LA VIDA EN LA ESPAÑA VACIADA

La cultura se revela como un ariete contra la despoblación

Festivales como el de Ascaso, El bosque sonoro y Pirineos Sur dinamizan pequeños municipios

Mozota celebra El bosque sonoro desde hace cuatro años

Mozota celebra El bosque sonoro desde hace cuatro años / Javier Rosa

Daniel Monserrat

Daniel Monserrat

Hace poco más de una década en Ascaso, una pedanía de Boltaña, apenas vivía una familia y ya estaba con un pie en Boltaña. Hoy, en 2024, hay 11 habitantes fijos en el pueblo y solo queda una casa por rehabilitar. ¿Qué ha cambiado en este tiempo? La Muestra de cine de Ascaso. «Se hacen más cosas en el pueblo», cuenta el presidente de la Asociación de vecinos y vecinas Los relojes, Miguel Cordero, «pero todo se ha conseguido sobre todo gracias al festival. De hecho, a nosotros nos gusta hablar de cultura y repoblación y no cultura y despoblación. Cuando montamos la muestra lo que queríamos era dar la lata, traer cine pero, sobre todo, recuperar el pueblo, contarle a las administraciones lo que había aquí».

Los grandes hitos que se han conseguido ha sido devolver la electricidad a Ascaso con una central fotovoltaica y el asfaltado del acceso al pueblo que hasta 2020 era una pista de tierra. «El primer aliado serio que tuvimos fue el anterior presidente de la DPH, Miguel Gracia, que entendió que no solo hacíamos un festival de cine sino que era una manera interesante de recuperar el pueblo», asegura Cordero.

El de Ascaso es un ejemplo paradigmático con un modelo muy concreto pero no el único que pone sobre la mesa que desde la cultura se pueden dinamizar zonas con problemas de población. Es el caso de Mozota, que en plena pandemia inventó El bosque sonoro, un festival en medio de la naturalza que este año celebrará su quinta edición con un cartel que incluye a Amaral, Luz Casal, El Kanka y Rodrigo Cuevas, entre otros. «No hacemos un proyecto de fin de semana sino que diseñamos un proyecto para que durante todo un año traigamos más alegrías al pueblo y pueda usarse para otras cosas como para que lleguen subvenciones para infraestructuras, que se visibilice que el pueblo existe y se le tenga en cuenta para otras ayudas», narra Víctor Domínguez, portavoz de Ocre, asociación social sin ánimo de lucro que organiza El bosque sonoro y que está detrás de otras propuestas en Aragón como el Brizna de Ayerbe o el Doña de La Almunia.

Trabajo durante los eventos

«Con El bosque sonoro se le da trabajo a todo el mundo del pueblo que quiere, unas 15 personas, en los eventos que hay a lo largo del año», explica Domínguez, que narra también que la existencia de estos festivales despiertan otro sentimiento mucho más importante, «el arraigo, algo que es fundamental, porque eso hace que la gente quiera volver a vivir y trabajar y hablan de su pueblo con orgullo, esa es la marca e imagen. La idea de emigrar a la ciudad se cambia con estos eventos», afirma.

Ascaso organiza cada año la Muestra de cine más pequeña del mundo

Ascaso organiza cada año la Muestra de cine más pequeña del mundo / MUESTRA DE CINE DE ASCASO

De hecho, este año, el festival contará con zona de acampada «gracias a dos vecinos nuevos que acaban de llegar a Mozota y que han montado una empresa para hacer un espacio de campin y descanso. Y eso es algo que se genera gracias a que exista esta actividad cultural. Pero es que, además, afirma, «a partir del arraigo va todo lo demás. El bosque se ha convertido en un espacio de 'coworking' con los contenedores en los camerinos y, junto a eso, están viniendo diferentes familias del pueblo a hacer otras cosas. Ha nacido un proyecto que es Bosque escuela con las familias de Muel y Mozota gracias a la infraestructura creada a partir del festival e igual hasta hay posibilidad de abrir una escuela gracias al movimiento que se genera con El bosque sonoro».

Pirineos Sur y otros proyectos

Junto a estos dos proyectos también hay que hablar del que fue pionero, Pirineos Sur. La creación del festival en Lanuza ha permitido reflotar (nunca mejor dicho) la localidad que de estar abandonada ahora cuenta con alrededor de medio centenar de habitantes y con servicios turísticos para los visitantes. Y en eso, por supuesto, ha tenido mucho que ver Pirineos Sur, el festival que lanzó la Diputación Provincial de Huesca en los años 90.

A lo largo de Aragón hay otros festivales en zonas despobladas como el Gaire en Pancrudo (Teruel), el Orés Mágico en esa localidad de las Cinco Villas, el propio Festival Castillo de Aínsa o el Encuentro de magos en Tamarite de Litera, entre otros muchos.

Y la oferta parece que se va a aumentar en la comunidad. Ocre cuenta también con una «línea de formación e investigación para llegar mejor a lo que necesita el público, entender lo que se nos demanda y que se entienda lo que hacemos», explica Víctor Domínguez. En ese camino, este verano, Ocre protagonizará un curso extraordinario con la Cátedra de despoblación de la Universidad de Zaragoza y el Ministerio de Cultura en Cariñena. «Durante dos días hablaremos sobre nuestra metodología para mejorarla y la idea es que cada vez que hagamos un festival se haga esta formación porque creemos fundamental esa transferencia de conocimiento», explica Domínguez, que avanza es que la idea es que el año que viene (en 2025) se lance un festival en Cariñena relacionado con el vino. 

LA FILOSOFÍA

«Cualquier evento cultural puede ofrecer soluciones más allá del evento»

«Teniendo como referencia a El bosque sonoro en Mozota, nos damos cuenta de la capacidad de cualquier evento cultural para cambiar y ofrecer soluciones más allá del propio evento en sí. Más allá de que se vaya a ver un concierto y de que disfrutes de lo que es el momento, queremos ofrecer soluciones en el entorno rural para dar trabajo a un pueblo u otras cuestiones». Así surgió hace tres años Ocre (Organización Cultural en el Entorno Rural) en palabras de su portavoz, Víctor Domínguez, que proseguía en su explicación allá por 2021:«Más que el hecho de copiar El bosque sonoro que está funcionado, llevarlo a otro sitio y llamarlo así, creemos que es conveniente hacer una organización para poder ir a una zona rural concreta, estudiar el espacio y hacer algo adaptado al lugar. Buscar una opción más para que los pueblos se desarrollen incluso a nivel industrial con la cultura», decía el portavoz, que iba un paso más: «El proyecto va más allá de la cultura porque quiere abrirse a otros campos como la educación y otras ramas». En 2023, Ocre, además de El bosque sonoro, organizó el Brizna en Ayerbe, el festival Doña en La Almunia y organizó una serie de eventos en diferentes municipios.