Experimento en la ciudad

Un conductor de Uber en Zaragoza: "Gano 1.200 euros al mes por 8 horas al día"

Este diario realiza su primer trayecto después del estreno de la multinacional en la capital aragonesa, que no ha estado exento de polémica y expectación

Recogida 8 El coche de Uber llegando a la calle Hernán Cortés. | EL PERIÓDICO

Recogida 8 El coche de Uber llegando a la calle Hernán Cortés. | EL PERIÓDICO / Judit macarro

Judit Macarro

Judit Macarro

Zaragoza es moderna y, en su empeño por demostrar que la cuarta ciudad de España no es cualquier cosa, la capital de Aragón trae (por fin) a sus calles el servicio de transporte Uber. Como un taxi, pero más económico. Ponerse al día le ha costado un par de años frente a Madrid y Barcelona, donde los ciudadanos disfrutan de este servicio low cost desde 2014.

Para poder acceder a este método de transporte solo hace falta seguir unos pequeños pasos, quizás no aptos para aquellos que no controlen las nuevas tecnologías. Primero, descargarse la App de Uber, introducir el número de teléfono y de tarjeta para hacer los pagos. Después, como si de GoogleMaps se tratara, el usuario debe poner el destino de salida y de llegada. Por último, con un ¡clic! y en tan solo unos minutos el coche le recoge a uno donde ha indicado.

Para ser exactos, ocho minutos tarda en llegar el coche a la calle Hernán Cortés. Siete minutos fuera de lo permitido por la licencia de VTC (Vehículos de Turismo con Conductor), que establece que debe transcurrir al menos 15 minutos desde la demanda del cliente. Claro que, tras una demora de 20 minutos hasta ser atendidos por la aplicación, colapsada con las demandas del primer día, la espera pasa de sobra lo permitido por la ley.

Carmen (cuyo nombre es ficticio) es la conductora que más cerca se encuentra del punto desde el que se ha pedido el Uber. Y el coche es un Toyota Corolla que huele a nuevo nada más subirse en el. «Casi da pena estrenarlo con este tiempo», lamenta al arrancar dirección a la Estación Delicias, el destino elegido.

Los cristales del Toyota se empapan de gotas, pero que llueva a mares es una de las causas de la alta demanda de Uber durante la mañana de ayer, además de por su ansiado estreno. «No hemos parado de recibir solicitudes de clientes. Ha sido un comienzo muy bueno y solo llevamos 24 horas», señala la conductora, quien en su misión por que el cliente tenga una experiencia de cinco estrellas se asegura de que la temperatura esté a gusto del consumidor: «¿Tienes frío? Si quieres lo apago, ahora que los cristales ya no están empañados», dice.

En el caso de Carmen, conducir siempre le ha gustado. «Con 18 años me saqué el carné en Madrid, donde nací», explica. Una pasión que realiza cumpliendo a rajatabla los límites de velocidad y las normas de conducción por la ciudad, sin pasar de 50 kilómetros por hora y frenando cuando el semáforo se pone en ámbar. «Vamos a ser buenos», comenta mientras para en uno de la avenida José Anselmo Clavé.

Menciona que, por el momento, la mayoría de clientes tiene un perfil joven y que los pocos que superaban los 40 años «venían acompañados de sus hijos, que eran los que habían pedido el Uber». Todavía quedan guerrilleros que huyen de las aplicaciones móviles y se decantan por una llamada de teléfono a un taxi, aunque salga un poco más caro.

El viaje continúa en unos asientos muy cómodos exactamente iguales a los de cualquier coche, pero con olor a nuevo. Al pasar por una clínica dental, a Carmen le llega un recuerdo de su anterior trabajo, del que prefiere no hablar a excepción de decir que «la vida es complicada». A pesar del amargo recuerdo, parece contenta con su nuevo trabajo. «Gano 1.200 euros, los extras por cliente a parte, y trabajo ocho horas, con una hora de descanso entre medias», explica. Su turno es de mañanas. «Empiezo a las 6.00 horas y acabo a las 15.00 horas», añade.

De nuevo, en su preocupación por que todo esté perfecto, Carmen ofrece uno de sus caramelos mentolados. «Si quieres puedes coger uno, a mi me vienen muy bien para la tos», asegura.

Tras una breve confusión en una de las salidas de la avenida Ciudad de Soria, el coche llega a su destino. En tan solo 15 minutos. Carmen aparca frente a la entrada de Delicias junto a la puerta que da acceso a la zona de autobuses, en la calle Miquel Roca i Junyent. En total 5,49 euros , que se pagan a través de la aplicación por un viaje breve, cómodo y en buena compañía. ¡Ah, sí! Y con un caramelo mentolado de regalo.