MÚSICA

Los discos de Javier Losilla: El cielo es un lugar donde nunca pasa nada

Los que proponemos hoy no son seis de los siete círculos del ‘infierno’, de Dante. Pero en ellos, al contrario que en el paraíso, sí que ocurren cosas

Catherine Graindorge en una imagen promocional.

Catherine Graindorge en una imagen promocional. / ELIE RABNINOVTICH

Javier Losilla

Javier Losilla

«Todo el mundo intenta llegar al bar. Un bar llamado Cielo. La banda en el Cielo toca mi canción favorita. Tócala otra vez. Tócala toda la noche». Con el ritmo de Talking Heads (de este grupo hablaremos más adelante) comenzamos. En el cielo nunca pasa nada; aquí, como en Cataluña, sí que pasan cosas. Muchas. Por ejemplo, en el disco 'Songs for The Dead' (Tak:til/ Glitterbeat), de la cantante e instrumentista belga Catherine Graindorge. Es un álbum hermoso, inspirado en sus textos por la mitología griega y los poetas de la generación Beat. Musicalmente armado con viola, teclados, armonio, violín, bajo, piano y batería, combina las piezas instrumentales con las cantadas e incluso recitadas. Canciones como 'Eurydice' y 'Orpheus’ Head' cuentan con la voz espléndida de Simon Huw Jones (de And Also the Trees), quien les proporciona el brillo del mejor Nick Cave. 'This Is A Dream' recoge el poema 'The Dream Record', de Allen Ginsberg. En 'Joan', Catherine canta, casi susurrando, «En un jardín de rosas / hay sangre sobre mis hombros / hay plomo en mi cerebro». Y Simon, con los coros de Catherine y su hija Lula Rabinovitch, aborda 'Time Is Broken', el emocionante cierre: «Oculta como una sirena / intentando encontrar el camino». 'Songs for The Dead' es un álbum sobre la pérdida, el amor y el dolor, repleto de atmósferas envolventes y detallistas, inquietantes y perturbadoras, logradas con una singular tímbrica instrumental. ¡Bravo!

«Ya ni siquiera me gusta lo que me gusta», canta Phosphorescent, alias artístico de Matthew Houck, en 'Revelator' (Verve / Universal), su nuevo álbum. Menos melódica que sus dos últimas grabaciones, la que nos ocupa es una apuesta épica y formal, aunque en ocasiones se muestre divertida. Su anclaje country y americana es trascendido por los vientos que sopla la psicodelia. Autorreflexivo, en busca de una reinvención, Phosphorescent canta a la tristeza con voz serenísima. Su lirismo es arrollador, envuelto en sintetizadores, cuerdas y guitarras. «El tiempo es un cuervo con el pico de sangre, llorando a las siete de la mañana» no es precisamente un verso esperanzador, pero diríase que su autor disfruta sufriendo. La sincopada 'A Moon Behind The Clouds' es la muestra más evidente. 'To Get Is Right', la pieza con la que finaliza el repertorio es musicalmente arrolladora, subiendo poco a poco de intensidad mientras escuchamos: «Las luces de la ciudad brillan sobre ti / es una hermosa noche en la avenida / es una pesadilla completa». Un tipo peculiar, este Matthew.

Ruper Ordorika y Jemba Groove

En 2008, ese francotirador del rock cantado en euskera, poeta y fronterizo (mugalari) llamado Ruper Ordorika, publicó 'Bakarka (En solitario)', y así se mostraba en el disco. Repite ahora título, pero añadiéndole bi, por lo que 'Bakarka bi' (Elkar) es su segundo disco en solitario. Las sensaciones que Ruper transmite solo con guitarra y voz, como un Neil Young euskaldun, son extraordinarias. Sus textos no están escritos en el aire (en ocasiones recurre a los de su amigo el poeta Joseba Sarrionandia) y sus músicas ofrecen un atemperado sonido urbano. Revisa a Daniel Johston, sobresale en 'Aingeru guardakoa', e 'Izen zaharrak' suena a himno sobre la memoria, cantado sobre lo que parece una nota pedal con ecos de txalaparta. Bai.

Una arrolladora combinación de jazz y música highlife, de Ghana, propone 'Ye Ankasa / We ourselves' (Agogo Records), el segundo disco de Jemba Groove, grupo ghanés afincado en Berlín. Cuenta con las colaboraciones de l músico afrofuturista Kweku Sackey y de Gyedu Blay Ambolley, unas de las luminarias de la escena highlife de los años 70 y 80. Un álbum vibrante, inspirador y repleto de detalles.

Paco de Lucía y Talking Heads

En abril de 1991, el guitarrista Paco de Lucía hizo realidad un largo y acariciado sueño: grabar en directo el 'Concierto de Aranjuez', del Maestro Rodrigo. Lo llevó a cabo con la Orquesta de Cadaqués, dirigida por Edmon Colomer, en el Teatro Bulevar de la Casa de la Cultura de Torrelodones. Su extraordinaria interpretación, como dijo un crítico de la época, estuvo repleta de «sensibilidad, precisión y delicadeza». Esa grabación se ha reeditado ahora, remasterizada, y en su versión más completa incluye además tres piezas de las que Paco, con José María Bandera y Juan Manuel Cañizares, tocó en la segunda parte de la velada, y otras tres de la suite 'Iberia', de Albéniz, registradas en estudio por los mismos intérpretes, con unos arrebatadores arreglos de Cañizares. Un amplio libreto da buena cuenta de los entresijos del proyecto que llevó a Paco al 'Concierto de Aranjuez'.

Casi nadie pone en duda el irresistible concierto de Talking Heads 'Stop Making Sense' (1984), un modelo de puesta en escena y ejecución, y que el documental resultante, dirigido por Jonathan Demme, es excelente. Pues bien, de eso hace 40 años, y con motivo de tan señalada efeméride se ha editado un disco colectivo en el que artistas muy distintos recrean las canciones de aquella actuación: 'Everyone’s Getting Involved - A Stop Making Sense Tribute Album' (A24 / Popstock!) Y como ocurre con todos los tributos, hay aciertos notables y revisiones insulsas. Abundan los primeros. Miley Cyrus, The Linda Lindas, Paramore, Badbadnotgood, Kevin Abstract, Toro i Moi, Lorde con su versión calentrorra de 'Take Me To The River', Chicano Batman... Al meterse en jardines ajenos conviene ser cuidadoso para no pisotear las flores. 

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