La crónica del Real Madrid-Casademont: remontada blanca para llevarse un triunfo que estuvo cerca (93-86)

Era el día propicio y lo tuvo el Casademont en la mano, pero el Real Madrid es el Real Madrid. Da igual que los blancos llegaran al duelo tras los tres días más convulsos de su historia reciente, que el conjunto dirigido por Porfirio Fisac estuviera cuajando un gran partido y alcanzará una renta de hasta 14 puntos o que a los de Chus Mateo se les viera perdidos en más de un momento del duelo. Si no lo rematas, el Madrid siempre vuelve y una reacción de casta y orgullo de los blancos, apoyados en la inmensa calidad de su plantilla, fue suficiente para protagonizar una gran remontada (93-86) que desterró las ilusiones de los aragoneses por lograr el primer triunfo de su historia en el feudo madridista y que deja en el aire una amarga pregunta: ¿si no se ha ganado hoy, cuándo lo conseguirá el Casademont?

Sorprendió Fisac colocando en el tres a Simanic dejando los puestos interiores para Radoncic y Hlinason. Le salió bien la jugada al entrenador segoviano, aunque el Real Madrid, queriendo dejar atrás lo sucedido en la misma cancha donde se disputaba el duelo, salió más enchufado. Precisamente el criticado Yabusele fue uno de los más activos en esos minutos, aunque pronto se diluyó. Los aragoneses tenían problemas en el rebote y los locales fueron abriendo brecha hasta alcanzar una renta de nueve puntos (17-8). Hasta el momento, dos triples de Simanic eran lo más destacado de un Casademont que, con una buena reacción en el último minuto del primer cuarto, impidió que el Madrid rompiera el partido.

Ese buen final de los de Fisac no era más que el preludio de lo que estaba por venir. Los aragoneses cuajaron uno de los mejores cuartos del curso para presentar su seria candidatura a llevarse el choque. Apareció Yusta en la que fue su casa y, con la ayuda de un buen Cruz, igualó el partido (23-23). Tomó entonces la batuta Jovic y con una buena bandeja y un gran pase a Mekowulu dieron la primera ventaja importante al Casademont, que no se inquietó cuando dos aciertos desde la larga distancia consecutivos del Real Madrid volvieron a igualar la contienda. Unos minutos finales mágicos en los que Simanic, por dos veces, y Jessup golpearon desde el triple permitieron a los de Fiscas marcharse con ventaja a los vestuarios (35-40).

Lo lógico era pensar que los blancos reaccionarían. Y aunque lo hicieron, tardaron más de lo esperado porque el Casademont comenzó el tercer cuarto con un parcial de 9-0 que elevaba la renta hasta los 14 puntos ante el asombro tanto del público del WiZink Center como de los propios jugadores madridistas. Los de Chus Mateo estaban bloqueados y no daban la impresión de tener muy claro qué hacer para tratar de llevarse el partido, mientras los visitantes tampoco daban crédito de lo rodado que iba todo.

Pero cuando las ideas fallaban en la casa blanca, el orgullo de sus jugadores y su innegable calidad salieron a relucir. Entre Deck, Musa, el de siempre y Williams-Goss, el invitado inesperado, fueron limando la ventaja en un intercambio de canastas en el que los de Fisac salieron perdiendo. Un triplazo del último sobre la bocina puso el empate a 66-66 a falta de los últimos diez minutos.

Fue entonces cuando Llull entró en combustión y, con un 2+1 y una mandarina característica, puso el partido de cara para los suyos. La renta de los blancos se movió durante el último cuarto siempre entre los seis y los ocho puntos. Los aragoneses no le perdieron la cara al partido, pero el Real Madrid, a base de faltas muy discutidas y demasiados tiros libres los mantenían a raya. No obstante, el partido entró en el último minuto vivo, pero un mal triple lanzado por Sant-Roos y una pérdida inocente sepultaron cualquier oportunidad para el Casademont Zaragoza de haber logrado un triunfo que hubiera sido histórico y que tuvo en el mano, pero que se le volvió a escapar.