La música en directo vuelve a sonar poco a poco en las salas zaragozanas tras más de un año de silencio casi absoluto. Las nuevas condiciones sanitarias publicadas el pasado 7 de mayo permiten a estos locales volver a programar, aunque sin vender bebidas ni alimentos durante la actuación. Un «regalo envenenado» y una restricción que a efectos prácticos imposibilita que los conciertos sean rentables. Pese a este complicado panorama, algunas salas zaragozanas han vuelto a programar aunque sea para poner en marcha de nuevo la maquinaria y dar trabajo a técnicos y músicos. La Creedence retoma este sábado los conciertos y el Rock & Blues y la sala Moliner7 lo hicieron la pasada semana impulsadas por la ilusión y su pasión por la música.

«Volvemos por amor al arte porque con la actual normativa tenemos muy claro que todos los bolos van a salir a pérdidas», indica el gerente y programador de la Creedence, Mike Ramón, cuya sala acoge este sábado los conciertos de Erin Memento y Las Wonder. «En mayo del año pasado hicimos tres actuaciones, pero desde entonces estamos en blanco. Volver también es importante porque nos permite ver una luz al final del túnel y generar trabajo a músicos y técnicos», explica Ramón, que recuerda que su sala se ha reconvertido durante la pandemia en escuela de música.

Pocas más salidas tenían. Ahora, la nueva normativa ha abierto algo más el grifo, pero sigue siendo «insuficiente», tal y como subrayan desde el sector. Con un aforo del 50%, los asientos asignados, la distancia de seguridad y la prohibición de servir consumiciones, la viabilidad de los conciertos es casi una misión imposible.

«Mi aforo habitual es de 250 personas, pero ahora en las actuaciones solo puedo meter a 50 porque tengo que cumplir las distancias», lamenta Pablo Cano 'Patxi', propietario del Rock & Blues y presidente de Aragón en Vivo, asociación que aglutina a 19 salas de música, el 95% de las que hay en Aragón. El regreso de los conciertos también está visibilizando «lo absurdo» de la nueva normativa. «No entendemos por qué se puede consumir bebida sentado en un bar y que no se pueda si mientras tanto se escucha música en directo», indica Cano, que para el mes de junio ha programado varios conciertos que ya sabe que le van a hacer perder dinero.

«Todos sabemos que un concierto en una sala es de por sí deficitario. Lo que lo arregla es la recaudación de la barra», reconoce Chema Fernández, el programador de La Casa del Loco.

Son estas restricciones «matadoras», dice Cano, las que impiden que más salas se atrevan a volver a programar, si bien otras se lo están planteando. La lata de bombillas, por ejemplo, acogerá un concierto el 5 de junio y otros negocios de ocio nocturno están dispuestos a abrir solo para los conciertos.

El regreso de la música en directo animará a uno de los sectores que más está sufriendo los efectos de la pandemia. Según Aragón en Vivo, desde la llegada del virus se han cancelado más de 2.500 conciertos en la comunidad con unas pérdidas de cuatro millones de euros (las salas han lamentado la falta de ayudas). Y todo ello ha provocado un efecto cascada. «Conozco a técnicos de sonido que están repartiendo pizzas», lamenta Ramón.

Este sábado en la Creedence

La sala Creedence retoma este sábado los conciertos con un evento muy especial: el primer ‘Polar Weekend Women’s Day’, que tendrá por protagonistas solo a mujeres. La jornada se abre a las 12.00 con un vermú sonoro a cargo de The Sisters-in-law : GaragErika y Anita Shaker. Por la tarde llegará el plato fuerte con los conciertos de Erin Memento (17.00 horas) y Las Wonder (19.00). Por su parte, el Rock & Blues ya ha organizado un mes de junio muy musical con los conciertos de Tomasito & Pepe Bao, Pardos Bross, O’Funkillo, Julián Maeso y la banda zaragozana Malaventura. Las salas dan por hecho que «todos serán deficitarios».