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Crítica de 'Atinos y desatinos de un gran emprendedor': Una novela picaresca sazonada de humanidad

La primera novela que publica Vicente Galdeano trae al recuerdo los modos de la novela picaresca

Fragmento de la portada de 'Atinos y desatinos de un gran emprendedor'.

Fragmento de la portada de 'Atinos y desatinos de un gran emprendedor'.

Miguel Ángel Ordovás

Las páginas de 'Atinos y desatinos de un gran emprendedor', primera novela que publica Vicente Galdeano y que ha editado Javier Cinca Monterde, destilan frescura, tanto por la desenvoltura que demuestran sus personajes como por la naturalidad con la que el autor narra sus peripecias. La historia y evolución en la vida de Anacleto Navas, el protagonista, bien puede traer al recuerdo los modos de la novela picaresca, aunque aquí no se hallarán los trazos descarnados del 'Lazarillo', las glosas moralizantes del 'Guzmán de Alfarache' ni la visión cáustica del 'Buscón'.

Vicente Galdeano retoma ese tono de la picaresca a través de autores más contemporáneos, entre los que la referencia más evidente es la de Camilo José Cela, con quien comparte el gusto por los sujetos de orígenes modestos y raíces rurales que en muchos casos eran pillos por necesidad. También, por cierto, comparte Galdeano con Cela su gusto por los nombres castizos, empezando por el Anacleto protagonista pero sin olvidar a don Froilán, director de circo, Paquillo Calvera o el Avelino, por citar solo a unos pocos.

Realismo cotidiano

De la picaresca y la obra de Cela toma a su vez Vicente Galdeano el recurso de usar el realismo cotidiano hasta convertirlo en estrambótico sin apenas necesidad de cargar las tintas, simplemente mostrando tal cual los lances y ocurrencias de los personajes, si acaso con un punto irónico que no puede ocultar una mirada benévola en el fondo. Es un punto de vista que puede hacer entroncar también la novela con algunas películas españolas costumbristas del medio siglo pasado (precisamente la época en la que está ambientada la historia), o con algunas historias del TBO, como bien apunta en el prólogo Chema Bernal.

La novela se cierra con un último capítulo en donde se cuentan los derroteros de algunos personajes que su protagonista va encontrando en su camino, una conclusión que contribuye a humanizarlos ya que les dota de vida más allá de su aparición por la historia de este gran y obstinado emprendedor.