Sanidad

"Congelar tus óvulos te da la tranquilidad para continuar con tu vida"

Roxana Torán conoció por primera vez la posibilidad de congelar sus óvulos a los 30 años. Una década después, en solo dos meses la aragonesa va a tener una niña. Aunque lo va a hacer por el método tradicional, la futura madre confiesa que someterse al tratamiento ha influido directamente en su embarazo 

Roxana está embarazada

Roxana está embarazada / SERVICIO ESPECIAL

Arturo Pola

Arturo Pola

Desde que Roxana Torán conoció la opción de la congelación de óvulos hasta que tomó la decisión de someterse al tratamiento pasaron casi cinco años. Una vez se decidió, la seguridad de «tener esa opción» le dio «la paz necesaria» que le permitió quedarse embarazada por el método tradicional. Aunque es probable que nunca llegue a utilizar esos óvulos, la aragonesa afirma que «para nada se arrepiente» y que es un proceso que recomienda a todas las mujeres que quieren ser madre en un futuro.

«El runrún me entró cuando, con 30 años, mi mejor amiga de por aquel entonces se quedó embarazada. Yo no estaba en ese momento vital, pero quieres o no pues te empiezas a hacer preguntas», recuerda Torán. Por otro lado, y en la misma época, una compañera suya de trabajo, con 40 años cumplidos, quería tener un hijo y me confesó que, para cumplir su deseo, iba a tener que recurrir a un donante. «Me dijo que le recordaba a ella misma con unos cuantos años menos, que me informara de esa opción», explica la zaragozana.«Lo estuve pensando durante mucho tiempo, incluso años», rememora Roxana, que finalmente se decidió a acudir a la Clínica IVI, donde por casualidad trabaja una conocida de su hermana, a pedir información. «Me dijeron que estaba casi en el momento límite, porque lo ideal era congelar los óvulos antes de los 35 y cuando lo hice yo tenía 34 años y 11 meses», relata la aragonesa, a la que finalmente, «me lo explicaron tan bien que me convencieron para comenzar».

Eso sí, Torán recuerda las primeras visitas como «marcianas». «Piensas que te van a hormonar, que van a sacarte algo de dentro para guardarlo...es una situación muy rara», explica la paciente. Por suerte, para ella el proceso no le resultó «nada duro». «Tanto a nivel físico como psicológico estuve muy bien en todo momento, tuve suerte en ese aspecto», recuerda Roxana. «Sí que me sentí un poco pesada e hinchada los días antes de la extracción, pero luego ya en la intervención no te enteras de nada porque te duermen y en el postoperatorio no tuve ningún problema grave, las molestias típicas y ya está», subraya la zaragozana.

Consecuencia directa

Una vez terminó el tratamiento, Roxana reconoce que ganó mucho en tranquilidad. «A mí me estresaba la idea del paso del tiempo. En esos años, o no tenía pareja o no era estable y no entraba en ese momento en mis planes ser madre. Ni estaba preparada ni era mi momento», recuerda la aragonesa. «La vida es como es, da siempre muchas vueltas y la tranquilidad de saber que tenía mis óvulos conservados me ha dado la paz necesaria para seguir haciendo mi vida sin esa preocupación», reflexiona.

Fruto de ese relax que le produjo saber «que esa posibilidad siempre iba a estar ahí», Roxana se quedó embarazada, por el método tradicional, hace tan solo unos meses y, si todo va bien, en ocho semanas ser madre de una niña. La zaragozana, ahora con 40 años, confiesa que está convencida de que someterse a la congelación de óvulos ha tenido mucho que ver en su embarazo, ya que le quitó la presión al existir esa alternativa.

Por ello, reconoce abiertamente que en ningún momento, a pesar del gasto económico, se ha arrepentido de la decisión, aunque esos óvulos nunca lleguen a utilizarse. Es más, no tiene dudas a la hora de animar a todas aquellas mujeres que se lo están planteando o tienen algún tipo de duda al respecto: «Es una decisión que, si te la puedes permitir, hace que ganes en salud», incide la futura madre.

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