Sociedad

Los desguaces de Zaragoza agonizan ante los nuevos hábitos de consumo

La incertidumbre tecnológica, las ventas entre particulares por internet, el menor número de vehículos matriculados y las normativas ecológicas ponen en jaque a un sector que no descarta su propia extinción

"Si todo sigue igual, no me doy más de cinco años en el negocio", alerta Francisco Pina, de Desguaces Ochoa

Arturo Pola

Arturo Pola

Aunque existen negocios por los que parece que no pasan los años, lo cierto es que el tiempo al final afecta a todos y uno de los que más perjudicado está saliendo de los nuevos tiempos que vive el mundo, de los nuevos pensamientos y de las nuevas costumbres es el de los desguaces. Un sector que, en palabras de sus propios trabajadores, está abocado a una extinción que solo podrá impedir si se somete a un proceso de transformación.

Porque aunque, cuando uno entra a un desguace, parece que está viajando veinte años atrás, lo cierto es que su situación ha ido empeorando progresivamente, salvo algún momento puntual como fue la pandemia, dejando al sector un futuro cuanto menos incierto.

«No creo ni que me pueda jubilar de esto y como sigan así las cosas no me doy aquí más de cinco años, sin exagerar. Año tras año los resultados son peores», se lamenta Francisco Pina, responsable de Desguaces Ochoa, uno de los históricos de Zaragoza. El aragonés teme seguir el paso de muchos de sus compañeros de profesión. En el último lustro, han cerrado numerosos desguaces, alguno tan importante como El Portazgo. «Eso hablando de coches, desguaces de camiones y de tractores ya no queda ninguno», afirma tajante Pina.

Menos coches y más viejos

Y es que las estadísticas que maneja el sector dicen que, en la última década, los desguaces reciben entre un 40% y un 50% menos de coches, un descenso progresivo que puede seguir aumentando por la incertidumbre tecnológica que existe por conocer cuál va a ser el tipo de coche que se va a imponer en el futuro. «Gasolina, diésel, eléctricos, híbridos...la gente tiene muchas dudas a la hora de comprar vehículos de segunda mano. Todo el mundo espera porque nadie se quiere equivocar a la hora de dar ese paso», analiza Francisco Martínez, el gerente de Desguaces Aeropuerto. 

Es por ello, que en los últimos años, los conductores tratan de exprimir al máximo la vida útil de sus vehículos, algo que, a priori, podría favorecer a los desguaces ya que la lógica dice que, de este modo, existen muchos coches antiguos en circulación. Es aquí cuando las actuales circunstancias económicas y las nuevas formas de vida entran en juego para, también, el perjuicio del sector. «Lo primero es que ahora para mucha gente tener un coche es un lujo y ya no es una prioridad para muchos jóvenes», destaca Martínez. Entre los que todavía lo tienen, además, detecta un cambio en la tendencia de los hábitos de los clientes que acuden a un desguace.. Obviamente, al sector le conviene un mercado activo y no estancado como ahora. «Lo que existe ahora es un consumo de supervivencia. Antes importaba más la estética, eso nos beneficiaba, ahora solo se busca lo único y lo imprescindible que necesita un coche para funcionar o para pasar la ITV. Caprichos entre cero y menos uno», valora. 

Esta situación provoca, entre otras cosas, el envejecimiento de los parques móviles de los desguaces, donde «el 90%» de los coches que tienen pasan de los 25 años, por lo que sus piezas son cada vez menos aprovechables. Lo más buscado siguen siendo piezas de chapa, pilotos, faros, turbos, cajas de cambios y motores, y el producto estrella para el sector siguen siendo los catalizadores. «Al haber descendido tanto la entrada de coches, nuestros ingresos se ven comprometidos porque, en la mayoría de piezas, el beneficio es escaso y necesitamos muchas ventas para obtener rentabilidad», explica Valero Moreno, propietario de Desguaces Moreno.

Internet y particulares

Otro de los avances de esta época, internet, tampoco ayuda a este gremio. Y aunque la gran mayoría de negocios se han apuntado a la venta online, lo cierto es que los acuerdos entre particulares minimizan su volumen de operaciones. «Antes si querías una pieza concreta, acudías a tu desguace de confianza para ver si la tenían o te la podían conseguir. Ahora lo primero que haces es buscar en Google, donde directamente te salen ofertas», valora Francisco Pina de Desguaces Ochoa. 

De la inflación tampoco se libran los desguaces, que reconocen que han tenido que aumentar los precios de muchas de sus piezas, algo complicado en un sector al que la gente acude «buscando chollos y con la intención de gastarse lo mínimo posible», subraya Valero Moreno.

Por último, una de las «desgracias», o la estocada final, según muchos de sus profesionales son las normativas ecológicas para el reciclaje de los vehículos, es que aseguran que cada vez ponen más trabas, o directamente impiden, la tradicional labor de los desguaces. «La gente se piensa que aquí estamos asalvajados, pero nada de eso. Tiene que estar todo muy reglado y se nota que quien pone las normas nunca ha trabajado nunca en un sitio de estos», se lamenta Francisco Pina: «Nos piden procesos y especificaciones que suponen una inversión, en tiempo y dinero, que te das cuenta de que no compensa. La vaca no da tanta leche».

En su visión casi apocalíptica, Francisco Pina ve al mundo del desguace transformándose en simples centros de descontaminación: «Ese es el futuro, pasar simplemente a procesar el vehículo para su reciclaje. Si todo sigue por ahí así acabaremos, pero para mí eso no es el arte del desguace, eso es otra cosa» .

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