Matt Mobley está lejos de Matt Mobley. El escolta estadounidense llegó este verano al Casademont Zaragoza como la nueva referencia anotadora del equipo de Jaume Ponsarnau, avalado por las buenas cifras que obtuvo las dos últimas temporadas tanto en Alemania como en Turquía. «La principal virtud de Matt Mobley es que es un anotador capaz de sumar desde la línea de tres puntos, tanto en situaciones de bloqueo directo, como a la salida de indirectos o en contraataque, pero también tiene penetración», lo definió el técnico a su llegada. Pero diez jornadas de Liga después su aportación se ha ido diluyendo.

En las dos primeras jornadas, en las que el Casademont ganó al Manresa y al Bilbao con un ataque alegre y muy efectivo que alcanzó el centenar de puntos, Mobley fue el máximo anotador del equipo aragonés con 17 y 18 puntos, respectivamente. Cifras que parecían confirmar las expectativas sobre su fichaje. Pero de aquel equipo ya nunca más se supo, a partir de ahí ha ganado más dudas que partidos y pocos jugadores han funcionado. Mobley ha pasado a protagonizar actuaciones y números discretos con 9,2 puntos de media.

El escolta había promediado 20 puntos por jornada el curso pasado con los Fraport Skyliners en la Bundesliga y 21,6 en la anterior con la camiseta del Istambul turco. En ambos casos, además, superando los 30 minutos de juego de promedio. Era, por tanto, un jugador protagonista para el que jugaban sus equipos. En Zaragoza no es así, aunque sí es de los que más juegan de la plantilla (25 minutos de media pero 28 y 30 los dos últimos partidos), pero el equipo no genera situaciones claras para sus tiradores. Eso está penalizando a Mobley, al que además se ve cada vez con menos confianza por la pista.

Jugadores distintos

Los problemas con los bases, a la espera de un nuevo refuerzo, contribuyen a que el juego del equipo no genere espacios para sus tiradores. El acierto desde el triple es un quebradero de cabeza para el equipo la mayoría de las veces. Solo Waczynski, por calidad, experiencia y veteranía, es capaz de crearse sus propias opciones y de producir juego por sí mismo. El polaco se ha ganado de sobra su continuidad al convertirse en el mejor jugador del equipo, por consistente y fiable.

Todo lo contrario que Mobley, que necesita otro tipo de juego, que el equipo trabaje para él. En Badalona hizo uno de sus peores partidos con la camiseta del Casademont, sobre todo por la sensación de andar perdido. El estadounidense se quedó en seis puntos, anotando uno de sus cuatro lanzamientos tanto de dos como de tres puntos y el único tiro libre de que dispuso. Dio una asistencia y solo fue objeto de una falta. Acabó con -1 de valoración en casi 31 minutos de juego. Su peor actuación había sido en Tenerife, donde solo anotó desde el tiro libre y terminó con -2 de valoración.

Después de aquellos dos primeros partidos, que hoy bien parecen una excepción, solo ha superado los diez puntos una vez (13 contra el Valencia) y en cinco de los ocho encuentros ni siquiera ha alcanzado la decena. Son cifras que le alejan de sí mismo, de la versión ofrecida justo antes de aterrizar en Zaragoza, pero también del jugador que buscaba y necesitaba el Casademont.

Otra cuestión es cuánto hay que atribuirle al debe del jugador por su rendimiento y cuánto al del cuerpo técnico por no aprovechar sus virtudes. Porque lo único cierto es que Matt Mobley está lejos de Matt Mobley, del jugador que fue hace nada y del que fichó el Casademont Zaragoza para que fuera su referencia anotadora. De momento, no lo está siendo.