Tuvo que quedarse con nueve jugadores el Sevilla para que el Atlético empezase a creer en sus posibilidades de ganar un partido en el que durante más de una hora fue un enemigo de poco fuste. Un pistolero llamado González Vázquez repartió de lo lindo en forma de tarjetas y el campeón de la Supercopa de Europa se quedó sin sus dos centrales y a verlas venir ante un rival que sólo así pudo enchufarse a un choque que perdía desde el minuto 39. Maxi tuvo el acierto que les faltó a Torres y Agüero, y remontó con dos tantos en la recta final.

Que el Sevilla es un equipo con todas las de la ley era cosa sabida en el Calderón. Que había ansia de venganza después de lo de la temporada pasada --0-1 contra ocho jugadores rojiblancos--, también. Esos dos condicionantes pesaron lo suyo y el conjunto andaluz dejó bien claro para empezar que no llegaba a la cita con ánimo especulativo. Un equipo con el porte que gasta el sevillano no tiene por qué andar con remilgos a la hora de encarar los partidos.

No tardó ni 10 segundos en cortocircuitar al Atlético. Especialmente a Pablo, cerca de quedar perdido para la causa rojiblanca tras su amago de marcharse al Madrid. Abroncado continuamente, sus imprecisiones fueron constantes y uno de sus regalos acabó en el gol sevillista, obra de Renato tras un pase interior afortunado de Kanouté.

Nada más empezar el segundo tiempo fue expulsado Escudé. Y luego Navarro. Maxi dio la vuelta al marcador. Primero enganchó un gran derechazo y después remató a puerta vacía tras la única jugada potable de Torres.