CRÍTICA

Los libros aragoneses de Domingo Buesa: La lucha de las mujeres en las Bellas Artes

Concha Lomba Serrano lleva años trabajando en recuperar la memoria y la obra de las mujeres que formaron parte del mundo de la creación artística

La profesora Concha Lomba Serrano.

La profesora Concha Lomba Serrano. / El Periódico

Domingo Buesa

Domingo Buesa

Concha Lomba Serrano lleva años trabajando en recuperar la memoria y la obra de las mujeres que, en los últimos siglos, formaron parte del mundo de la creación artística. A su brillante y tenaz investigación han sucedido publicaciones, conferencias y muestras que nos han regalado la recuperación de una parte importante de la cultura española, de ese entorno femenino contra cuyo marginamiento clama la gran Concepción Arenal en 1895 (Boletín de la Institución Libre de Enseñanza, 31 de agosto) cuando se pone a reflexionar sobre el 'Estado de la mujer en España', texto que les aconsejo leer.

Como les decía, Concha Lomba, catedrática de arte de nuestra Universidad y prestigiosa Facultativa del cuerpo nacional de Museos (asunto a no olvidar), viene compartiendo con nosotros estos descubrimientos. A finales del año pasado, veinte años después de esa recordada exposición, nos llegaba esta publicación de la profesora Lomba que se titula 'Emergiendo del eclipse. Las artistas en la España Contemporánea. 1800-1940'; que es la laudatio que se pronunció en la sesión solemne de la festividad de san Braulio.

Volviendo a esta magnífica conferencia, tengo que decirles que en ella nos introduce al tema reflexionando sobre el estado del arte español, desde 1800 a 1940. En sus páginas podemos conocer la posición, sostenida en aquellos años. Y luego, entra ya en materia especifica y nos plantea dos bloques de análisis: esa simbiosis de mujer-artista y, luego, el relato historiográfico del tema, en el segundo bloque. A la profesora Lomba le interesa responder a curiosas y sugerentes preguntas: ¿quiénes eran ellas? Descubriendo su fortaleza ante las prohibiciones, señalando la apertura que se siente en 1927, la irrupción en las salas de exposiciones y, por supuesto, el drama de vivir la guerra. La segunda pregunta: ¿Cómo era su calidad artística?, se responde afirmando que era tan notable que supieron organizar un universo icónico similar a los de los hombres. Si pensamos, ¿buscaban una identidad? Es claro que podemos recordar sus retratos que a partir de 1927 se convierten en el símbolo de la mujer moderna. Si la pregunta es saber cómo vivieron el final de su sueño, la respuesta es saber que fue interrumpido por un nuevo gobierno que las castigó por haber sido artistas que se mantuvieron leales al gobierno republicano. El final de ese sueño fue la obligación de vivir el imperante lenguaje artístico y la obligación de abandonar cualquier poética de vanguardia. Como concluye la profesora Lomba, con una frase magnifica y veraz, «el tiempo de las mujeres libres había concluido, también el de nuestras protagonistas». 

La lectura de este magnífico trabajo, en el que disfrutarán de una moderna visión, nos recuerda la trayectoria de unas mujeres marginadas. Por ejemplo, en la Escuela Especial de Pintura de Madrid donde no podían matricularse hasta el curso de 1878. Unos años después, en 1881, el Ayuntamiento de Zaragoza otorgaba su primera pensión económica a una mujer para estudios artísticos, con 1.500 pesetas anuales. El año anterior, entre los 257 fundadores del Círculo de Bellas Artes de Madrid, no hubo ninguna mujer. Y en 1887, ante las protestas por no conceder en la Exposición Nacional menciones honoríficas el jurado aseguró que se lo impedía el reglamento aunque confesaron que alguna expositora podría haberse llevado la medalla del tercer premio.

Esta conclusión tan terrible se contrapone con la vida, la ilusión, el trabajo y la calidad de todas esas mujeres de las que nos habla Lomba que, tengo que recordarles, ya trató el tema en su magistral discurso de ingreso en la Real Academia de Bellas Artes de San Luis de Zaragoza sobre 'Las mujeres y las Academias de Bellas Artes' (2023), instituciones que mientras los demás lo impedían no tuvieron problema en dejar acceder a sus escuelas a las mujeres, caso de la de San Luis de Zaragoza que ya tenía alumnas en las clases de pintura en 1792.

Suscríbete para seguir leyendo