GUARDANDO LAS DISTANCIAS

Guardando las distancias: Los pliegues culturales

El Museo del Origami de Zaragoza cumple 10 años con la amenaza de cierre planeando si no se produce una reunión para firmar un nuevo convenio

Día de puertas abiertas en el Museo del Origami de Zaragoza

Día de puertas abiertas en el Museo del Origami de Zaragoza / Ángel de Castro

Daniel Monserrat Barrau

Daniel Monserrat Barrau

El Museo del Origami acaba de cumplir diez años. Y lo cierto es que a pesar de su amenaza de cerrar el 1 de abril si no había ya un nuevo convenio sobre la mesa, los meses han pasado y, de momento, el ayuntamiento no les ha emplazado a una reunión. Digo de momento porque parece ser que finalmente esa tendrá lugar el 12 de marzo. Una vez más, con el tiempo encima. El consistorio se escuda en que ha reservado una partida de 100.000 euros extra para el Museo del Origami en los presupuestos de este año... pero llevan trampa ya que están condicionados a que haya un nuevo convenio.

Y así están las cosas. El Museo del Origami lleva muchos años denunciando que en las condiciones en las que está no puede continuar. Todo parte de que el convenio originario para que este museo se ubicara en el Centro de Historias era inviable tal y como ha demostrado el paso del tiempo. Fallo del que lo firmó por parte del consistorio y también quizá de optimismo por los miembros del Grupo de Papiroflexia de Zaragoza, el mas antiguo del mundo camino ya del centenario.

Sea como sea, la situación actual es la que es y, aunque no creo que vaya a suceder, el Museo del Origami, actualmente uno de los espacios más visitados por los turistas, está en peligro de desaparecer. Supongo que habrá una corriente de opinión que pensará que si deja de estar pues sucederá como tantas otras cosas... y no ha pasado nada. Aunque esto es debatible (lo de que no ha sucedido nada), precisamente ese es el motivo por el que Zaragoza no puede dejar morir este centro que ya es referente en buena parte de Europa. La capital aragonesa no puede ser solo una ciudad que solo apueste por los grandes eventos porque estos no dan de comer a la cultura, a la población. No digo que no deban existir por todo lo que supone pero a largo plazo no son los que va a garantizar la sostenibilidad cultural de una ciudad en el tiempo.

Y el Museo del Origami, ojo, como muchos otros tantos proyectos, es ese eslabón que no debemos dejar caer porque su riqueza de propuesta es la de la ciudad y la de su población y, te puede gustar más o menos, pero con su clausura, que no se debería producir, Zaragoza sería una ciudad más triste. Y, sobre todo, cuidado, porque lo que desaparece por un motivo u otro ya no se vuelve a levantar. Cerrar y ahogar las cosas es muy sencillo, recuperarlas es prácticamente misión imposible. A estas alturas de la historias creo que todos ya somos conscientes de esto.

La consejera de Cultura del Ayuntamiento de Zaragoza, Sara Fernández, insiste en que no se va a cerrar el museo, pero la realidad es que a día de hoy, el convenio con el centro sigue prorrogado y sigue la amenaza del cierre porque no hay un nuevo acuerdo ni vigente ni siquiera negociado.

Por otro lado, esta semana se acaba de cumplir un año de la reapertura de Las Armas con la llegada de los nuevos gestores. Más allá del positivo balance que hacen llama la atención que denuncian que el estado del centro todavía no es óptimo y que están pendientes de que el ayuntamiento haga los arreglos pertinentes. Es un caso claro de que cerrar algo y volverlo a abrir cuesta muchísimo trabajo. El centro estuvo tres años cerrado con todo lo que supone, se ha reabierto pero todavía se nota el hándicap de este tiempo sin funcionar. El consistorio debe tener nota, por un lado, no debe demorar los arreglos y, por otro, ver con claridad que ahogar y acabar con algo es prácticamente condenarlo a su desaparición a no ser que se inviertan muchos esfuerzos posteriormente para volver a levantarlo.