Escribo estas líneas horas antes de que el Real Zaragoza, si la Virgen del Pilar no obra el milagro más milagroso de la historia de los milagros deportivos, descienda a Segunda División. Y además, con la reputación por los suelos y la imagen del club destruida. Ahora espero, destructor, que actúes por una vez en consecuencia y demandes al diario que te ha puesto en primera plana --El club anunció ayer por la tarde la demanda contra el diario Marca--.

Este no es ni por asomo el Real Zaragoza que todos conocemos y queremos, y más allá de consideraciones deportivas (que también habrá que analizar), el culpable es uno y único: Agapito Iglesias. Hemos hablado largo y tendido de su desembarco en el club y cómo y quién lo hizo (por cierto, otros que tampoco dan la cara, escondidos no vaya a ser que les salpique algo); eso casi ya no importa. Lo que realmente importa ahora es como sacarlo de aquí, que se vaya bien lejos, con todo lo que ya se ha llevado, habiendo expoliado el patrimonio del club hasta reducirlo a la nada más absoluta.

No nos engañemos, ni seamos ilusos: el Real Zaragoza es incomprable. ¿Quién va a comprar una deuda de más de 100 millones de euros (que sepamos), con 0 de patrimonio inmobiliario y/o deportivo? Y encima, supuestamente, pide "no más de 10 millones". Este tío es un cachondo mental, aunque le diría que se vaya a reír de su prima. O de sus palmeros, que los tiene, esos que te dicen: "Es el único que las puso-", o "ponlas tú!!". Primero, no fue el único que las puso, es más, se cargó al que las ponía de verdad (Emilio Garcés); y segundo, yo nunca, repito, nunca las pondré para pagarle algo que ha destruido y por lo que tendría que ser perseguido el resto de sus días.

No esperemos que un inversor extranjero, jeque o similar venga por Zaragoza: en esta ciudad ya no quedan obras por realizar ni hay dinero que gastar, por lo que, unido a la astronómica ruina que arrastramos, nuestro club ya no es apetecible.

Por tanto, creo que deberemos buscar en nuestra región, la solución no ha de estar lejos. Gente que sienta el club, que lo quiera gestionar por amor al club, y cuyo interés no sea más que el deportivo, y no el personal-económico. Y todo pasa por buscar la manera de quitarle su propiedad, su empresa, su juguete, para que vuelva a ser un club de fútbol. Es fácil decirlo, pero hay que buscar cómo hacerlo.

Eliminada la opción del concurso culpable, debido al nefasto informe de los administradores concursales y al 'riguroso y conciso' folio presentado por el ministerio fiscal, hemos de buscar otras opciones. Personalmente descartaría la compra, siempre que sea por más de 1 euro, creo que asumir la deuda ya es bastante precio.

Sin duda, su salida pasa porque se busque y se encuentre ese resquicio legal, que él y sus abogados tan bien manejan para salirse siempre con la suya, por el que se le pueda quitar la propiedad. Hay gente trabajando en ello, ya han salido a la luz muchas operaciones, llamémoslas, curiosas, pero no se ha actuado realmente contra él.

Eso, y sobre todo, cosas como las de mañana por la tarde, esa presión social que le asfixie, que no le permita pasear alegremente por nuestra ciudad, que no es la suya, que ya no le permite ir al estadio (por cierto, eres un cobarde, otros se van a comer lo que va dirigido a ti), que sude sangre, que sufra cada minuto de su existencia como propietario. No debemos caer en el error que cometimos (y me pongo el primero) de darle ni un segundo de tregua, aunque el equipo (y ojala fuera así) marchara primero en la Liga. Tenemos que seguir, que la concentración y los actos de mañana no se queden en eso, hay que hacer más, mucho más, debe sentir nuestro aliento, nuestra repulsa hacia él y a los que le siguen, nuestra repugnancia a su forma de actuar, hasta que se vaya a hacer negocios a otra parte. Asfixiarle económicamente, basta de renovar abonos, de comprar camisetas, de visitar la tienda o de comprar productos oficiales, basta de comprar entradas a 5 euros, ¡basta de todo!

Por ello, mañana comienza la Liga del zaragocismo, para devolver el Real Zaragoza a los que verdad lo amamos, ¡a los zaragocistas! ¡No podrás con nosotros! ¡Agapito vete ya! ¡Zaragoza nunca se rinde!