¡Que alguien haga algo ya, por favor! Que el que puso donde está a Agapito Iglesias, al que la historia le recordará como el peor presidente que nunca jamás ha tenido el Real Zaragoza y le juzgará como el responsable máximo de provocar esta situación calamitosa, como el principio y final de todos los males que amenazan con hacer saltar por los aires a una entidad con 78 años de vida, lo quite de ahí cuanto antes por el mismo artículo que lo metió: por el artículo 33.

Que si quien puso donde está a Agapito Iglesias no se atreve ahora a apartarlo y él se empeña en no irse porque, en su estado de confusión permanente, continúa creyendo que bajo su dirección esto puede llegar a algún sitio que no sea a arder de nuevo (y lo peor, quizá para siempre) en el infierno, que alguien, quien sea, le convenza de que está en un error mayúsculo. Que el Real Zaragoza necesita un giro brusco inmediato, una limpieza a fondo, una purificación total de la cabeza a los pies.

Que si resulta que el propio presidente está atrapado en su propia red, porque saldría de donde está a la carrera y no sabe cómo hacerlo porque nadie quiere comprar su propiedad, que Dios ampare al Real Zaragoza, pero que mientras tanto alguien le diga a Gay que deje de decir cada vez que habla que es optimista y que ha visto lo que nadie ve porque empieza a resultar molesto.

Y que alguien que le quiera le diga también al técnico, que es un hombre tremendamente honrado, que lo que tiene que hacer es llamar a las cosas por su nombre de una vez por todas. Que ser leal y noble con quien te paga, nada tiene que ver con la sumisión y el acatamiento sistemático. Que para ser creíble ha de pedir, que debería haberlo hecho hace mucho tiempo, el fichaje de un puñado de jugadores de calidad porque con estos, la mayoría indignos de vestir la camiseta que visten, el equipo no se salvará. Y hasta que lleguen, rezar.

Y si Gay no lo hace, que venga otro ya y que lo haga. Porque si no, el Zaragoza bajará a Segunda y correrá riesgo de desaparecer para siempre.