LA REVUELTA DEL SECTOR PRIMARIO

El 'asedio' de los tractores a La Aljafería visto desde dentro del Pleno

El Pleno de las Cortes de Aragón cae en el olvido ante el asombro general por los agricultores

Las protestas de los agricultores llegan a las puertas de La Aljafería

Las protestas de los agricultores llegan a las puertas de La Aljafería

Sergio H. Valgañón

Sergio H. Valgañón

O «secuestro» o «sitio» o «no se puede salir» o «estamos rodeados». O reunirse o rechazarlos o «que los echen» o «así no se hacen las cosas» o «esto es un ataque a la democracia». O nerviosos o tranquilos o como buenamente se pueda. Dentro de las murallas del palacio de La Aljafería, la crónica de un día para la historia de las Cortes se vive con muchos vídeos, muchas fotos y mucha imaginación. 

La locura se hizo dueña de los pasillos del palacio al ver cómo un tractor atravesaba el puente principal. No es lo habitual, claro, en un pleno descafeinado como el de ayer con un suflé por los suelos tras el alto voltaje durante la comparecencia del presidente. Sin mucho lío político y con ningún anuncio reseñable, los bombos y las bocinas de los agricultores se ganaron el centro de atención de los allí presentes.

Del cuerpo de seguridad los primeros, que corrieron por los pasillos del palacio en busca de una tranquilidad que no aparecía. La sala de videovigilancia no hacía caso a su cartel de «mantengan la puerta cerrada» y el jefe de seguridad y un miembro de la Policía Nacional coordinaban el inicio de un operativo que no tendría final hasta casi cuatro horas después. 

https://www.elperiodicodearagon.com/aragon/2024/03/01/directo-tension-aviva-protesta-campo-aljaferia-zaragoza-98872695.html

Primera decisión: cerrar todas las puertas. Imposible salir del palacio e imposible entrar, si es que alguien más allá de los agricultores lo pretendían. Todos los accesos cerrados a cal y canto y muchas carreras por llegar antes que los ujieres a las puertas. Había prisa entre parlamentarios y visitantes, pero no fue posible. Oficialmente, durante cuatro horas, había un encierro.

Cuando la gran puerta de madera que hace de entrada principal se cerró, se comenzó a explicar lo que estaba pasando. La decena de turistas asiáticos que creyeron que las Cortes de Aragón eran un buen plan de viernes por la mañana no terminaban de entender lo que estaba pasando. En los vídeos de las murallas que estos jóvenes orientales guardaran en sus teléfonos móviles se oirán de fondo bombos y petardos. ¿Les preguntarán por las recreaciones medievales en la capital aragonesa?

Más al tanto de la actualidad estaban los adolescentes que recorrían junto a sus profesores los pasillos. Solo querían conocer la parte artística de la casa y el desarrollo de una jornada habitual de pleno. Discusiones internas: «¿Vamos fuera a ver cómo la lían los agricultores o preferís que veamos cómo es La Aljafería?». Delegado de clase, o líder de grupo, de poco valió: visita rápida por el palacio y huida por detrás, rumbo al instituto. 

Y entre los parlamentarios, pues de todo un poco. Algunas risas irónicas, ante lo increíble de la situación; estudio de las preguntas al Gobierno y de sus correspondientes respuestas, porque la actividad parlamentaria no cesó, y recuerdos de jornadas parecidas, «como cuando tuvimos que saltar a los taxis porque los mineros consiguieron entrar a La Aljafería». Entonces era 2021 y al mando de la nave estaba José Ángel Biel. Tiempos pretéritos.

Corrillos y pasillos

Los portavoces parlamentarios formaban corrillos con aire oficial discutiendo por la respuesta política. A ratos, por los pasillos, huyendo de oídos atentos y en busca de una solución clara que estaba en manos de las autoridades policiales y no tanto de las políticas. El consenso, al menos en situaciones cercanas al surrealismo, sigue presente en el Parlamento aragonés. 

Pasaba la hora del almuerzo y en la cafetería avisaban de que no habría comida para todos. Los más rápidos optaban por las cañas de cerveza y por los cafés. Los nervios no acaban con la sed.

En dos semanas vuelve el pleno. Con tranquilidad, sin tractores. Con las murallas y las trincheras, de nuevo, solamente ideológicas.