El zaragozano Ángel Guinda, uno de los poetas más queridos y reconocidos en Aragón, ha fallecido hoy en Madrid a los 73 años de edad. Premio de las letras aragonesas en el año 2010 y coautor de la letra del Himno de Aragón, Guinda ha sido uno de los escritores más prolíficos y que siempre ha estado al lado de los poetas de la comunidad. Querido y admirado como un maestro para buena parte del género, Guinda publicó en 2020 sus últimas obras, Los deslumbramientos y Recapitulaciones, ambas de la mano de Olifante, la editorial de su vida.

Autor de obras como Claustro, Espectral o Catedral de la noche, por todos es recordado el discurso que dio al recibir el Premio de las letras aragonesas y es que Guinda siempre fue un poeta que defendía la utilidad de la poesía para el ser humano más allá de la propia belleza que ella contiene. Generador de cariño y admiración por cada sitio que iba, Guinda no ha dejado de trabajar hasta su fallecimiento.

En su manifiesto Poesía útil reivindicaba «una poesía que sea no sólo objeto de belleza sino también sujeto de conducta, una poesía que sirva al ser humano: moralmente para vivir; estéticamente, para gozar; y culturalmente, para ensanchar y afianzar su saber».

Era una tarde gris, cerrada, contaba el propio Ángel Guinda en el documental La diferencia. Su padre le había matriculado en Medicina, pero él lo odiaba con todas sus fuerzas. Lloviznaba en Zaragoza cuando Guinda se paró en el paseo Marina Moreno (actualmente, paseo de la Constitución), junto a la escultura de una pareja abrazada que se amaba bajo un paraguas. Y allí lo vio claro: «La poesía se me apareció como una obsesión y comprendí que quería continuar el camino que marcó Gustavo Adolfo Bécquer». Desgarrador, sencillo y relajado en el estudio de su casa. Como es él. Así arrancaba el documental dedicado al poeta que se estrenó en el año 2011 dirigido por David Francisco.

Para él, aquello era un regalo para sus seres cercanos: «Es un testimonio que dejo a todos mis amigos para el día en que yo no esté en este mundo que no me gusta nada, me recuerden y se echen unas risas», aseguraba entonces el propio Guinda en el acto de presentación de la producción.

En aquel discurso al recibir el Premio de las letras aragonesas, el autor de Vida ávida o Toda la luz del mundo apeló a la importancia de la poesía, «el hermano más desasistido» de la literatura porque es el «menos comercial», aunque indicó que en los últimos años «mi poesía se vende mucho». Él lo achacaba porque sus trabajos «no son una catarsis egoísta» si no que nacen «desde la ósmosis, captando lo que sucede a mis contemporáneos». En este sentido, sus poemas hablan de «soledad, paro, concepción de la vida, resistencia», etc.

Ángel Guinda, el día en el que recibió el Premio de las letras aragonesas. EL PERIÓDICO

Ángel Guinda quiso recordar también su «trayectoria global», sus lecturas de Quevedo, Bécquer, los poetas herméticos italianos, Gil de Biedma o Ángel González; y también los poetas aragoneses, de quienes «recibí un caudal de aprendizaje»: Miguel Labordeta, Pinillos, Alegre Cudos y otros, los jóvenes, «que me siguen dando caudal y enriquecen a los que siguen», explicó.

Uno de los momentos más emotivos del acto fue cuando se le invitó a firmar con su guinda unos versos –ahora en grafitti– que escribió en 1973 en el Puente de los Gitanos de Zaragoza: Pinochet pedo de trueno / matón del pueblo chileno / valiente bufón de USA / con la pistola en la blusa. Y es que, además de su compromiso inquebrantable con la poesía, si por algo destacó Ángel Guinda es por su pertenencia al ejército militante de la moral y de la defensa de las causas sociales en pro de la justicia en el mundo.

La editorial de toda su vida, Olifante, comanda por su íntima Trinidad Ruiz Marcellán, le ha dedicado hoy tras conocerse la noticia, una hermosa despedida a través de su cuenta de Twitter: «Ha muerto Angel Guinda. –¿Que tal estás Ángel?¿Te duele algo? –Me duele la vida. Hasta siempre Ángel. Hasta siempre poeta. ¿Cómo expresar este dolor?».