El pintor zaragozano Vicente Villarrocha ha fallecido esta madrugada en Madrid a los 66 años de edad. Miembro fundador del grupo Algarada y crítico de arte en diferentes publicaciones como Andalán o El Día de Aragón, Villarrocha inició su trayectoria artística en los años 70 tras estudiar en la Escuela de Artes y Oficios de Zaragoza. 

En 1973 fundó junto a sus compañeros de la Escuela de Artes el grupo Algarada y poco después comenzó a realizar sus primeras exposiciones colectivas e individuales, tanto en Zaragoza como fuera de Aragón. También impartió clases en la Escuela de Artes a partir de la década de los años 80.

Tras una fase expresionista con una temática basada en el mensaje y la comunicación y otra etapa constructivista, se interesó por una figuración objetiva del entorno social con una señalada carga crítica de personajes y fragmentos urbanos. Con posteridad surgen vallas y paredes, cabinas telefónicas y cubos de basura, postes y señales de tráfico, incluso figuras y detalles de interiores, siempre trabajados de manera fragmentada, con lo cual la obra adquiere una impactante intensidad. Los 70 y parte de los 80 fueron años de un espectacular arte pop para él, con su correspondiente énfasis por el color y la línea, trabajado con tal sinceridad y creatividad que sigue vigente, hasta el punto que se le puede considerar entre los grandes, muy pocos, dentro de la mencionada tendencia.

Desde mediados de los 80 la temática se basa en asuntos muy específicos, normalmente vividos por el autor. Estamos, como esencial punto de partida, ante un pintor con un feroz sentido crítico y muy culto, que trabaja con toda intención lejos de cualquier moda artística. La técnica cambia, para interesarse por una suelta pincelada que potencia el tema a través de cambiantes sensaciones. El color alcanza un amplio arco. Hablábamos de temas específicos. Si en 1985 Venecia se altera por sombreros y trompetas flotando en el espacio urbano, en 1995 expone un conjunto de obras, La playa de Orán, de claro vínculo con Albert Camus y su Argelia natal. Y si Venecia, su ciudad amada, es tema que surge con cierta periodicidad, en 1999 es asunto único para su última exposición. Una Venecia con sus edificios trabajados mediante intensas y ágiles pinceladas o a chispazos, con la línea nerviosa que traza a través de una memoria reteniendo, evocando, lo más querido. En medio de cada cuadro o en cualquier lugar, bandas geométricas con impulsivos trazos o formas a definir superpuestas al tema principal, rompen la aparente cotidianidad veneciana.