El Periódico de Aragón

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La opinión de Javier Losilla sobre el adiós de Bunbury: Pañuelos de despedida

No parece probable que su regreso sea a corto plazo y, si vuelve, tal vez lo haga reformulando su relación con su forma de cantar y con el escenario

Enrique Bunbury.

El pasado mes de febrero, cuando Bunbury anunció que realizaría una última gira antes de abandonar los escenarios, escribí en el artículo El rey de la comedia que tal vez fuera precipitado agitar los pañuelos del adiós. Parece que me equivoqué, pues el músico ha cortado abruptamente la serie de conciertos prevista para certificar su retiro, ya que sus problemas de voz y respiratorios, según cuenta en su comunicado, no desaparecen. Se esfuma así la oportunidad de verlo en directo en el festival ¡Vive latino!, previsto para septiembre en Zaragoza.

Los fans y evangelistas de Bunbury aún confían en una solución médica para lo que demonios le produzca los problemas aludidos; pero, dado que lo que le ocurre viene de largo y que habrá sido visitado por especialistas de todo tipo y condición, no parece probable que su regreso sea a corto plazo. Es más: si vuelve, tal vez lo haga reformulando su relación con su forma de cantar y con el propio escenario. Aunque esto, claro, es pura especulación.

Quienes se resisten a la despedida ya sueñan con un Bunbury dedicado, además de a las grabaciones, a diferentes disciplinas artísticas que no le exijan el manejo en público de sus cuerdas vocales. Bien, es una forma de consuelo. Sí parece claro que, si sus ya mencionados problemas están relacionados únicamente con el directo, y teniendo en cuenta además que en un estudio de grabación se puede trabajar sin agobios, el zaragozano continuará registrando discos, colaborando con otros artistas, participando en álbumes-tributo a otros músicos (algún día habrá que explicar la clave de su gran habilidad para que sus versiones brillen más que las de sus colegas) o produciendo trabajos ajenos. Pero, de momento, esto es lo que hay: portazo a los escenarios. También puede escribir sus memorias, claro, opción que nos devolvería una imagen especular de quien, como escribí en febrero, "ha hecho del escenario el lugar de los sueños en el que representar todos los personajes que componen la extensa novela musical de sus canciones".

Bueno, al igual que ocurrió con lo que publiqué hace tres meses, no me importaría equivocarme de nuevo ahora y que retome sus giras maratonianas. Mas lo veo poco probable, salvo, insisto, en el caso de que Bunbury pueda plantearse una vuelta al directo desde perspectivas muy diferentes a las manejadas hasta ahora. Veremos. De momento parece que ya tenemos más argumentos para que ondeen, como en las viejas despedidas en los puertos marítimos, los pañuelos de la despedida. ¡Suerte, Bartleby! 

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