Justo en el peor momento, cuando ya se había iniciado la cuenta atrás, cuando el reloj marcaba el minuto 91 del partido, la peña Laurentina se quedó sin imágenes. El proyector que reflejaba la señal de Aragón Televisión en una pantalla gigante se apagó para desesperación de los presentes, que echaron mano rápidamente de los transistores. Después de unos abucheos, de varias protestas, la sala intentó lo imposible, lograr un silencio suficiente para entender lo que transmitían los auriculares. Durante tres minutos, la incertidumbre. El sufrimiento a ciegas tiene un punto de crueldad. Algunos optan por llamar a alguien que lo estuviera viendo, bien en otro bar, en su casa o, incluso, en Écija. Entonces, regresa el sonido, se escucha la narración y los comentarios, pero no hay imagen. El público vuelve a cantar, aparece la imagen, un balón largo que le cae a Roberto, el delantero encara, no quiere perder tiempo, busca la portería y toca la pelota, suave, para marcar el último gol de la temporada, finalizar el partido, sellar el ascenso y hacer estallar la locura en Huesca.