--¿Qué fue de Martín Vellisca?

--Después de salir del Zaragoza, marché dos años a Almería. Mi mujer ya había sacado una plaza de oposición en Logroño y terminé mi carrera en el Logroñés. Me retiré del fútbol, hice inversiones en varios sitios y estoy llevando mis negocios.

--¿En qué tipo de negocios?

--La verdad es que no me puedo quejar. Invertí en temas inmobiliarios en Madrid, en Salamanca, en Zaragoza...

--Se trata de un sector que no vive sus mejores días en los últimos años. Eso le habrá afectado.

--Claro. Ha bajado muchísimo. En venta de pisos, en alquileres un poco menos pero también. El mercado donde nos movemos más es Madrid, que es donde hay más movimiento porque hay más gente, claro.

--Su etapa futbolística llegó a su fin con un capítulo triste como fue la desaparición del Club Deportivo Logroñés.

--Tenía ya 37 años para hacer 38... Mi etapa futbolística había pasado. Además, al estar tantos años en la élite, fueron 15 exactamente, eso te quema mucho. Yo ya estaba saturado de todo lo que era el fútbol.

--Sabiendo esto, se entiende que no quiere ni ha querido saber nada de lo que da de sí el fútbol para un jugador después de su retirada: ser entrenador, director deportivo...

--Lo que conllevaba el fútbol profesional, al menos cuando yo era jugador, es que había que aprovechar los años al máximo. Siempre había que estar al cien por cien y por ello había que cuidarse mucho, vivir mucho la profesión... Eso tiene un desgaste, no solo en lo físico, más de la cabeza. Eso, un año tras otro, quema mucho. Es duro. Cuando te retiras, quieres recuperar lo que no has podido hacer durante tu vida profesional. Me gusta seguirlo, pero estar ligado al fútbol como entrenador, por ejemplo, no me llama nada.

--Pero sí que tuvo ocasión de entrenar a un equipo amateur.

--Sí, en un equipo de Tercera en La Rioja. Un viejo entrenador mío del Logroñés cogió ese equipo y le eché una mano. Fue una gran experiencia pero el fútbol me dejó muy quemado y ahora prefiero disfrutar de mi familia.

--Ha mencionado que al retirarse quería realizar todo lo que cuando era profesional no pudo. ¿En qué actividades pensaba?

--Yo lo único que quería era estar tranquilo y disfrutar de los fines de semana. Siendo jugador no disfrutas de ellos. Pasar esos días con la familia, conocer pueblos, cualquier cosa... Y hacer otros deportes. Yo al retirarme no quería desligarme del deporte y acabar como una bola. Ahora salgo en bicicleta, he jugado con los veteranos del Zaragoza... Quería disfrutar de la vida y es lo que hago. No me complico mucho.

--También tuvo ocasión de opositar a la administración de La Rioja. No es algo usual ver a un exfutbolista opositando.

--Yo no opositaba por necesidad. Era más por hacer algo con el tiempo que tenemos una vez retirados. Por estudiar, tener más formación... Ahora viajo mucho y siempre tengo algo que hacer.

--¿Cuál es su relación con Zaragoza, vuelve por la ciudad?

--¡-Sí! Además, a mi mujer y a mí nos encanta Zaragoza. Es una ciudad que supone mucho y es espectacular, está muy bonita.

--¿Tenía algún pasatiempo especial aquí?

--A Zaragoza me encanta ir y recordar. Parecerá una tontería, pero a veces cojo el coche y me acerco por la Ciudad Deportiva para recordar la etapa que pasé ahí. Para mí fue muy importante.

--¿Cómo recuerda al zaragozano de a pie?

--El aragonés es un buen entendedor de fútbol y muy exigente. El Zaragoza ha vivido muchos años muy buenos de fútbol y el público es exquisito, quiere ver a su equipo donde ha estado siempre. Les entiendo. El jugador tiene que entender esa exigencia y que le sirva para apretar. A mí me sirvió mucho.

--Por la época en la que llegó a Zaragoza, viviría esa exigencia en primerísima persona.

--El año que llegué lo pasé mal, porque yo veía que te exigían y había un listón impresionante. Para mí, Zaragoza fue una lección. Al final, iba por la calle y la gente me quería mucho. Aún lo noto cuando voy y me reconocen en la calle. Es de valorar.