CRÍTICA

Los libros aragoneses de Domingo Buesa: Mujeres y oficios en la Zaragoza de ayer

El libro de Marian Rebolledo habla de esas mujeres que han contribuido a consolidar nuestra realidad social, económica, personal o cultural

Marián Rebolledo en una imagen de la presentación del libro de la DPZ.

Marián Rebolledo en una imagen de la presentación del libro de la DPZ. / María Muñoz

Domingo Buesa

Domingo Buesa

En los últimos años hemos asistido a la edición de algunos libros que ponían el foco en el tema de la mujer en el mundo laboral. Una cuestión que me recuerda que, aunque no se valore, la mujer ha desarrollado un trabajo fundamental en las casas, manteniendo y construyendo la familia sin ninguna contraprestación económica. Si nos faltan trabajos que valoren este asunto ignorado injustamente, es cierto que ya tenemos libros que nos permiten conocer la historia de muchas mujeres que trabajaron en el entramado económico de la sociedad. Como punto de partida es bueno recordar que la creación en 1985 del Instituto de Investigaciones Feministas, ligado a la Universidad Complutense de Madrid, abrió la posibilidad de que hubiera investigadores que se ocupen de estos asuntos. Investigadores y muchos movimientos colectivos que, como los de Gijón, publican en el año 2008 un curioso compendio de trabajos sobre 'Oficios de mujeres silenciadas. El altavoz de las voces dormidas' (CICEES, Gijón). 

A partir de aquí hay momentos de apogeo que personalizan instituciones como la Universidad de Valladolid que organizó una línea de trabajo atendiendo, de manera más científica, a estos asuntos. En esta tarea debemos situar el libro 'Oficios y saberes de mujeres', (Valladolid, 2002) que fue coordinado por Rosa María Cid que hacía un brillante análisis de 'La historia de las mujeres y la historia social: reflexiones desde la historia antigua', que hemos utilizado muchas veces los historiadores. Y también el de 'Las mujeres en la Universidad de Valladolid' (coordinado por Rocío Anguita, 2003), incluso la edición del discurso 'Todos deberíamos ser feministas' (Valladolid, 2015), de la nigeriana Chimamanda Ngozi Adichie que concluía diciendo que hay que hacer “un mundo de hombres y mujeres más felices y más honestos consigo mismos”. Todo ello sin olvidar un trabajo que me creó la sensación de que era una crónica de lo que habíamos perdido en el mundo del arte español, el titulado 'Doblemente huérfanas: artistas castellanas en la plástica de postguerra', escrito por Cristina García Cuesta (2022), que explica la andadura personal y artística de una docena de mujeres que no pudieron construirse como grandes artistas por el propio hecho de ser mujer.

Como ven, hay reflexiones que nos alertan de la importancia de este tema, que en nuestra comunidad no se había tratado con exceso. Por eso, es muy de agradecer el libro de la periodista Marián Rebolledo que nos habla de esas mujeres que han contribuido decididamente a nuestra realidad social, económica, personal o cultural. Y además, hay que agradecer la veracidad, la delicadeza y la elegancia con la que se plantea recuperar el pasado para hacérnoslo llegar en un libro que, me van a permitir, que califique de “precioso”, porque han sabido construir -cosa a la que nos tienen acostumbrados los buenos profesionales de Estudio Novo- un espacio de lectura en el que la palabra se integra con la imagen y va discurriendo por unas páginas en las que el color y los detalles florales se hacen cercanas y acercan el mensaje. Un mensaje que es claro y rotundo: es necesario que demos la palabra a esas mujeres que desarrollaron trabajos de bajo nivel, como los califica la autora, y que lo hagamos con sus escritos, sus trabajos e incluso con sus hijos y nietos que nos traen la inmensa gratitud que tienen hacia ellas. 

Sin duda es un libro en primera persona, un diálogo con algunas mujeres que desarrollaron en su vida oficios femeninos que ya no existen. Encontrarán oficios del mundo rural, como la jornalera Sacramento García de Pastriz, la amortajadora Asunción Bergüés de Sádaba, la labradora Natividad Hernández de Tosos, la vajillera María Relancio de Brea. Podrán bucear por ese mundo de las que salieron de sus pueblos a servir, por el de las modistas como la pantalonera Celia San Gil de Casetas, madrilleras, tabaqueras como la Serafina de El Tubo, lavanderas, porteras, estraperlistas (como Elisa o Nati Casanova y las reinas de las varietés, con los escenarios de El Plata y El Oasis, entre las que destaca especialmente la gran cupletista Corita Viamonte, a la que dedica una interesante reflexión bibliográfica, junto a Merche Navarro, Lita Claver “La Maña” o Tina Luján. 

Y concluye el libro con la querida Josefina Lanuza, locutora de Radio Huesca, que abre el último apartado de las mujeres urbanas que lograban ser independientes como las telefonistas (Pepita Gómez) o las taquilleras (Ana Colás), incluso las taquimecanógrafas (Mara Rodríguez) o las comadronas (Dorotea Arnal de Casetas). En esos nombres también queremos rendir homenaje a esas mujeres que contribuyeron como nadie al progreso del país. Lo ha contado con mucha gracia y con sentimiento Marián Rebolledo, que ha escrito importantes trabajos sobre nuestra identidad aragonesa, tarea a la que contribuye esta publicación de la Diputación Provincial de Zaragoza.

Suscríbete para seguir leyendo