Javier Aguirre volvió a ensayar ayer en el entrenamiento vespertino en Navaleno con un sistema de tres centrales. Hasta ahí, nada nuevo en esta pretemporada, porque desde el pasado lunes ha trabajado con esa variante y la ha alternado con una defensa de cuatro. Sin embargo, lo que está mostrando el técnico mexicano en el stage no es solo una opción puntual para algunos momentos de la temporada --así la tuvo el curso pasado, como alternativa al 4-1-4-1 para acudir a grandes escenarios-- sino que el preparador azteca maneja cambiar su sistema de cabecera y jugar de forma habitual con ese escudo a lo largo de un curso donde confía en que Pinter adquiera la dimensión que sus posibilidades futbolísticas dejan entrever para jugar como pivote en la medular. Del húngaro espera el club y el propio Aguirre que dé el salto y que se convierta en uno de los pilares tras una primera temporada decepcionante.

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Aguirre jugó con ese escudo en el Camp Nou, en el Bernabéu y en Villarreal. En todos esos escenarios el Zaragoza dio una buena medida. Ahora, el mexicano quiere que el 3-4-3 sea más habitual. Fijo fuera de casa y probable en La Romareda, en concreto. De un lado, busca mayor protección y seguridad para un equipo donde la juventud va a ser la nota predominante. De otro, aprovechar la calidad y el descaro de futbolistas como Juan Carlos o Edu Oriol para los extremos. Y, por último, pretende sacar partido a las posibilidades de Mateos como parte central de esa zaga con tres defensas. Estos días, Lanzaro y Contini le acompañan, aunque falta por llegar Da Silva y la duda es si Contini logrará su deseo de irse.

EL CASO DE PINTER A ese dibujo le falta, por supuesto, un jugador para ocupar todo el flanco derecho. Kevin Lacruz lo está haciendo en estos entrenamientos y Edu Oriol tiene condiciones para realizar esa tarea. Sin embargo, tiene que llegar aún un futbolista para la banda derecha. Por eso era tan importante la continuidad de Diogo, que sí puede hacer esa labor de carrilero, y por eso el club sigue firme en su apuesta por Efraín Juárez (Celtic).

"Tengo plena confianza en Pinter. Creo que puede ser un año muy bueno para Adam, se puede convertir en un futbolista importante". Las palabras son de Aguirre en el día del comienzo de la pretemporada. Sonaron a brindis al sol. Pero no lo eran. El técnico está muy pendiente del húngaro y lo está utilizando siempre como pivote, muchas veces al lado de Ponzio, otras él solo.

Pinter, que llegó al Zaragoza a cambio de más de un millón de euros el verano pasado, tiene condiciones innegables: despliegue físico, fortaleza aérea, capacidad táctica y aseado manejo de balón. Le falta la adaptación a la nueva realidad que para él supone el fútbol español --empezando por aprender bien el idioma-- y, sobre todo, aumentar su mentalidad competitiva, dar el salto de nivel de exigencia que supone la Liga española con respecto a la húngara. En eso se ha puesto con énfasis Aguirre. En privado el técnico confiesa su ilusión en lograrlo y en los entrenamientos no deja de corregir a un jugador que empieza de cero en este curso.

Pinter disputó solo 370 minutos la temporada pasada. Nueve apariciones discretas, con cuatro encuentros como titular. Pasó de puntillas y dejó algún choque para olvidar, como en Cornellá. Una cesión no hubiera ayudado a su adaptación a la Liga y el club y Aguirre han apostado por intentar que dé su medida real.