Caso Abierto - El Periódico de Aragón

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SUCESOS EN ARAGÓN

Un conductor afronta seis años de cárcel por un adelantamiento mortal en zona prohibida en la N-232, en El Burgo

Según la Guardia Civil, el acusado inició y finalizó la maniobra en zona de línea continua | Un matrimonio murió al ser proyectado hacia el carril contrario y hundirse en un camión

El acusado, Roberto L. G., antes de la vista oral celebrada ayer en la Audiencia Provincial de Zaragoza. ANDREEA VORNICU

«Todo el adelantamiento se desarrolla en zona prohibida: hay línea continua y señalización vertical de prohibición». Esta es la conclusión del agente de la Guardia Civil que elaboró el atestado de un accidente de tráfico en el que un matrimonio de Quinto de Ebro perdió la vida en mayo de 2021, cuando fueron golpeados por la parte trasera por un BMW de 306 CV que finalizaba una maniobra de adelantamiento y a cuyo volante se encontraba Roberto L. G.

Tras el impacto, los fallecidos –un hombre de 63 años y su esposa, de 58– fueron proyectados al carril contrario, por donde circulaba un camión, y acabaron debajo de la cabina. El siniestro vial tuvo lugar en el kilómetro 220,750 de la N-232, a la altura del término municipal de El Burgo de Ebro.

Por estos hechos, el fiscal provincial de Zaragoza, Felipe Zazurca, solicita seis años de prisión para el acusado. «No se puede cuestionar la causa inicial del accidente: una maniobra antirreglamentaria», afirmó Zazurca, para quien esto supone «una prueba lo suficientemente incriminatoria» hacia el enjuiciado. Al respecto, recordó a la sala que el adelantamiento se efectuó en «una zona prohibida» y a «una velocidad llamativa». «Frivolidades, pocas. Faltas de respeto a las señales de prohibición, ninguna», sentenció el fiscal.

La acusación particular, ejercida por Ignacio Íñiguez, pide un total de doce años de prisión para Roberto, seis por cada uno de los fallecidos. «Durante todo momento circula por zona de prohibición de adelantamiento. Prescindió de las más elementales normas de seguridad», defendió Íñiguez. Por su parte, la defensa alegó la «orfandad probatoria» para pedir la libre absolución de su representado.

El atestado de la Guardia Civil

Según relató ayer el agente de la Benemérita, Roberto golpeó por la parte trasera al Volkswagen Golf de los fallecidos de manera que lo proyectó hacia el camión que circulaba por el carril del sentido contrario. Fue un impacto en el ángulo lateral trasero, un golpe «en cuña». El acusado había adelantado a un Seat Toledo que circulaba por detrás de este Golf y, para evitar colisionar frontalmente con el camión, decidió colarse entre ambos, momento en el que habría golpeado al Golf.

Este es el estado en el que quedó el turismo en el que viajaban los fallecidos. GUARDIA CIVIL

Este agente esbozó con todo tipo de detalles la reconstrucción del accidente, la cual efectuaron a partir de las huellas, vestigios y manifestaciones que se encontraron cuando llegaron al lugar de los hechos. En este sentido, describió que las condiciones meteorológicas de llovizna y «visibilidad escasa» se sumaron a las condiciones de la vía, pues se trataba de «un tramo curvo con cambio de rasante». «Inicia un adelantamiento en una zona en la que no se puede. No cabe otra posibilidad», espetó el agente.

De todos modos, insistió en que la maniobra no debería haberse efectuado aunque hubiera existido señalización para ello debido a todas las circunstancias que rodeaban el siniestro. «El elemento crítico debería ser la alerta de los efectos que dificultaban la maniobra», argumentó en referencia a la lluvia, la visibilidad escasa y las condiciones del tramo.

La vista oral celebrada en la Audiencia Provincial de Zaragoza también contó con la declaración del guardia civil que elaboró el informe técnico del accidente. Este funcionario recordó que era «una tarde tormentosa y apagada de luz» y añadió a todo lo anterior que la señal de prohibición se situaba entre 300 y 400 metros por detrás del punto de colisión por lo que coincidió con su compañero en que «no podía caber otra posibilidad» sobre el inicio de la maniobra de adelantamiento en un tramo de línea continua.

El acusado relató que el adelantamiento al Seat Toledo lo efectuó en línea discontinua –«mucho antes de la prohibición»– pero que fue el conductor de este vehículo el que le dificultó el regreso al carril derecho ya que aceleró y tuvo que superar los 100 kilómetros por hora. «Conozco la carretera. Había tiempo más que suficiente como para hacer el adelantamiento», dijo. A ello añadió que cuando finalizó la maniobra y regresó a su carril, fue golpeado por el Seat León de tal modo que el impacto revirtió en cadena con el vehículo de los fallecidos.

El conductor del Seat Toledo negó con rotundidad que esto fuera así y defendió que no incrementó su velocidad «en ningún momento». «Me estaba adelantando indebidamente en línea continua a gran velocidad», apuntó. Con él, además, coincidió el conductor del camión que circulaba en sentido contrario tras cargar en Quinto de Ebro y dirigirse a Zaragoza, pues también aseguró que Roberto conducía a una «velocidad muy rápida». «No le daba tiempo a entrar donde tenía que entrar», señaló al respecto de la vuelta a su carril. El conductor de este vehículo articulado sostuvo que aminoró la velocidad ya que, de no haberlo hecho, podría haber colisionado con el BMW de Roberto.

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