La idea de la organización de Barcelona-2010 de trasladar las pruebas de marcha y maratón a las calles de la ciudad, con salida y llegada en el Passeig de Picasso, al lado del Parc de la Ciutadella, ha tenido una acogida desigual por parte de los deportistas afectados, que en general lamentan no poder llegar al Estadi Olímpic de Montjuïc para recibir el aplauso del público que sí tuvieron en el 92, por ejemplo, Fermín Cacho y el marchador Daniel Plaza. Uno de sus sucesores en los 20 kilómetros marcha, Juan Manuel Molina, noveno ayer en el circuito urbano de un kilómetro, fue crítico con la decisión tomada.

"Me hubiera gustado que hubieran consultado la opinión de los atletas porque yo, por ejemplo hubiera propuesto terminar en el estadio a pesar de que al final hay un kilómetro de mucha subida", aseguró el marchador murciano, que ayer se quedó lejos del bronce europeo que ganó en el 2002 en Múnich. El primer campeón del 2010, el ruso Stanislav Emelyanov, le sacó más de dos minutos.

Molina es uno de los muchos afectados a quien le hubiera gustado pisar el nuevo tartán azul de Montjuic. Lo mismo le sucederá hoy a María Vasco, que puede convertirse en la primera atleta española con medalla olímpica, mundial y europea. "Esto me da una motivación que no veas", reconoció ayer. Pero, como Molina, si pisa el tartán será para ir a recoger la medalla, no en su llegada triunfal.

El maratoniano Chema Martínez, que el domingo deberá dar cuatro vueltas a un circuito urbano de 10 kilómetros, con salida y llegada en el Passeig de Picasso, fue claro en su valoración. "Yo soy un poco masoca y hubiera preferido llegar a Montjuic, me da una rabia brutal no poder hacerlo", dijo el hombre que busca su tercera medalla europea, tras ser campeón y subcampeón de 10.000. "Yo subiría hasta donde haga falta para ganar otra medalla, y con el calor que hará ya vamos a sufrir", añadió Martínez.