--Usted llegó al Zaragoza en la 99-00. Ese año el equipo llegó a la última jornada con opciones de ganar la Liga. A pesar de acabar cuartos, La Romareda pitó muchos días al equipo por su estilo conservador. En el vestuario no comprenderían muy bien eso.

--Claro. Era contradictorio. Veíamos que estábamos en una situación privilegiada. Éramos un equipo que defendía bien pero luego hacíamos muchos goles. Veías que pitaban y chocaba. Yo entonces no lo entendía pero al cabo de un tiempo pensaba: "tengo que ser más cabezón que los maños y ser mejor".

--En la última semana de competición, con opciones de ser campeones ¿qué les decía la gente?

--Fue increíble. Salías a comprar el pan y había un run run... La gente te paraba por la calle, se notaba que había magia en el ambiente. Allí la gente se vuelca, incluso cuando bajamos a Segunda, que se llenaba el campo.

--Aquellos Zaragoza, Valencia, Deportivo peleaban por ganar Ligas. Ahora, con Madrid y Barça tan por encima, parece imposible que se puedan repetir cosas así.

--El fútbol en España es un monopolio de dos equipos. Es muy injusto que haya ese desfase de dinero entre unos y otros. Los dos grandes son los que hacen grandes fichajes y que estarán en competiciones europeas, pero no todo en el fútbol es dinero. Con todo el dinero y ayudas, de televisiones y de todo, que tienen Barça y Madrid, tendrían que golear siempre y estar muy por encima. Y, por ejemplo, el otro día contra el Elche, fíjate cómo ganó... Al final ganan, porque tienen a los mejores, pero con jugadores bien motivados se pueden hacer muchas cosas.

--Ha hablado de magia. Quedando campeón de Copa en dos ocasiones, vivió más veces eso.

--Era algo único. A la salida de los entrenamientos había mucha gente esperando autógrafos. Y no le digo cuando llegamos al Ayuntamiento con la Copa... se me ponen los pelos de punta.

--La final de Copa de Sevilla, ante el Celta, siendo titular en aquel equipo, seguramente fuera su mayor logro en el Real Zaragoza.

--En aquella temporada pasamos un año malo. Con destitución de entrenadores, casi descendemos... el equipo estaba muy presionado y en ese estado hay situaciones que no las sabes manejar. Luego, llegamos a la final sin nada que perder y salimos desinhibidos. Todo el agarrotamiento de la temporada lo soltamos en La Cartuja.

--Aquí en Zaragoza se recuerda mucho su anécdota con Esnáider en el Camp Nou y la bronca que tuvieron. ¿Qué se dijeron?

--Íbamos ganando en el Camp Nou y tuvimos una contra para meter el dos a cuatro. Yo, en lugar de pasarle el balón a la primera, se la di más tarde y pitaron fuera de juego. Entonces, Juan me vino y empezó a levantarme los brazos y a decirme que si "la concha de tu madre" por aquí.... Yo no me callé, le dije que la concha de su madre, él, que no me levantase los brazos en medio de un campo de fútbol. Tuvimos nuestra tangana. En el vestuario pasó lo mismo y nada, cuando llegamos al autocar, me dijo: "nano, perdona por levantarte los brazos así, que me he pasado". Y ahí se quedó todo. Fue una anécdota. Tengo muy buena relación con él.

--¿Hay alguna otra anécdota simpática que no saliese a la luz?

--Sí... (se ríe). El día que firmé con el Zaragoza, a la hora de mi presentación en el césped, me di cuenta de que me había olvidado mis botas en Salamanca. No me podía poner otras botas que no fueran Umbro, porque tenía contrato con ellos. Encontré otras pero eran un número y medio más pequeño que el mío. Joder, macho, imagínate cómo llevaba los dedos. ¡Qué daño cuando daba toques al balón! No se me olvidará en la vida.

--¿Se sintió valorado por la afición zaragocista?

--Al principio no sentía el calor de la grada. Me lo tuve que ganar. Luego sí que la gente estuvo conmigo. También tuve críticas pero hay que darles la vuelta. Al Zaragoza le debo mucho, siempre lo llevaré en el corazón y tengo muchos amigos allí.

--¿Cómo ve la Segunda este año para el equipo? Ahora todo está mucho más comprimido y da igual llamarse Real Zaragoza en la carrera por ascender.

--A nosotros nos pasó parecido. Ya puedes tener el mejor equipo pero como el jugador no se adapte a cómo se juega en Segunda, no asciendes. Recuerdo que el primer partido el Numancia nos metió tres. Nosotros teníamos un equipo de Primera, pero tienes que poner el cuchillo entre los dientes. Eso es lo que le pasa al Zaragoza. Tienen jugadores de calidad y eso relucirá.

--¿Cómo se ve desde fuera toda la crispación social que arrastra la masa social del club?

--Con mucha rabia. El Zaragoza no se merece esa situación. Pero no porque esté en Segunda, nosotros también bajamos, es por la deuda, por la crispación general... al margen de ganar partidos o títulos. Da mucha pena ver al Zaragoza así, porque siempre fue un club señorial. De pequeño, recuerdo un club caballero. Ahora va perdiendo eso. La gente está muy quemada.