- Últimamente ha interpretado una media de dos filmes por año, pero se ha comentado que su intención es retirarse poco a poco del cine.

- De momento, no tengo ningún proyecto ni pienso buscarlo. Si llega algo que me atraiga, me desafíe y me enamore, lo haré. Pero por ahora el papel que más me interesa hacer es el de esposa y madre.

- Por eso se ha recluido en una granja de Tennessee, cerca de la capital del country...

- Nunca me ha gustado Los Ángeles. Paso algún tiempo allí porque es donde viven mis hijos mayores, pero no tengo ninguna conexión con la ciudad. Mi vida está en Nashville, junto a mi marido (el músico country, Keith Urban) en el campo, rodeada de naturaleza y silencio. Es un estilo de vida maravilloso, estar en familia y en contacto con la tierra. Me siento feliz y segura en ese entorno.

- Algo así le ocurre a Lady Sarah Ashley, su personaje en Australia. ¿Por eso aceptó interpretarla?

- Acepté el papel en la película porque trata una historia a la que Baz Luhrmann (director de la película y de Moulin rouge) venía dándole vueltas desde hacía mucho tiempo y la escribió pensando en mí. Baz es un visionario con un estilo único de hacer cine y él sabe que siempre puede contar conmigo. Y ya respondiendo a su pregunta, lo que más me atrajo de Sarah Ashley es que llega a Australia siendo una mujer vulnerable, abandonada por el marido, incapaz de hacer nada por sí sola, una mujer que nunca ha experimentado el amor y en Australia lo experimenta por partida triple.

- Háblenos entonces de ese triángulo amoroso.

- Mi personaje se enamora de un niño aborigen que vive en el rancho. Es precioso ese sentimiento porque ella no puede tener hijos, que era precisamente mi caso en ese momento y hasta dos meses antes de finalizar el rodaje, cuando ocurrió el milagro (risas), pero sobre todo se enamora de esa tierra tan inhóspita y al mismo tiempo tan bella, en la que aprende a valerse por si misma a madurar como persona. Y, luego, claro no puede resistirse a los encantos de Drover, el atractivo hombre que le ayuda en las faenas de transporte del ganado (risas).

- Interpretado por su amigo Hugh Jackman, marido a su vez de una de sus mejores amigas. ¿Cómo lo hicieron ambos para desinhibirse en las escenas románticas?

- Es fácil cuando trabajas con una persona a la que conoces muy bien y al mismo tiempo es muy profesional. Ser amigos significó que existía un nivel de confianza mutua, pero al mismo tiempo estaban el compromiso y las ganas de hacer un buen trabajo, los dos somos actores y lo que importa más que nada es contar una historia que sea creíble. Creamos una especie de burbuja en torno a los personajes y no dejamos que las circunstancias externas les afectaran en nada.

- ¿Como le afectó, personal y artísticamente, rodar en su país?

- Fue una experiencia realmente extraordinaria a todos los niveles. A nivel artístico fue muy valioso colaborar estrechamente con Baz y también con CM (Catherine Martin, esposa del director y diseñadora del vestuario de la película) en la visión de esta historia. Y personalmente descubrí una parte de mi pais que hasta ahora no conocía, me abrió los ojos a la riqueza cultural de los aborígenes y a la riqueza paisajística de lugares como El Territorio del Norte, Darwin, el parque nacional de Kakadu y la región de Kananara. Lugares totalmente mágicos en los que las condiciones de vida para la gente son especialmente extremas.

- ¿Cree usted que el objetivo de la película es dar a conocer Australia al mundo entero?

- No, en mi opinión, el objetivo es entretener, invitar al espectador a un viaje emocionante, a veces sentimental, y siempre excitante. No pretendíamos hacer un drama histórico o algo intelectual, sino un espectáculo que divierta a la gente, por eso la película alterna toques de comedia con drama. El objetivo era contar una historia que transcurre en ese país, desde la perspectiva de un niño aborigen, lo cual abre la puerta para que la gente que no está familiarizada con la tragedia de la llamada generación robada, la conozca perfectamente y de un modo muy divulgativo. Es una película, por ejemplo, para los chicos y chicas de la generación de mi hija Bella, adolescentes que no saben absolutamente nada de lo que pasó en Australia en esa época.

- ¿Conocía usted ese episodio de la historia de Australia antes de rodar la película?

- Tenía un conocimiento muy superficial, más a nivel folclórico que otra cosa, pero gracias a Brandon Walters, el niño protagonista que protagoniza el filme, empecé a conocer a fondo no solo la cultura y las tradiciones de los aborígenes sino también lo que ocurrió con los más de 100.000 niños y niñas indígenas que fueron secuestrados por el gobierno australiano para que crecieran en familias privadas o en orfanatos y que, al final, acabaron siendo utilizados como fuerza de trabajo gratuita.