OPINIÓN

Guardando las distancias: ¿Se buscan buenas películas?

Comparar al cine español con el norteamericano es un juego de manipulación

Los Oscars esperan dueños que se desvelarán la madrugada del lunes.

Los Oscars esperan dueños que se desvelarán la madrugada del lunes. / EL PERIÓDICO

Daniel Monserrat

Daniel Monserrat

La madrugada del lunes se celebran los Oscar, los premios de la industria de Hollywood que consiguen toda la atención prácticamente del planeta (de los países desarrollados principalmente, que clases siempre ha habido hasta para esto) y que cumplen ni más ni menos que 96 años. Toda la atención de las secciones culturales de cualquier medio y buena parte de las redes sociales van a girar en torno a este acontecimiento que, aunque a veces no lo parezca, consiste en premiar las mejores películas del año pasado en los diferentes apartados.

Y es ahí, cuando uno dice esto, cuando queda claro que el objetivo de los Oscars hace mucho tiempo que está cumplido. Se trata de que se hable del cine y más que del cine, de la industria de Hollywood que, de esta manera, no solo puede vender sus películas sino que se introduce de manera directa en el imaginario colectivo del planeta. No digo que se premie a cualquier película, lo único que señalo es que hay que tener claro que son los premios de la industria... Y lo que nos gusta una buena gala de premios, añado.

Dimensión planetaria

Que el cine norteamericano campa a sus anchas por todo el planeta es una realidad y que han conseguido exportar ideas y corrientes de pensamiento a través de él, también lo eso, pero es cierto que los Oscars tienen esa parte hipnótica que prácticamente nos obliga a estar atentos a lo que sucede en ellos y ver a qué películas se premia (filmes que, por otra parte, consiguen otro recorrido en las salas de cine). Y por eso también no hay excesivas quejas sobre lo larga que puede ser la ceremonia por ejemplo y se muestra alguna denuncia pero sin levantar mucho la voz. En los Oscars, principalmente, se está a lo que está.

Este año puede haber dos hasta tres triunfos españoles, dos en torno a La sociedad de la nieve y Robot Dreams. Ambas ya salieron triunfadoras de la última edición de los Goya. Unos premios que se crearon ya en los 80 a imagen y semejanza de los Oscars y que, justo es reconocerlo, han conseguido un recorrido y un reconocimiento probablemente muy por encima del que tiene el propio cine español al que premian. Contradicciones de un sistema en el que hay hueco para todo lo que le guste al público mayoritariamente y hay cada vez menos a aquello que está en los márgenes o que, al menos, no es tan popular. No estar en la industria, es obvio, te impide aspirar a salir triunfador de los Oscars y de los Goya. Al menos te quita muchas posibilidades, pero todos sabemos a qué estamos jugando, los que hacen cine y los que no nos perdemos las galas por ese poder hipnótico del que hablaba.

Ayudas y no ayudas

Es un tema que aburre y es muy cansino el de las ayudas a las producciones. Sobre todo por esa tendencia a politizarlo todo._Ha corrido como la pólvora la idea de que el cine estadounidense no está subvencionado. Algo que es mentira como también se ha demostrado en los debates que se han ido dando en esas redes. Es curioso de todas formas como los que critican las ayudas culturales al cine comparan a España con Estados Unidos (no, no son industrias comparables se pongan como se pongan ni tienen las mismas posibilidades de subsistencia) y no lo hacen con Francia, por ejemplo, que sería un país más a nuestro alcance. La respuesta es también obvia, el país vecino cuenta con un notable sistema de ayudas que no solo ayuda a la pervivencia del ecosistema del séptimo arte galo sino que contribuye a que los franceses quieran a su cine y lo respeten porque se dan cuenta que les ayuda a ser mejor sociedad. Disfruten de la gala de los Oscars. 

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