La crónica del Casademont Zaragoza-Valencia: ¡Qué gozada! (86-75)

Cumplió su palabra Porfirio Fisac y el Casademont Zaragoza le devolvió con creces a los suyos lo debido por el mal partido ante el Obradoiro. Frente al Valencia regaló un partidazo a la afición, una exhibición de coraje, intensidad, táctica y acierto que fue in crescendo para terminar en un último cuarto de absoluta locura con el que el Casademont terminó de tumbar a un Valencia Basket de Euroliga (86-75). Fue, de nuevo, un triunfo coral, en el que todos aportaron en su papel, pero en el que brilló por encima de todos Mekowulu.

El nigeriano tuvo que hacer el cuatro por los problemas de Cruz y se hizo omnipresente. Estuvo en todas partes y lo hizo todo bien. Solo falló los tres primeros triples que intentó, lo que hizo pensar que no era una buena idea sacarle tan afuera, pero acabó anotando los dos siguientes, los siete tiros de dos que intentó y los cinco libres de que dispuso. Capturó nueve rebotes, dio dos asistencias, recibió cinco faltas y terminó con 25 puntos (22 en la segunda parte) y 36 de valoración en 32 minutos. Números que valen para su primer MVP de la jornada en la Liga Endesa.

Una exhibición que no desmerece el partido de todo el equipo, que recordó la fuerza del deporte profesional, algo que solo se consigue en un estadio o pabellón: emocionar a los aficionados, hacerles pasar un buen rato, que se marchen a casa con una sonrisa. Hacer un poco más feliz a la gente, aunque sea por un ratito. Nada más y nada menos que eso consiguió el Casademont frente al Valencia. Además, sumó su novena victoria, la quinta en siete partidos de la segunda vuelta, y ya ve el descenso a cuatro partidos y puede mirar hacia puestos europeos. Cómo cambia el cuento en apenas unas semanas.

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El Casademont no pudo repetir su plan de Lugo. Las molestias de Iván Cruz modificaron ya el quinteto inicial, con Mekowulu al cuatro. Y la lesión de Sant-Roos en la primera acción del partido alteró las posiciones exteriores. Total, que el Casademont tuvo que cambiar sobre la marcha y le costó apenas unos minutos ponerse a la altura de la intensidad física del Valencia. El estilo pegajoso y agresivo del conjunto de Mumbrú tiene como consecuencia que, de tantos contactos que se producen, muchos queden sin pitarse. Y eso fue marcando el partido desde el inicio, enfadando a la grada y también a los protagonistas.

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No obstante, el conjunto aragonés encontró pronto el acierto desde todas las distancias y eso le permitió mandar en los primeros compases (24-22 en el primer cuarto) y mantenerse por delante también en un segundo parcial en el que se mantuvo la intensidad pero fue decreciendo un tanto el acierto. Aday Mara volvió a la rotación con minutos de calidad y Hlinason fue creciendo hasta convertirse en un valladar y en la pesadilla de Dubljevic, al que le fue ganando la partida poco a poco. El acierto desde el triple permitió al Casademont llegar mandando al descanso (38-36).

El final

Tras el descanso poco cambió en intensidad y el partido se mantuvo apasionante y precioso, nada que ver con el último en casa ante el Obradoiro. El Casademont logró mantenerse por encima pero sin romper el marcador en ningún momento hasta que el Valencia encontró el acierto desde el triple con Dubljevic y tomó las riendas por unos instantes. La batalla por dentro fue espectacular. Las faltas castigaron primero a Hlinason y luego a Mara, pero Mekowulu se multiplicó por dos para hacerse con todos los rebotes en un despliegue físico extraordinario.

El nivel físico seguía siendo altísimo y las faltas sin pitar, unas cuantas. El enfado en la grada iba en aumento pero también en el banquillo aragonés. Fisac fue sancionado con técnica en el último minuto del cuarto y, en la siguiente acción, Webb III protestó y protestó hasta que a los árbitros no les quedó más remedio que señalar la correspondiente técnica que, además, significaba su exclusión. El tercer parcial terminó con un 58-55 que dejaba todo en el aire.

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El último fue la locura. Con un Casademont desatado y una elevadísima producción ofensiva, el equipo aragonés fue inclinando la balanza poco a poco sin que el Valencia pudiera hacer nada por evitarlo. Al final solo Jones intentaba mantener a flote al Valencia pero sus puntos no fueron suficientes. El equipo aragonés estaba en trance y todo le salía redondo. Una gozada de equipo y de partido. Una victoria grande ante un equipo grande para alejar casi definitivamente los fantasmas.