Centro de enseñanza

El Instituto Confucio multiplica por seis sus alumnos desde su apertura en 2017 en Zaragoza

El primer año hubo 137 matriculados frente a los 827 estudiantes de este curso

El perfil es variado y va desde empresarios hasta menores y jubilados

Alumnos del instituto Confucio realizando una prueba de nivel, en una imagen de archivo.

Alumnos del instituto Confucio realizando una prueba de nivel, en una imagen de archivo. / CHUS MARCHADOR

Judit Macarro

Judit Macarro

El Instituto Confucio celebra este curso 2023-24 su séptimo aniversario y lo hace por todo lo alto. En la actualidad, la escuela de chino de Zaragoza –que ya cuenta con otros dos campus en Huesca y en Navarra– ha multiplicado por seis su número de alumnos desde que abrió sus puertas en 2017. En total son 827 estudiantes matriculados este año frente a los 136 que estrenaron el Confucio en la capital de Aragón.

Ni siquiera el covid frenó el creciente interés de los aragoneses por aprender chino. «Notamos una ligera bajada en el campus de Zaragoza, aunque sumando las tres ciudades en las que tenemos sede hubo 752 estudiantes en el curso 2020-21, doce más que el anterior», explica Rafael De Miguel, director del Instituto Confucio de Zaragoza. En conjunto, más de 5.000 alumnos han pasado ya por este centro de enseñanza.

En este incremento de matriculaciones ha influido la apertura de otros dos campus en Huesca y en Pamplona, «que conseguimos a través del convenio que firmamos con el Campus Íberus y con la Universidad pública de Navarra en 2018», declara.

Desde aquellos primeros años «hemos ido evolucionando mucho», asegura De Miguel. Señala que, no solo a nivel educativo «la calidad ha mejorado en cuanto a profesores y capacidad de formación», sino que «ahora el instituto cuenta con más recursos y más actividades culturales».

El Confucio, según señala, se ha convertido en mucho más que en una academia de la lengua china. «Aquí mucha gente viene a aprender porque le apasiona o le interesa la cultura de este país», confirma. Y, debido a esa atracción que sienten los alumnos, desde la escuela zaragozana cuentan con diferentes talleres gratuitos y externos a las clases semanales.

«Tenemos desde talleres de lectura, donde todas las semanas leemos libros en conjunto, hasta clases de caligrafía, taichí o de danza del dragón», enumera De Miguel.

Un amplio abanico que, en su gran mayoría, surge a petición de los matriculados. «La mayoría de estudiantes en el centro son los que proponen las actividades que quieren hacer, bien porque les ha llamado la atención en algo que han aprendido en clase, o porque son apasionados de la cultura China y quieren aprender más allá de las horas semanales», explica el director del instituto.

Un perfil variado

De los estudiantes, De Miguel asegura que desde que el Confucio abrió en el 2017 «el perfil ha variado mucho». En los inicios de la escuela «la mayoría de los que se matriculaban eran empresarios que tenían negocios con varias compañías de China y les interesaba aprender para poder comunicarse», explica.

Siete años después del interés corporativo por este idioma, las clases del Confucio se llenan ahora de «personas jubiladas que deciden lanzarse a estudiar chino; universitarios que quieren trabajar en el extranjero; menores de edad que estudian desde muy pequeños; apasionados de la cultura; y también chinos adoptados o nacidos en España que quieren aprender el idioma», confirma el director.

Una tarea que se imparte una hora y media a la semana por cada grupo, ya sea en horario de tardes o de mañanas. 

Suscríbete para seguir leyendo