privado ha desaparecido en gran medida aquello del «trabajo para toda la vida», la estabilidad en muchos casos se encuentra ahora en la acera de enfrente, allí donde un gran esfuerzo temporal puede dar acceso a un horizonte de seguridad. 

La demanda expectante sale al encuentro de una oferta creciente que las diferentes administraciones públicas vienen poniendo en marcha en los últimos años empujadas por las sucesivas advertencias de Europa sobre las elevadas cifras de interinidad del sector público español, que están en el entorno del 30%, un porcentaje demasiado alejado del compromiso del Gobierno de España con Bruselas de reducir esa tasa al 8% en 2025. 

El ‘boom’ de las oposiciones se alimenta de las grandes cifras que dejan las diferentes Ofertas Públicas de Empleo, pero el contexto y la letra pequeña aclaran su envergadura real: «Hay una oferta de empleo público un poco más dimensionada tras vivir muchos años sin OEPs porque los gobiernos establecieron tasas de reposición cero durante muchos años, los gobiernos del PP todos, lo que ha generado una situación de temporalidad exagerada que ahora nos vemos obligados a atajar por Europa y por la Ley 20/21 de medidas urgentes para la reducción de la temporalidad en el empleo público», explica Alicia Hernández, secretaria general de la Federación de Servicios Públicos de UGT en Aragón. 

Por eso considera la responsable sindical que «el aluvión de plazas no es tal» y lo explica: «El ‘boom’ genera una expectativa maravillosa para el empleo joven, pero no está la situacion todavía para eso porque hay mucha gente con muchísimos años de antigüedad en la Administración, los interinos, y la Ley 20/21 les ha puesto el proceso selectivo bastante a su servicio», advierte. 

Raquel, opositora de la academia CEAP durante un repaso

Raquel, opositora de la academia CEAP, durante un repaso / ANDREEA VORNICU

Tampoco ve una gran ola de opositores Enrique Ortega, director del Centro de Estudios para la Administración Pública (CEAP), que prepara oposiciones para las tres administraciones de todos los niveles: «Ahora hay más plazas repartidas aquí y allá entre las diferentes administraciones, pero al final son las cifras habituales de 4.000-6.000 opositores que van presentándose a las diferentes pruebas que se convocan. Ya me gustaría que hubiera un ‘boom’, pero no termino de verlo», confiesa. 

La razón le parece obvia: «Ahora puede haber más plazas en disputa, pero no te las van regalar y en una oposición compites y no hay tantas personas dispuestas. Al final, y sobre todo en las escalas más bajas, son los mismos que se van presentando a las que convoca el Ayuntamiento, la Diputación Provincial...»

Lo que sí detecta el sector es un aumento de la edad media de quien se adentra en una oposición: «Aquí contamos con dos perfiles muy claros, cuenta Cintia Royo, directora de Aragonesa de Educación, centro especilizado en oposiciones del sector educativo, están los recién llegados de la facultad, cuya salida natural es la oposición, y gente mayor de entre 40-50 años que estudió una formación en su momento y, pasados varios años trabajando en el comercio, por ejemplo, cansados de turnos rotatorios y de trabajar los fines de semana, buscan estabilidad y un trabajo que será de lunes a viernes», explica. 

Desde CEAP, Ortega establece la siguiente regla: «A niveles más altos, la edad media baja, con jóvenes que viven con sus padres y pueden dedicar 8 y 10 horas, mientras que en los C1 C2 la media sube con perfiles que compatibilizan un trabajo, familia... en conjunto tendremos una media de 30 años». 

Hay parámetros que presentan realidades «aplastantes». Por un lado, la sobrecualificación de los aspirantes a las escalas C1 y C2, auxiliares administrativos en gran medida. «La oposición es reflejo de tu situación personal y lo mismo ocurre en el mercado de trabajo», apunta Ortega. El otro, muy, muy claro, indica una acusada mayoría de opositoras. «Estaremos en más de un 80%-20% en favor de ellas. La Administración acabará siendo terreno casi exclusivo de las mujeres, en todos los niveles y profesiones, incluso en tareas antes poco frecuentes como la de funcionario de prisiones, en la que ahora entran más mujeres que hombres», detalla Ortega.  

Al margen de clichés y generalizando (no demasiado), desde el otro lado se constanta una mayor capacidad de esfuerzo y sacrificio de ellas, su mejor organización...

En el sector educativo no es ninguna novedad la preponderancia femenina, lo que sí destaca es el perfil de muchas de las aspirantes: mujeres que son madres, tienen un empleo y dedican el poco tiempo que les sobra a sacarse una oposición. «Dicen orgullosas el esfuerzo que ha requerido obtener una plaza, a veces estudiando de madrugada o levantándose muy temprano para poder llevar la oposición al día»,destaca Cintia Royo. 

No la conoce, pero parece que esté hablando de Patricia (41 años). Trabaja como interina en un ayuntamiento, es madre de un hijo y cada jornada retuerce el reloj para sacarle horas a la vida con las que poner su nombre a una plaza de técnica de Administración general de la DPZ (A1). «De lunes a viernes me levanto a las tres de la mañana a estudiar, voy a trabajar, recojo a mi hijo y aún hago un repaso luego de leyes hasta que sobre las 21.00 horas nos vamos a dormir; lo tengo todo cuadrado», repasa. 

Idéntico perfil el de Laura (35 años), opositora de magisterio en Aragonesa de Educación, madre de una niña de dos años. «Para mí, el tiempo es oro y en casa he dejado claro que tengo una oposición y que necesito un tiempo diario para preparar el temario a base de escribir mucho y memorizar, con los materiales que me sirve la academia y los esquemas, las introducciones y la adaptación que hago de las leyes», comparte. 

También tiene 35 años Raquel, interina en el INAEM que lleva tiempo detrás de la plaza de técnica medio de gestión de empleo (A2). Salió escaldada del sector privado y ahora ha puesto todas sus energías en este reto al que dedica las tardes en CEAP. Su pareja también oposita, lo que ve «una ventaja» por aquello de que «a un opositor solo le comprende otro opositor». Y tiene muy claro qué hay detrás de su empeño: «Solo el sector público garantiza la conciliación, las reducciones de jornada, la flexibilidad horaria... ahí no está mal vista como en el sector privado: Yo quiero ser madre y ya lo he estado aplazando un tiempo», declara muy firme. La misma convicción que muestra Beatriz (49), detrás de una plaza de Correos (personal fijo, que no funcionario) en un proceso de seleción que incluye un examen y un concurso de méritos. «Las horas de estudio deben ser efectivas. porque hay veces que no tienes ganas y solo pasas las hojas, por eso la planificación tiene que ser flexible, siempre habrá contratiempos», considera. 

Unas y otros lanzan recomendaciones al aire al futuro opositor. Se escucha: «Esto es una carrera de fondo», «no menos de un año pese a la urgencia que se ve ahora», «con un trabajo de jornada partida lo veo imposible», «no es cuestión de inteligencia, sino de perseverar», «la primera vez es suspenso, pero resulta muy útil para aprobar».

"Constancia, organización y ánimo"

Ni la academia con mayor porcentaje de aprobados ni el método de estudio infalible, si es que existe, servirán de mucho si el opositor no se convierte en un disciplinado estudiante que integra el temario como una rutina más de su vida diaria. Quienes se guían por un método de estudio, el que sea, parecen iluminados a ojos de los que bracean como nadadores a punto de ahogarse en un mar de apuntes.

«Yo aplico mi propio sistema de vueltas con repaso de los temas», explica Patricia, inmersa en dos procesos de técnico de administración eneral para la DPZ (A1), un concurso-oposición y otro de oposición libre. En este segundo, tiene por delante 120 temas repartidos en cinco bloques de los que no puede descartar ninguno. Las pruebas consisten en un primer test de cien preguntas, un ejercicio de desarrollo de cinco temas obligatorios en cinco horas y la redacción de dos informes con propuesta de resolución sobre dos supuestos prácticos. 

Dos opositoras atienden a una explicación

Dos opositoras atienden a una explicación / ANDREEA VORNICU

«Me ha costado más de seis meses montar el temario y algún tema lo he roto 15 veces», reconoce aliviada tras completar una tarea para la que recomienda «sintetizar» e introducir diversos elementos para «resaltar sobre el resto». 

Para Beatriz, a punto de saber si ha conseguido su ansiada plaza en Correos, su método de estudio se ha fraguado con muchos consejos pescados en redes sociales y entre compañeros de la oposición, además de un curso de alto rendimiento para opositores que imparte la coach aragonesa Úrsula Campos. «Cuando conseguí con mucho esfuerzo el nivel de inglés que puntúa me di cuenta de la fuerza que tengo», comparte. La clave, a su juicio, no estaba lejos: «Si te decides por algo y te convences, la mente te empuja y te hace estar motivada y cuando tienes bajones reaccionas diciendo no pasa nada». 

Tanto Patricia como Beatriz recalcan la necesidad de ser constantes, planificar el tiempo de estudio para este sea realemnte efectivo y no un «pasar de páginas» y asumir que «habrá contratiempos». Y ambas destacan la importancia de trabajar manejando el contenido que han de aprender: Patricia en un ayuntamiento y Beatriz en la entidad pública de reparto postal.