OPINIÓN

Guardando las distancias: ¿Hemos enterrado el Jardín de Invierno?

No utilizar un espacio recuperado como este sería una gran pérdida

El Jardín de Invierno durante un concierto en las últimas Fiestas del Pilar.

El Jardín de Invierno durante un concierto en las últimas Fiestas del Pilar. / EL PERIÓDICO

Daniel Monserrat

Daniel Monserrat

En verano de 2021 cuando parecía que la pandemia estaba remitiendo en cierta manera (aunque aún quedaban meses de sufrimiento) y cuando la cultura estaba paralizada casi al completo, surgió el festival Música al raso con una premisa que enseguida convenció a todo el mundo, recuperar el Jardín de Invierno del parque Grande José Antonio Labordeta. Es un espacio único, en medio de la ciudad, que inexplicablemente se había estado desaprovechando desde hacía demasiados años y que con el surgimiento de este festival recuperó su protagonismo. Algo que se refrendó en las Fiestas del Pilar sucesivas donde se ha programado, y con bastante buen tino, en el Jardín de Invierno.

Hace unos días se presentó la cuarta edición del Festival Música al raso que ha quedado reducida a tres conciertos y acotado a un fin de semana... en la plaza San Bruno. Es decir, se reduce de una manera considerable la actividad del ciclo_(llamarlo festival ya parece hasta algo un poco irreal) y desaparece el Jardín de Invierno.

¿Y las Fiestas del Pilar?

Que Música al raso es una cita venida a menos a la que cada vez se le está destinando menor presupuesto (y, ojo, que solo lleva cuatro ediciones) es un hecho y parece claro que no parece ser una apuesta que cuente con gran predicamento en la política cultural de esta nueva legislatura con Natalia Chueca al frente (aunque se mantenga la responsable del área de Cultura, Sara Fernández). Pero, más allá de eso, que, como todo, es debatible y discutible, no utilizar el Jardín de Invierno es una gran pérdida para la ciudad. Entiendo que se mantendrá su programación durante las Fiestas del Pilar, aunque, a día de hoy, es una incógnita.

En tiempos en los que parece que Zaragoza ha entrado en una carrera por levantar nuevos recintos con proyectos como el de la nueva Romareda (con la vista puesta, según los gobernantes, en atraer conciertos internacionales) o el del WiZink zaragozano que iría en los suelos del Portillo, cuesta entender, desde el punto de vista cultural que, cuando llega el buen tiempo, se desaproveche la oportunidad de utilizar un recinto como el Jardín de Invierno.

Velocidad a ritmo vertiginoso

Quizá es que, acorde con el siglo XXI que estamos viviendo en el que solo se pide velocidad y cambiar el rumbo de todo cada poco tiempo para demostrar que hay un movimiento discutible, ya no tenga cabida la consolidación de proyectos como el de un espacio como este al que Zaragoza ha vivido de espaldas demasiado tiempo. Ya desapareció el Rincón de Goya (sin que se hiciera demasiado ruido), no creo que fuera muy perdonable que una vez que se ha conseguido revitalizar el Jardín de Invierno, volvamos a sepultarlo en el olvido.

No sé qué pasará y me cuesta trabajo imaginarme lo que puede pasar porque ando un poco despistado con ciertas decisiones, pero teniendo ya un recinto como el Príncipe Felipe y otro como la sala Multiusos del Auditorio solo por nombrar dos, no entendería que apostáramos por crear un nuevo WiZink (que no promete nada diferencial con respecto a lo que ya hay en la ciudad) y dejáramos de lado recintos que ya existen y están en funcionamiento con bastante éxito. Ojalá tengamos unas Fiestas del Pilar con música en el Jardín de Invierno para empezar, pero lo deseable sería que tuviéramos una programación estable en el espacio durante esa temporada, la estival, en la que la cultura no sobra en la capital aragonesa.