LIBROS

Gonzalo Giner ('La sombra de los sueños') en Zaragoza: "La novela es un ejercicio de ilusionismo"

El escritor acaba de publicar su último libro, una obra con mucho ritmo de acción, aventuras y conspiraciones en torno a la figura legendaria de Saladino, sultán de Egipto

El escritor y veterinario Gonzalo Giner con su novela ‘La sombra de los sueños’, en su reciente visita a Zaragoza.

El escritor y veterinario Gonzalo Giner con su novela ‘La sombra de los sueños’, en su reciente visita a Zaragoza. / LAURA TRIVES

Daniel Monserrat

Daniel Monserrat

Los primeros capítulos ya marcan el ritmo trepidante de la novela, de París a Egipto, luego a Munich, se salta a un emirato árabe, a Siria,... «Hay un montón de escenarios», explica Gonzalo Giner, que reivindica su importancia: «Me gustan mucho las novelas de viajes, así que en casi todas mis obras hago el recorrido vital del personaje y le hago viajar no solamente desde el punto de vista físico sino también con sus encuentros con otros personajes o por las tramas que van a un lado o a otro». Eso hace que, por ejemplo, 'La sombra de los sueños' (Planeta), dentro de su convivencia con varios géneros literarios, sea también un libro de viajes. El escritor y veterinario presentó esta semana en Ámbito Cultural de El Corte Inglés su nueva novela con la que aspira a conquistar una vez más a millones de lectores.

«La novela arranca en un intento de robo en el Museo de Orsay de París por parte de una mujer de 34 años bien vestida y que declara en voz alta que va a robar el cuadro delante de todo el mundo. Ahí empieza esta novela que tiene mucho que ver con el ilusionismo, ella desvía la atención de quien le mira para hacer otra cosa que no vea. Pero es que casi todos los personajes importantes de este libro, cinco, practican técnicas de ilusionismo aunque no sepan que lo están haciendo», explica Giner, antes de dar un paso más en su argumentos:_«De hecho, la novela en sí misma es todo un ejercicio de ilusionismo. Yo voy a intentar desviar la atención del lector y hasta el final no se dará cuenta de que el truco no era nada de lo que estaba viendo», dice con mucha cautela ya que no quiere desvelar el final «que sorprende a todo el mundo».

La novela y Saladino

Por ese mismo motivo tampoco quiere hablar del origen de la novela y su relación con Saladino, el sultán egipcio que llegó a unificar a todo el Islam en 1181. «Es un personaje que me atrajo desde hace mucho tiempo. Conocemos lo que nos han contado de las cruzadas nuestros escritores o los que las vivieron desde nuestro lado, pero ¿cómo se vivieron desde el otro lado? Porque, además, de las ocho que hubo ganaron ellos más que nosotros y ahí es donde aparece Saladino», afirma. Pero lo que le acabó de convencer para fijarse en el sultán fue un libro escrito por un pakistaní: «En él, hacía referencia al correo privado con su asesor más importante, el cordobés Maimónides. Ahí se descubre a la persona con todas sus debilidades, aficiones, sueños… Y vi que merecía la pena explicar un poco de su vida», asegura.

En La sombra de los sueños, Sarah Ludwig es una sofisticada ladrona de arte. Tras su último robo, un valioso Manet, contacta con ella el emir Jalid bin Ayub, un apasionado amante de los caballos que, conquistado por su talento, le pide ayuda para llevar a cabo un objetivo increíblemente ambicioso y arriesgado. Para lograrlo, Jalid necesita emprender también una compleja excavación en una convulsa Siria y reunir el empeño de un hombre de ciencia, corto en escrúpulos y con escasos límites éticos a la hora de proceder. Solo así, el emir podrá hacer realidad una larga obsesión con la que pretende sorprender al mundo y reescribir el pasado: revivir a Shujae, la legendaria yegua de Saladino.

«El musulmán tenía dos grandes pasiones: la fe islámica y los caballos. Él habla de su yegua varias veces, la montaba sin silla porque necesitaba sentir su energía. Eso me llevó a plantearme qué ha pasado con esos grandes caballos que tuvieron tanto nombre como sus propios jinetes, Marengo, Incitatus, Bucéfalo o Palomo. En la novela, el caballo va a unir el siglo XII con el actual porque alguien va a buscar los restos», revela el propio Gonzalo Giner.

Unificación del Islam

El que el protagonista de la novela sea Saladino, que consiguió unificar a todo el islam, la hace muy actual, tal y como dice su autor:_«Cuando entra en Jerusalén, le manda un correo a Maimónedes donde hace un reflexión en la que se pregunta cuándo llegará el momento en el que los cristianos, los musulmanes y los judíos podamos convivir. Es un hombre curioso, no he querido blanquearlo pero tiene algún motivo para ello. En la primera cruzada, los cristianos cuando entraron en Jerusalén mataron a todos; él entra en Jerusalén 90 años después y dice que no se mate a nadie, que respetan la vida a todo el mundo y les da una posibilidad para salir aunque les permite quedarse a los que quieran», relata antes de revelar un hecho histórico que se mantiene a día de hoy:«Él nombró a una familia para que fuera la depositaria de las llaves del Santo Sepulcro de Jerusalén y se mantiene esa familia como depositaria. Todos los días lo abre y lo cierra un musulmán. Lo hizo así para que se dieran cuenta los cristianos que iban a estar protegidos y no les iba a pasar nada».

No es casi hasta el final de la entrevista cuando aparece el título de la novela, La sombra de los sueños, ¿una declaración de intenciones?_«Hay una especie de mantra de pelear por los sueños, pero no todos los sueños son luminosos. Estos cinco personajes que capitanean el protagonismo en la trama coinciden en tener sueños ambiciosos, pero tienen que atravesar líneas rojas para conseguirlos. Ese es el debate y la reflexión que me gustaría provocar en el lector pero que quede claro que es una novela de aventuras… ¿Qué somos capaces de hacer para cumplir un sueño y si lo sobrepasaríamos?», concluye el escritor esperanzado en que su novela se convierta en una serie, «lo tiene todo y es muy televisiva. Desde luego es la que más veo yo de las mías que puede ser audiovisual, con la de sitios y tramas que hay en el libro, lo veo claro». 

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