POLÉMICA POR EL NUEVO RUMBO EN INMUEBLES EMBLEMÁTICOS

La ‘crisis cultural’ en Zaragoza: apuesta ideológica o "excusa"

La supresión de la programación en la Harinera o Etopia y el silencio sobre el futuro de esos edificios genera dudas sobre el interés o el uso posterior que se les dará

La Harinera.

La Harinera. / Ángel de Castro

David López

David López

Los últimos movimientos dados por el Ayuntamiento de Zaragoza en materia cultural han conllevado protestas contra la responsable del área, Sara Fernández, por parte de unos colectivos que ya alzan la voz en la calle. Lo hacen para reivindicar la programación de cercanía que ha dado vida a edificios que durante años han estado en el olvido o rechazar, como en el caso del festival Eifolk, que solo una cuestión ideológica pueda justificar que se diga que se elimina porque con 33 años en escena ya cansa. Es lo que dijo la alcaldesa de la capital aragonesa, Natalia Chueca, a la que se le recrimina seguir la estela de Huesca con el festival Periferias y el dictado de Vox.

Pero ya hay colectivos, con los que ha hablado este diario, que se preguntan si este ataque a la programación cultural más modesta es solo la «excusa» de un plan de otra índole. Y si los recortes solo quieren despejar el horizonte a otros intereses económicos. Y si, en definitiva, lo realmente importante es el para qué y el para quién y no el qué o contra quién. Todo, atando cabos, está llevando a algunos actores de la vida vecinal a sospechar. El modus operandi con Etopia o la Harinera puede ser el mismo que con el desalojo del Luis Buñuel y de la programación que incluía con los colectivos que le daban vida. Se desaloja, en este caso para crear un centro de mayores, un inmueble con muchos más metros que los que se van a utilizar, y un centro cívico en el Casco del que, de momento, no hay noticias de que se vaya a acometer.

Llegó Etopia y la anunciada salida del ayuntamiento del patronato de la Fundación Ciudad del Conocimiento –que aún tiene que formalizar–, pese a que tiene numerosos proyectos aún vinculados al edificio para los próximos meses. Todo estalla en febrero y, semanas después, se conoce la adjudicación a una empresa privada de la joya de la corona de este equipamiento, Etopia Kids, a una firma que ya gestiona La Terminal, centro de emprendimiento que forma parte de este equipamiento municipal que costó casi una década construir.

El ya mencionado abandono de Eifolk no está vinculado a ningún equipamiento, y es lo que más se asemeja al movimiento dado en Huesca con Periferias. Un motivo ideológico, aseguran los damnificados, que contribuye a la idea, que tampoco es descartable, de que toda esta crisis en realidad están relacionada con un cambio de tendencia en Zaragoza y una apuesta por los grandes eventos y la rentabilidad de las propuestas culturales.

La ‘sorpresa’ en San José

Pero de repente llega la Harinera y el hachazo ya anunciado a las propuestas que desde hace años han impulsado desde el colectivo Llámalo H. Un mazazo para quienes han dado vida al inmueble que durante años costó rehabilitar para sacarlo del olvido y el desuso. Aunque, más allá de las quejas, lo que más ha sorprendido en el barrio es que nadie del ayuntamiento se ha dirigido a los representantes vecinales para explicarles los motivos que explican esta decisión. O lo que ellos consideran igualmente importante, qué uso se pretende para el espacio que se pretende dejar expedito al quitar esa programación.

Se sospecha que el proyecto que hay detrás está «relacionado con la inclusión», ya acordado con alguna de las entidades que ya trabajan en la ciudad, pero ni una sola reunión por parte de los gestores municipales del equipamiento, ni por parte de la presidenta del distrito de San José, Sara Fernández, a la postre responsable de Cultura a la que se dirigen todas las críticas.

La respuesta vecinal

El motivo, oficial por parte del ayuntamiento, es el nuevo rumbo a los contenidos culturales que ofrecer, a quién dirigir las subvenciones y la rentabilidad económica. En el caso de Etopia, sus 200.000 euros en pérdidas anuales y en la Harinera, que aporta solo 225 euros en ingresos con el convenio firmado con Llámalo H en 2019 por parte de ZeC, que no cubre los miles de euros que cuesta el funcionamiento ordinario de las instalaciones que utilizan.

La reflexión que se hace desde los barrios está condicionada por un factor clave que es el que desconocen: «La pregunta del millón es qué van a hacer ahora con esos edificios», plantea el presidente de la Federación de Asociaciones de Barrios de Zaragoza (FABZ), Manuel Arnal, o «quién va a ser el dueño del edificio y qué objetivo tiene». Porque, «en el caso de la Harinera, por ejemplo, su recuperación sale de un proceso de participación de todo un barrio y su uso formaba parte de un plan de barrio, uno de los pocos que existen en Zaragoza, que se analizó, debatió y decidió allí mismo», dijo.

En el caso de Etopia, prosigue Arnal, «ahora mismo puede ser un caramelo en el mercado: está muy cerca de la autovía, junto a la estación intermodal, es un edificio ya construido y renace el interés inmobiliario en la zona». «Si la finalidad es un uso público, puede haber discrepancias pero será para la ciudad, pero si es para un negocio privado, la cosa cambia», analiza.

¿Todo lo que está ocurriendo es por el contenido o el continente? «Si es por la necesidad de habilitar espacios nuevos podrían recordar que hay otros que tienen abandonados como el Palacio de Fuenclara, o que está sin hacer el proyecto de la Imprenta Blasco, el espacio museístico de la parte catalogada de Averly o el anunciado Centro de Interpretación de Goya en la Casa Palafox», añade Arnal.

¿Por qué empezar con los espacios ya construidos en la capital aragonesa que tenían contenido y no otros que siguen en el cajón? La motivación en el caso de la Harinera, según la propia Sara Fernández, es porque el convenio con Llámalo H termina ahora, este era el momento. ¿Y con Etopia, cuyo convenio con la Fundación Ciudad del Conocimiento termina en 2026, por qué es? Demasiadas dudas para pasos que parecen no tener ya vuelta atrás.