LIBROS

Pablo Rivero: "Es una pena que se use la debilidad de los mayores para sacar partido"

El actor y escritor presentó esta semana en el Ámbito Cultural de El Corte Inglés de Zaragoza su novela 'La matriarca'

Pablo Rivero en una anterior visita a la capital aragonesa.

Pablo Rivero en una anterior visita a la capital aragonesa. / Miguel Ángel Gracia

Naiare Rodríguez Pérez / Efe

El actor y escritor Pablo Rivero cree que "es una pena que se use la debilidad de los mayores para sacar partido" cuando "antes se les veneraba porque eran los que tenían la experiencia". Rivero ha presentado en Zaragoza su nueva novela 'La matriarca', y ha defendido que se da por sentado que todo el mundo está adaptado y entiende los avances, cuando no es así, y ha lamentado que parezca que todo esté diseñado "para excluir".

-¿Cómo se ha enfrentado a este nuevo libro?

-Desde la pasión y las ganas de contar esta historia, que la tenía en la recámara como parte de cerrar el ciclo que comencé con 'La cría', donde hablaba de la exposición de los menores en redes sociales. Al final, son los más frágiles de nuestra sociedad. Tenía el runrún del ciclo de la vida. Y yo empecé a tener algunos episodios negativos relacionados con la brecha digital, como no saber desenvolverme en las redes o en las aplicaciones, con muchos timos. Cuando lo compartía con mis mayores, me decían "imagínate nosotros, que hemos caído de sopetón en estos cambios y parece que todo está diseñado para excluirnos y aprovecharse". Ese es el motor para este libro reivindicativo y de 'thriller'.

-¿La sociedad cuenta con todo el mundo o tiene ciudadanos de primera y de segunda?

-No, para nada, no cuenta con todo el mundo. Les pasa a los mayores y también a la gente de mi generación. Me pasa con el trabajo, por ejemplo. Cuando tienes que conectarte en directo para algunas reuniones o para un festival, donde te piden que lo hagas de una forma en concreto. Me doy cuenta de que me quedo atrás y no sé de lo que me hablan. De repente, te das cuenta de que no puedes acceder a muchas cosas. Se da por sentado que todos estamos adaptados o que entiendes, y no. Si lo pienso conmigo, imagínate con mis padres respecto a los contratos, los bancos, los gestores virtuales, los billetes... Hay un punto en el que creo que se hace para que no puedas reclamar.

-Esto desemboca en que estas personas puedan sentirse inútiles o poco valoradas.

-Totalmente. Para mí esa es la paradoja, por eso no es arbitrario el título, 'La matriarca'. Ella representa a alguien que ha sido la líder en casa y ha llevado las riendas de la familia con su trabajo y, sin embargo, han intentado torearla y hacerla sentir nada resolutiva. Es una pena que se use la debilidad de los mayores para sacar partido.

-Este libro es un 'thriller' costumbrista porque, al final, las cosas más cotidianas son las que pueden dar más miedo.

-El 'thriller' lo constituyo a partir de cosas que pueden pasar o que han pasado. Por eso creo que la gente se identifica con los personajes y las situaciones, porque es algo factible. En el libro hay dos campos fundamentales, y es que se desenvuelve en un grupo de vecinos y un grupo familiar. La mayoría de los crímenes tienen que ver con el entorno de la víctima y eso tiene que ver con la convivencia.

-Pone a una mujer mayor en el centro de la historia. ¿Por qué le interesaba hacer este homenaje a esas mujeres de familia?

-Me interesaba esa figura de una mujer que ha trabajado tanto fuera de casa como dentro y que se ha encargado de su familia. Es alguien a quien yo identifico con mi abuela o mi madre. Me parece que era una forma de hablar de ellas y darles voz. Hay muchas mujeres que han tenido que luchar como titanes y se debe dejar de pensar que las mujeres mayores son abuelitas que no se enteran de nada porque, en realidad, te dan mil vueltas. No intentes engañarla porque su intuición nunca falla. Ahora se cree que los abuelitos ya no sirven cuando hace años se les veneraba porque eran los que tenían la experiencia.

-Se habla de su exposición en redes sociales. ¿Por qué no los tenemos tanto en cuenta como a los menores?

-En 'La matriarca' hablo de la contraposición de la innovación con la tradición. Lo hago en el terreno residencial y en lo tecnológico, entre otros. El barrio va cambiando con mucha inmigración y se va adaptando, lo mismo que pasa con cómo nos hemos ido adaptando a las nuevas tecnologías y a los avances digitales. Lo hemos hecho de una manera ciega y haciéndolo muy habitual. Igual que pasa con los niños, se hace con los mayores y se les expone. Lo bonito del libro es que puedo poner a dos personajes contrapuestos. Por un lado, está la teniente de la Guardia Civil, que aboga mucho por el respeto y el sentido del ridículo y cuestiona hasta qué punto se puede comercializar con los mayores. Enfrente pongo a la hija, que reivindica que es un código con su madre y que es habitual. Al final, es un reflejo de la sociedad y de cómo nos enfrentamos a las redes y a la privacidad.

-¿Cuál es el aprendizaje que se lleva de 'La matriarca'?

-Lo que reivindico es que vamos corriendo y no pensamos en los mayores porque estamos ocupados. Les exigimos y no tenemos paciencia, así que el hecho de profundizar en este tema me ha hecho parar y darme cuenta. Buscaba también generar más empatía hacia la inmigración y a todos los personajes que aparecen. Hay muchos lectores que me comparten que gracias a este libro han hablado con sus familias, se han abrazado o han aprendido, y con eso me quedo.