OPINIÓN

Guardando las distancias: Aragón, el cine y las mujeres

 ¿Por qué no tener en cuenta lo que las cineastas puedan contar? 

'Muyeres’, de Marta Lallana.

'Muyeres’, de Marta Lallana. / EL PERIÓDICO

Daniel Monserrat

Daniel Monserrat

En los últimos años, el cine aragonés se escribe con nombre de mujer. Obviamente hay directores que siguen estando en la picota y continúan sacando adelante películas como puedan ser Miguel Ángel Lamata, Nacho G. Velilla (o incluso, a otro nivel Javier Macipe) solo por nombrar algunos, pero la realidad es que en los últimos tiempos se ha dado la irrupción con fuerza de valores femeninos en el mundo del cine. Aunque no es necesario especificar me refiero a personas como Pilar Palomero, Paula Ortiz, Marta Lallana, Nata Moreno... Y, al mismo tiempo, son mujeres que han conseguido acceder al largometraje y de forma exitosa en lo que puede considerarse una Edad de oro del cine aragonés, refrendada por numerosos galardones (o en su caso, nominaciones) en los premios nacionales por excelencia, los Goya y los Feroz.

No es casualidad que empiecen a despuntar en el cine aragonés cineastas de un gran nivel, lo que nos debe llevar a una conclusión clara, la calidad ya existía, estaba ahí, y solo había que encontrar una manera de que saliera a la luz ese talento. A Paula Ortiz le costó muchísimo levantar 'De tu ventana a la mía' y 'La novia', y mucho más aún 'Teresa', pero ha conseguido que ya se hable de un universo Paula Ortiz y, sobre todo, ha logrado demostrar que desde Aragón se pueden hacer cosas, además de exportar talento.

Aunque pareció una sorpresa que Pilar Palomero deslumbrara con 'Las niñas', la realidad es que su trayectoria en el cortometraje ya dejaba claro que estaba llamada (si las circunstancias se daban) a llegar muy lejos. Arrasó en los Goya, en los Feroz y con 'La maternal', su segundo filme, se quedó también muy cerca de los premios en un año muy complicado.

Sin hacer ruido

Marta Lallana entró sin hacer ruido en su primer filme, 'Ojos Negros', con el que logró un galardón ya en el Festival de Málaga, y, ahora ha vuelto al largometraje con 'Muyeres'. Una historia centrada en Asturias en una lucha por la pervivencia de la tradición oral que sorprendió en Shanghái, un festival incluido en la clase A mundial, y también en la Seminci. Y qué decir de Nata Moreno, ganadora del Goya a documental, por el que le dedicó al violinista Ara Malikian y que con su último cortometraje, 'Madreselva', ha ido recorriendo muchos festivales con éxito. Sonó incluso para ser nominado a los Goya, pero finalmente no lo ha sido.

Son solo cuatro ejemplos de mujeres cineastas aragonesas que no solo atesoran calidad y talento sino que han conseguido que este trascendiera y atravesara fronteras artificiales impuesta por la propia sociedad.

Y no debemos obviar que el cine gana con la presencia de más mujeres directoras, de cineastas que puedan contar historias desde su punto de vista. Ni mejor ni peor, pero diferente. No podemos permitirnos el lujo de vivir en una sociedad en la que el pensamiento de la mitad de la población no acaba de ser reflejado completamente en las expresiones culturales. Algo que es sin duda el termómetro de la salud de un país.

Cuando uno se enfrenta a la tarea de hacer cine y, por consiguiente, de verlo, se está dando de bruces con su propia realidad, con sus propios pensamientos y con una forma de entender la realidad alejada o no de lo que cree en primera persona. Y es ahí, en esos márgenes, cuando crecemos como seres humanos. ¿Por qué entonces no tener en cuenta lo que las cineastas puedan contar? 

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