ANIVERSARIO DE UNA DECLARACIÓN HISTÓRICA

El arte rupestre aragonés cumple 25 años como Patrimonio Mundial

La comunidad cuenta con 163 abrigos protegidos de los más de 600 que hay en el territorio

El Parque Cultural del Río Vero cuenta con más de 60 enclaves de arte rupestre.

El Parque Cultural del Río Vero cuenta con más de 60 enclaves de arte rupestre. / JAIME GALINDO

Daniel Monserrat

Daniel Monserrat

El 2 de diciembre de 1998, en Kyoto, la Unesco dio luz verde a reconocer como Patrimonio de la Humanidad el arte rupestre del arco mediterráneo dentro del cual se englobaba Aragón (junto a la Comunidad Valenciana, Cataluña, Andalucía, Murcia y_Castilla-La Mancha). La comunidad, de la mano de Antonio Beltrán había liderado la candidatura. «La declaración supuso «contar con la misma consideración patrimonial que, por ejemplo, las pirámides de Egipto, los canales de Venecia o el Taj Mahal». El que habla es el profesor de la Universidad de Zaragoza experto en arte rupestre, Manuel Bea, que detalla qué significación tuvo aquello para el territorio: «La trascendencia fue importante porque supimos dar valor a aquello que hasta el momento no se lo dábamos. En muchas ocasiones, la gente del territorio conocía los abrigos porque había convivido con ellos, pero no les daba apenas importancia», detalla el historiador.

La declaración de 1998 elevó a Patrimonio de la Humanidad a 758 abrigos rocosos, de los que 163 está en Aragón (78 en Huesca, 67 en Teruel y 18 en Zaragoza). En general, se trata de un conjunto de yacimientos de arte rupestre en la mitad oriental de España, que destaca por el elevado número de lugares que presentan este tipo de arte, la mayor concentración de Europa.

Solo un abrigo de cada tres incluido

Pero, desde aquel año 1998, se han descubierto más muestras de arte rupestre (la comunidad aragonesa tiene inventariadas hasta 616) que no entran dentro de esta consideración. «Es un problema –explica Manuel Bea–. La Unesco hizo una ampliación con el mudéjar y con el arte paleolítico en el arco cantábrico, pero se muestra ya reticente a seguir por ese camino». A ello se añade que las administraciones de las comunidades tampoco lo ven claro por una causa muy sencilla, la presupuestaria: «No solo conlleva el privilegio de estar en esa prestigiosa lista sino que también tiene una serie de obligaciones por parte de las administraciones. Y pedir desde las comunidades que se multiplique mucho el número haría que por desgracia y por las posibilidades presupuestarias, siempre mínimas, no se pueda atender a todo», dice claramente Bea.

Aragón destaca por la «diversidad de arte rupestre. Cuenta en sus tres provincias con manifestaciones artísticas de los tres principales ciclos de arte rupestre prehistórico conocidos, el Paleolítico, el arte esquemático y el levantino, algo que no es muy común. Y, además, hay una repartición importante», detalla el experto.

El barranco del Mortero en el término municipal de Alacón presenta varios abrigos rupestres dentro del Parque Cultural del Río Martín.

El barranco del Mortero en el término municipal de Alacón presenta varios abrigos rupestres dentro del Parque Cultural del Río Martín. / CHUS MARCHADOR

La gran mayoría del arte rupestre en Aragón está incluido en cuatro de los Parques culturales que se crearon (Río Vero, Río Martín, Albarracín y Maestrazgo): «Tienen como eje vertebrador el arte rupestre (se crearon al mismo tiempo que se lanzaba la candidatura a Patrimonio de la Humanidad) y desde allí se han llevado a cabo prácticas y actividades enfocadas a dar a conocer el arte rupestre. Algo que es esencial porque si la gente no sabe lo que tiene ni siquiera al lado se hace mucho más vulnerable ese elemento patrimonial», afirma con rotundidad Manuel Bea.

Impulso del turismo cultural

Y es que la presencia de esta riqueza de arte rupestre puede servir de impulso para el turismo en las zonas que cuentan con manifestaciones, aunque Manuel Bea deja claro que hay que ser consciente de lo que tenemos: «No debemos ver en estos conjuntos Altamira. Altamira es único. Pero sí que es cierto que tenemos una serie de elementos importantes para atraer gente si no como foco nuclear del turismo, al menos como un complemento importante. Y conseguir que la gente que vaya a estas tierras vayan por otros aspectos no relacionados con el arte rupestre pero que esté ponga un elemento más para que en lugar de un día o dos puedan quedarse tres. Y eso supone que la gente conozca algunas de las otras bondades de las zonas por lo que es bienvenido. No lo podemos ver como un elemento patrimonial como Altamira ni absolutamente determinante para el turismo pero sí como un complemento importante», explica.

De hecho, una de las claves de que la candidatura a Patrimonio de la Humanidad tuviera éxito en su día ya hablaba de este hecho crucial: «Este proyecto es importante no solo como patrimonio cultural sino también como fórmula para el desarrollo sostenible de los pueblos de las zonas implicadas a través del turismo cultural, ya que muchos de estos abrigos se encuentran en áreas despobladas», aseguraban entonces los responsables culturales del Gobierno de Aragón. Un cuarto de siglo después del reconocimiento de la Unesco, el arte rupestre en la comunidad sigue aumentando su inventario.