José Javier y su esposa María Pilar no dudaron ni un minuto en dejar de lado sus vacaciones en la playa y regresar a Zaragoza ante la llamada de un hijo que decía encontrarse indispuesto. No sabían que ya por la noche el vástago iba a asesinar al padre de familia con 56 puñaladas y herir de gravedad a la mujer. De esta trágica manera ponía fin a una dura convivencia en la que estaba muy presente el alcoholismo que sufría Héctor López Ferrer. Un doble dolor que ha llevado a la madre y a la hermana del acusado a pedir la mayor de las condenas: la prisión permanente revisable.

La brutal agresión ocurrida el 28 de junio del pasado año tuvo lugar en el interior de la vivienda familiar situada en el número 46 de la calle Reino, en el barrio de La Almozara. El matrimonio llegó sobre las 22.00 horas, encontrándose a Héctor algo nervioso, pero aparentemente bien, ofreciéndole acompañarlo al médico para que le atendiesen tal y como él les había solicitado por teléfono, si bien se negó diciéndoles que se encontraba algo mejor. Ante ello, María Pilar se retiró a su habitación por encontrarse cansada después de conducir todo el viaje, quedando en el salón de la casa Héctor López Ferrer y su padre. Estaban viendo un partido de fútbol.

Según determinó la investigación realizada por el Grupo de Homicidios de la Jefatura Superior de Policía de Aragón, sobre las 23.36 horas, estando la madre dormida, acometió repentinamente a su padre, inmovilizándolo en el sofá del salón, mientras le apuñalaba con una navaja de 7,5 centímetros de hoja.

El ruido de los golpes despertó a María Pilar, quien acudió al salón y al contemplar la escena comenzó a gritar. Al verse descubierto, Héctor López se fue inmediatamente hacia ella y la apuñaló con la misma navaja que aún portaba en la mano, en el cuello, brazo izquierdo y hombro derecho. Las pesquisas determinaron entonces que hubiera continuado de no resbalar con la sangre, circunstancia que ella aprovechó para abrir la puerta que da al exterior de la vivienda, y que es contigua a la del salón, recibiendo otra herida en la espalda pero pudiendo salir al descansillo de la escalera, gritando y pidiendo auxilio.

Héctor cerró la puerta de la vivienda para seguir atacando a su padre. Le llegó a arrastrar por el pasillo mientras seguía cosiéndole a puñaladas hasta que lo llevó al dormitorio conyugal. Allí murió José Javier en torno a las 00.00 horas, tal y como pudieron determinar los especialistas del Instituto de Medicina Legal y de Ciencias Forenses de Aragón (Imlcfa). El hombre de 71 años murió de un shock hemorrágico porque una de las cuchilladas le alcanzó la yugular. En la habitación del encausado le encontraron 100 botellas de Whisky vacías y en el salón una decena.

Un relato de hechos que consta en el escrito de acusación de la Fiscalía y del abogado de la familia, José María Lumbreras, en el que consideran que Héctor López Ferrer es autor de un delito de asesinato y otro de tentativa de asesinato. Entienden que actuó con las agravantes de alevosía y ensañamiento, así como la de parentesco.

De ahí que la familia del encausado pida la prisión permanente revisable o, de forma subsidiaria, de 39 años de prisión. El ministerio público, por su parte, pide estos 39 años. En el caso de que la condena no evitara que en algún momento pisara la calle, tanto la madre como la hermana piden que se le imponga la prohibición de acercarse a menos de 500 metros, o tratar de comunicarse por cualquier medio durante 10 años después de salir de la prisión.