El castillo de Peracense

La fortaleza de esta localidad turolense es una de las más espectaculares de Aragón

Castillo de Peracense, por Carlos Fernández

Castillo de Peracense, por Carlos Fernández / hp photosmart 720

Sergio Martínez Gil

Sergio Martínez Gil

Aragón cuenta con más de 500 posiciones fortificadas por todo su territorio, siendo algunas de ellas espectaculares castillos mejor o peor conservados y otras simples posiciones de fortificación, como por ejemplo el poco conocido castillo de Santa Bárbara de Zaragoza que domina desde las alturas el barrio de Valdespartera. Sin duda, cuando pensamos en castillos aragoneses a cualquiera le viene a la cabeza el de Loarre, una auténtica maravilla que además es el castillo románico mejor conservado de Europa y el que atrae más la atención, tanto de visitantes como de producciones cinematográficas.

Pero en los últimos años va cogiendo cada vez más fuerza el castillo de Peracense, que en su estilo propio y en mi opinión, nada tiene que envidiar a la imponente fortaleza oscense. Es conocido con el sobrenombre de la fortaleza roja dado el característico color de sus muros y de su propio entorno que lo hace todavía más espectacular. Está ubicado cerca de la localidad turolense de Peracense que da nombre al conjunto, aupado sobre una formación rocosa de rodeno muy escarpada en la prolongación sur de la Sierra Menera, junto al cerro de San Ginés, dominando desde allí parte del valle del río Jiloca.

Por las excavaciones arqueológicas que se han realizado en el emplazamiento se sabe que esa posición ha llegado a estar ocupada desde al menos la Edad del Bronce, y es entendible gracias a esa posición privilegiada sobre el entorno que la rodea. Parece que también estuvo habitado durante el periodo de dominio musulmán, al menos en los siglos X y XI, aunque no parece que existieran estructuras de cierta entidad. Es ya una vez conquistada esa zona por el reino de Aragón hacia el año 1150 cuando se empezará a construir el castillo de Peracense como una posición estratégica y defensiva de primer orden. Y es que no estaba lejos de la frontera con el reino de Castilla al oeste, mientras que al suroeste y al sur se encontraba muy cerca de los límites con dos señoríos independientes como eran los de Molina de Aragón y el Albarracín de los Azagra. Por lo tanto, era vital para los intereses del reino aragonés controlar esa zona y mantenerla defendida con la construcción de una fortaleza tan imponente como la de Peracense.

La siguiente fase constructiva del castillo llegó ya en el siglo XIV, momento en el que fue ampliado tras pasar a ser regido por la Comunidad de Aldeas de Daroca, llegando a tener una enorme importancia a mitad de ese siglo cuando estalla la Guerra de los dos Pedros (1356-1369) entre la Corona de Aragón y el reino de Castilla. Durante este largo conflicto, fue el rey castellano Pedro I el que normalmente llevó la iniciativa en las varias fases de las que consta esta guerra, llegando a conquistar ciudades como Tarazona, Calatayud y Teruel, e incluso viéndose muy comprometidas otras como Daroca o Valencia.

Quizás fue ese el momento de mayor importancia del castillo aguantando esa zona del frente, pero tras la guerra perdió buena parte de su protagonismo y llegó a convertirse en la prisión de la Comunidad de Aldeas de Daroca para, un tiempo después, acabar abandonado. Sin embargo, todavía quedaba un coletazo más a la historia del castillo de Peracense como fortaleza militar, y esto nos lleva ya al siglo XIX. A la muerte del rey Fernando VII en el año 1833 le siguió el estallido de una guerra civil que duró hasta 1840 y en la que estaban enfrentados los liberales que apoyaban a Isabel II como reina y los partidarios del hermano del difunto monarca, Carlos María Isidro de Borbón, y que querían mantener el Antiguo Régimen en España. En esa Primera Guerra Carlista Aragón se convirtió en frente de guerra, ya que el carlismo consiguió mucho arraigo en la zona del Maestrazgo de Teruel y también en Navarra, por lo que eran constantes los ataques carlistas en buena parte del territorio aragonés.

Por ello, el ejército liberal isabelino recuperó el castillo de Peracense como fortaleza militar para controlar la zona y para utilizarlo como base ante posibles ataques carlistas. Las instalaciones fueron adaptadas al modo de guerra de aquella época, lo que alteró en parte las murallas para poder utilizar artillería si era necesario mientras se eliminaron algunos edificios medievales para construir nuevas dependencias. Tras el conflicto fue nuevamente abandonado sufriendo el deterioro del paso del tiempo, hasta que desde el año 1987 se empezaron a acometer diversas actuaciones para restaurarlo y salvaguardar un patrimonio histórico singular que cada vez atrae a más visitantes y que, a buen seguro, acabará protagonizando también producciones cinematográficas como Loarre.

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