CASADEMONT ZARAGOZA

La maldición del base en el Casademont Zaragoza

El Casademont Zaragoza acumula cuatro temporadas seguidas contando con, al menos, cuatro bases cada año debido a salidas, lesiones o bajo rendimiento

Andrea Cinciarini atiende a los medios a su llegada al Casademont.

Andrea Cinciarini atiende a los medios a su llegada al Casademont. / JAIME GALINDO

Cualquier equipo de baloncesto tiene como pilares el base y el pívot: son los puestos fundamentales sobre los que construir una plantilla y, por extensión, un proyecto. Precisamente por ahí, por la dirección de juego, es por donde han venido muchos de los problemas del Casademont Zaragoza en los últimos cursos. Incluso cuando ha conseguido empezar y terminar la temporada con el mismo entrenador, cosa que no sucedía precisamente desde la primera etapa de Fisac en el banquillo, no ha podido evitar el desfile de bases por la plantilla. El club acumula cuatro temporadas consecutivas contando con, al menos, cuatro directores de juego diferentes en la misma temporada con hasta 15 jugadores distintos.

Las razones han sido múltiples, desde salidas inesperadas como la de Jovic a lesiones inoportunas antes de empezar a jugar como la de Cook pasando por bajo rendimiento o un cambio en el banquillo que modificaba los roles y confianza en los jugadores. Circunstancias en muchas ocasiones ajenas al club y, en otros, mal resueltas por el Casademont. Sea como fuere, esos vaivenes en los bases explican en parte la inestabilidad que ha vivido el equipo aragonés los últimos cursos, incapaz de alcanzar la regularidad y condenado a vivir en la zona baja de la ACB.

Esa maldición del base comenzó en la temporada 2020-21. La anterior habían ocupado el puesto Rodrigo San Miguel y Carlos Alocén y, con Porfirio Fisac en el banquillo, fue de las mejores del club en la ACB. El equipo era tercero en la clasificación e iba lanzado en la Champions... hasta que llegó la pandemia, el confinamiento, el final concentrado de temporada y todo se vino abajo. Fisac dejó el banquillo, Alocén se marchó al Madrid y solo repitió San Miguel, el único base que ha completado más de una temporada en los últimos cuatro años.

Junto al zaragozano empezaron la temporada Rasheed Sulaimon, que no era base puro, y Vit Krejci, pero ambos se lesionaron, el checo para toda la temporada. El club apostó por Luka Rupnik, que jugó seis partidos y se marchó poco después que Diego Ocampo. Más tarde llegó TJ Bray en un intercambio con el Bayern de Munich con DJ Seeley camino de Baviera, pero solo jugó once partidos de Liga sin llegar a convencer al Oveja.

El verano siguiente siguió Rodrigo San Miguel y el Casademont apostó por un veterano pero, hasta ese momento, sólido Omar Cook. El estadounidense se lesionó en el partido de presentación del equipo y la entidad tuvo que moverse rápido para recomponer el puesto antes de empezar la competición. El más disponible en ese momento fue el turco Kenan Sipahi, que en su país ha brillado pero cuyo paso por Zaragoza no será recordado por su brillantez. Jugó doce partidos y el club tuvo que volver a reforzarse, esta vez con Jordan Bone. Llegó en diciembre y jugó 21 encuentros, pero el Casademont volvió al mercado para salvar la temporada y se trajo a Frankie Ferrari para los últimos siete partidos.

El estadounidense iba a marcharse del equipo el siguiente verano hasta que el club se le fueron cayendo todas las opciones y regresó al equipo. Junto a él empezaron la temporada Marcel Ponitka y Javi García. Fisac no confió nunca en Ferrari y el Casademont lo cambió por Chris Wright, que jugó 26 partidos. Ponitka no llegó a ofrecer tampoco el rendimiento esperado, o deseado, para un director de juego y el Casademont consiguió un refuerzo de lujo en diciembre: Stefan Jovic. Un jugador de Euroliga que se encontraba sin equipo por una grave lesión. En Zaragoza se recuperó y recuperó su nivel. Jugó 20 jornadas de Liga.

Sobre él quiso edificar la presente temporada Porfirio Fisac y el Casademont consiguió, tras muchos esfuerzos, que Jovic renovara su contrato para ser la pareja de Bell-Haynes en el puesto. Pero el Valencia Basket pagó su cláusula y el serbio ni siquiera pisó Zaragoza. Vuelta al mercado, donde el club encontró un base veterano, Andrea Cinciarini, que jugó 12 partidos y quiso regresar a Italia. Tras mucho buscar y caerse varias opciones llegó Andronikashvili, que se lesionó a los cuatro minutos, por lo que el club tuvo que fichar a Cuevas. Otra vez cuatro jugadores distintos en un solo curso. Otra vez la maldición del base.