Que varios días después de que se cerrara el mercado, salvo para jugadores en paro, el Real Zaragoza haya abierto, madurado e intente finalizar la negociación para contratar a Lanzaro, central italiano, serio, polivalente y expeditivo en defensa, justo como el perfil de equipo que está construyendo Gay, es un reconocimiento tácito de que el club no había hecho bien todo su trabajo hasta el 31 de agosto.

Prieto construyó una plantilla cortísima, con un once competitivo, pero expuesta a derrumbarse ante cualquier inconveniente físico y con varias lagunas. Falta un delantero, un organizador, recambios en los laterales y otro central, donde la necesidad es inaplazable. El no de Ponce, que iba a ocupar la ficha de Goni, a quien se dejó salir antes de que otro entrara, ha obligado a buscar soluciones de emergencia. Como los malos estudiantes, para septiembre.