La crónica del Unicaja-Casademont Zaragoza: demasiado líder (83-72)

El resultado dice una cosa y el partido, otra. El Casademont Zaragoza cayó por 83-72 en la pista del líder, el Unicaja de Málaga, lo que no es ninguna catástrofe, pero la lectura negativa es que el conjunto aragonés no tuvo ninguna oportunidad en el Carpena. La salida arrolladora del Unicaja le dejó sin opciones muy pronto, como tantas veces antes, y lo único positivo que puede decirse del conjunto aragonés fue que resistió en pie, evitó la tentación de bajar los brazos y dejarse llevar, y aprovechó la relajación final del equipo local para apretar un poco las cosas y obligarles a ponerse en tensión de nuevo. 

La empresa era complicada porque, a día de hoy, el Unicaja está a una distancia sideral del Casademont en muchas cosas y la historia se repitió en el Martín Carpena. El gran estado de forma del líder de la Liga Endesa, el Unicaja, y la endeblez defensiva del Casademont Zaragoza formaron la tormenta perfecta en la Costa del Sol y el conjunto de Ibon Navarro pasó por encima del aragonés ya desde el primer cuarto. Y eso que no empezó mal el bloque de Porfirio Fisac. En un encuentro de ritmo muy alto, el Casademont tenía claro su plan, intentar recuperar balones y correr. Pero no ejecutó bien la idea, falló incluso transiciones más o menos sencillas, mientras en el otro lado el Unicaja era un martillo pilón.

El acierto malagueño fue extraordinario desde el principio (6/7 en tiros de dos y 4/8 en tiros de tres en los primeros diez minutos) y eso permitió al Unicaja despegar mientras el Casademont volvía a vivir la misma sensación de tantas otras veces. Vale que era el líder y, por tanto, el día que menos se le podía reprochar al equipo de Fisac, de acuerdo con que estas cosas pueden pasar, pero verse 20 puntos abajo una vez más cuando apenas se lleva un cuarto de hora de partido mella a cualquiera. Porque jugar así se tiene que hacer muy cuesta arriba, porque los partidos tienen que verse muy largos.

Hasta el descanso apenas mejoró la cosa y el Unicaja se disparó por encima de los veinte puntos de diferencia desplegando un gran acierto de tres y aprovechando cada error del Casademont, que amagó con bajar los brazos con algún gesto de impotencia. La única reacción, si puede llamarse así, fueron los cinco puntos seguidos de Langarita antes del final. Pero el 71% de acierto de dos y el 47% de tres del líder marcaban una distancia más que considerable para un Casademont sin respuestas (49-28).

En la segunda parte descendió el ritmo anotador del Unicaja, que no es que levantara el pie del acelerador pero sí entendió que el choque ya no requería tanta energía e intensidad sino un mayor control. Lo consiguió ante un Casademont que no encontró la manera de engancharse al partido y que, incluso, volvió a amagar con irse definitivamente. Se mantuvo en pie y pareció que eso era todo a lo que podía aspirar el conjunto aragonés, muy lejos del líder en cuanto a baloncesto, sensaciones y juego durante todo el partido.

La segunda parte no fue sino esperar a que terminara el partido. No había emoción en la pista, el Unicaja siguió a lo suyo, haciendo un buen baloncesto, anotando, mientras el Casademont seguía sin encontrar la continuidad en su juego. Un poco de Watt en ataque, el esfuerzo de Sulejmanovic, poco más por parte de un equipo aragonés que se sabía perdedor desde hacía rato. Y así tiene que ser mucho más difícil. Pero tanto se relajó el Unicaja que el Casademont logró reducir la desventaja hasta los quince puntos (79-64 a 4.23) e, incluso, pudo ponerse a diez (81-70) con minuto y medio por jugarse, pero no pudo aguar la fiesta del Carpena. El Casademont no está para muchas fiestas.