Teruel

Seis meses del derrumbe en Teruel: así se vive a escasos metros de un hogar convertido en escombros

El PERIÓDICO reúne a las familias del edificio en ruinas de la calle San Francisco

Seis meses después siguen a la espera de conocer por qué sus casas acabaron hechas añicos

Isidro Navarro, Esther Martín, Maribel Carretero, Isabel Félez, Pilar Catalán y Teresa Pellón, vecinos del edificios en ruinas de Teruel.

Isidro Navarro, Esther Martín, Maribel Carretero, Isabel Félez, Pilar Catalán y Teresa Pellón, vecinos del edificios en ruinas de Teruel. / I. MARÍN

Inma Marín Soriano

Inma Marín Soriano

El pasado 13 de junio la vida de Isidro Navarro, Pilar Catalán, Teresa Pellón, Esther Martín, Maribel Carretero e Isabel Félez cambió para siempre. El edificio número 21 de la calle San Francisco de Teruel se derrumbó y con él también cayeron sus hogares y todo lo que había dentro. El viernes 9 de junio, Javier Carbó y Elvira Martín, hoy portavoces de la Plataforma de Afectados Calle San Francisco, se personaron en el ayuntamiento para notificar al concejal de Urbanismo, Juan Carlos Cruzado, que en sus garajes estaba entrando agua desde hace varios días. Ambos alertaron de la gravedad de la situación, a lo que el Cruzado contesto "tranquilos que el edificio no se cae". Días más tarde el edifico se desplomó.

Teresa Pellón fue la primera en sufrir las consecuencias. El suelo de su casa comenzó a desplomarse e inmediatamente salió a alertar a los vecinos. La presidenta de la comunidad del bloque, Humildad, fue la encargada de hacer una ronda por todos los pisos para evacuar el edificio lo antes posible. Cuando llegaron los efectivos de la Policía Local y los bomberos estaba prácticamente vacío, salvo por las mascotas, muchas enterradas bajo los restos. El perro de Maribel, por suerte, fue rescatado.

A las cinco en punto de la víspera del 13 de diciembre, justo seis meses después del fatídico día, los vecinos se dieron cita en el Óvalo para contar su historia a EL PERIÓDICO DE ARAGÓN. Caminan por la calle de San Francisco hasta llegar al callejón de El Gato al que se accede por unas escaleras que llevan hasta la parte trasera de los escombros. «Este callejón da miedo, hay muchas grietas», comentan Pilar y Esther. El grupo de vecinos llega hasta un mirador donde el paisaje es desolador. Escombros, enseres, colchones, tierra y nada más… eso es lo que queda de su hogar.

La máquina excavadora utilizada para hacer el desescombro del edificio derruido.

La máquina excavadora utilizada para hacer el desescombro del edificio derruido. / I. MARÍN

El grupo se repliega y sube las escaleras para llegar hasta la puerta de su antigua casa. No se puede acceder porque está vallada y los operarios trabajan con la excavadora para retirar los escombros y hacer el supuesto cribado que prometió el Ayuntamiento de Teruel para recuperar sus objetos. «Nos dijeron que podríamos recuperar algunas cosas», comentan los vecinos. Lo que no sabían es que el pasado sábado se encontrarían en una nave llena enseres, donde tuvieron que rebuscar para encontrar sus pertenencias, todas revueltas y depositadas sin piedad sobre el suelo.

En la calle de la catástrofe los vecinos se aproximan hasta la zona que no está vallada. A escasos metros un operario de la obra sale a decirles que no pueden sobrepasar la zona que delimita la valla. «Es nuestro hogar y tenemos todo el derecho a pasar», exclama Isidro. El grupo le pide explicaciones al operario que resulta ser uno de los encargados.

- «¿Por qué nos presentasteis nuestros objetos así, todos revueltos?», le pregunta Pilar.

-«¡Fue indignante!», exclama Teresa.

«No son formas»

El responsable asegura que para ellos también fue duro y que avisaron al ayuntamiento de que esas no eran «las formas de proceder». Ante la tristeza de los vecinos, el responsable les asegura que esa situación «no se volverá a repetir» y que la próxima vez se encontrarán sus objetos en bolsas y sin tener que rebuscar entre los escombros. Tras una larga conversación con el encargado y unas promesas que están pendientes de cumplirse, el grupo decide marcharse y comenzar a rememorar lo que han sentido desde aquel trágico día.

«Mi experiencia a lo largo de estos seis meses ha sido nefasta porque hemos tenido que estar con médicos, con psicólogos, en tratamiento… la impotencia que tienes de ver que no nos están atendiendo como Dios manda es muy grande. Yo lo único que puedo agradecer a nuestro ayuntamiento es que tengo un techo donde cobijarme, pero por lo demás, nada», explica Pilar Catalán, antigua vecina del 1ºC. Y es que el consistorio proporcionó un lugar para dormir la noche del desastre y ayudas económicas para sufragar los alquileres. Sin embargo lo único que todavía no han ofrecido es una respuesta sobre las verdaderas causas del hundimiento.

De la verdad a las soluciones

«Nosotros lo que pedimos es que se nos haga visibles que nos pongan soluciones porque esto de quedarte sin vivienda se traduce en perder tu vida entera y nos están metiendo el dedo en la herida que llevamos todos. Solamente confío en mis vecinos, no en la gente que nos representa a nivel político. La unión con ellos es lo único que he sacado bueno de esto», explica Pilar.

A día de hoy los vecinos siguen sin tener los informes pertinentes sobre el derrumbe. «A nivel público, todos son cosas buenas. Dicen que se han reunido con nosotros pero por detrás hacen lo que quieren», lamenta Teresa refiriéndose al ayuntamiento de su ciudad. «No han proporcionado las pruebas a tiempo, no dejan entrar a nuestros técnicos y eso que es lo que acordamos con ellos en las reuniones», reclama Esther, quien además explica que se enteraron del desescombro a través de la prensa.

VÍDEO | Momento del colapso de un edificio en Teruel

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En busca de la verdad

Lo único que quieren los vecinos es saber la verdad pero, dicen, el Ayuntamiento de Teruel se resiste a ello. «Ya no sabemos si es la causa porque yo no soy técnico, o el problema viene de una acequia que había antiguamente por la calle. Lo único que queremos es que los técnicos del ayuntamiento nos digan la verdad y a los que tenemos nosotros les dejen trabajar. Ya sabemos que en los informes tanto de aguas como del consistorio no nos van a decir la verdad. Se juegan mucho dinero por lo que, a mi juicio, tendrán que hacer unos informes favorables a quienes les pagan», explica Isidro.

Este es el estado en el que quedó el número 21 de la calle San Francisco de Teruel

Este es el estado en el que quedó el número 21 de la calle San Francisco de Teruel / EFE | ANTONIO GARCÍA

Los vecinos siguen consternados por lo ocurrido y siguen luchando día a día para que se haga justicia. «Lo que quieren es hundirnos tanto psicológicamente como físicamente. Llevamos un desgaste muy grande y las familias solo queremos que digan la verdad. En esa calle taparon arquetas y hubo averías. Desde el ayuntamiento han hecho informes y han metido cámaras por los desagües, ellos sí que tienen los documentos, pero no nos los quieren dar y nos los merecemos porque los pagamos entre todos los ciudadanos», reclama Isidro.

Por otro lado, las consecuencias del derrumbe, aseguran los vecinos, se están notando en las zonas aledañas. Desde la propia Escalinata, que presenta oquedades, hasta la calle San Francisco y la avenida Zaragoza. «Pronto llegarán los medievales y habrá muchos turistas deberían actuar ya para no tener que lamentar ninguna pérdida humana», reclama Pilar.