La crónica del Casademont Zaragoza-Real Madrid: demasiados errores (70-79)

Esta vez no hubo sorpresa. El Casademont sumó una derrota más no solo por la mayor calidad del Real Madrid (70-79), ni por su mejor acierto, ni siquiera por un arbitraje más que cuestionable, sino sobre todo y fundamentalmente por sus propios errores. Por sus 16 pérdidas, por los 12 balones que le recuperó el Madrid en malos pases, por el escaso 22% de acierto en triples. Así es muy difícil casi siempre y es prácticamente imposible ante un Real Madrid que tampoco tuvo su día más brillante, que anotó las mismas canastas de dos que de tres (12) pero que lo tuvo casi siempre controlado y que en valoración sí arrasó al Casademont (62-100). La salvación matemática sigue a la espera y la pelea por la decimosegunda plaza, al rojo vivo.

El partido arrancó bonito por el ambiente y porque ambos se lo tomaron como si fuera un partido definitivo. El Casademont quiso apretar atrás para salir corriendo y las pérdidas que provocó en el Madrid hicieron que Chus Mateo lo parara a los cuatro minutos de juego (8-4). El equipo blanco no estaba muy acertado por fuera pero el muro de Tavares resultaba suficiente quebradero de cabeza para un Casademont que acabó el primer cuarto con dos bases y con Mencía al ‘tres’. Y aguantando el tipo con 17-20 en el marcador a pesar de que el arbitraje ya empezaba a ser protagonista al no señalar igual los contactos en un lado que en otro.

Con un quinteto de altura buscando no sufrir en defensa, el Casademont se vio lastrado por las numerosas y continuas pérdidas en ataque que cometió en el segundo cuarto, fruto de pases imposibles. Eso unido al escaso acierto en acciones en apariencia sencillas o cercanas al aro hicieron que el Real Madrid fuera amasando poco a poco su ventaja. Diez pérdidas, cinco en el segundo cuarto, solo nueve puntos anotados y un 4/18 en tiros de campo dejaron en bandeja el partido al Real Madrid, que se marchó al descanso mandando por 26-37. 

Un bajón que se notó también en el ambiente y que rebajó las numerosas protestas a los árbitros. Los colegiados no contentaron a nadie y fue difícil seguir su criterio. El número de faltas señaladas fue casi el mismo para ambos, el viejo truco de la compensación, pero el Real Madrid dispuso de 10 tiros libres en la primera parte, mientras que el Casademont no fue ni una sola vez a la línea. El primer tiro libre, y la primera falta de Tavares, llegaron en el minuto 34 de partido. Los árbitros fueron protagonistas, como suele ser habitual en estos casos, de manera innecesaria, porque el Casademont iba a perder solo el partido por sus propios errores.

La cosa no mejoró en el tercer cuarto porque el Casademont siguió perdiendo balones y fallando demasiadas acciones ofensivas y el Real Madrid encontró el acierto exterior que hasta ese momento había tenido con cuentagotas. Los cinco triples blancos terminaron de romper el partido con una diferencia de 20 puntos. Solo entonces pareció rebajarse la tensión, después de que Bell-Haynes explotara al señalarle una falta cuando Tavares se le cayó encima y ser castigado con una técnica. 

El partido ya estaba roto y decidido, así que el último cuarto fue casi un trámite. Sirvió para que tuviera minutos Andronikashvili, para que el Madrid siguiera anotando de tres, para que McFadden tuviera que retirarse corriendo con un golpe en una mano, para que el Casademont pudiera maquillar de nuevo el resultado ante la relajación visitante. El equipo aragonés pudo ponerse a diez puntos a falta de tres minutos, pero el balón de Miguel González se salió de dentro y ya no hubo caso. 

El marcador se apretó y difuminó bastante la diferencia real que se había visto en la pista y que estuvo sobre todo en esos ocho triples más que logró el Real Madrid y que le fueron dando aire ante los errores del Casademont. Y los nueve tiros libres más, precisamente la diferencia en el marcador. Así dar la sorpresa es una quimera.