La expedición familiar de CEFA, la empresa que unió juguetes, menaje y salpicaderos

La familia Blanchard comenzó a fabricar en 1946 unas cápsulas de celulosa para cerrar botellas, el germen de una empresa reconvertida en líder del sector del automóvil con más de 730 trabajadores

Jorge Blanchard, a la izquierda, recibió los mandos de su tío Juan Manuel en 2016 | Laura Trives

Jorge Blanchard, a la izquierda, recibió los mandos de su tío Juan Manuel en 2016 | Laura Trives / Laura Trives

Los Blanchard no tienen despacho. Suelen reunirse en una vetusta sala de juntas inundada por los libros de química de don Eduardo, el primero de esta saga de empresarios que fundó un grupo familiar con sede en Malpica. En la habitación están comprimidos los 78 años de historia de Celulosa Fabril, más conocida como CEFA. Allí quedan a la vista las fotografías de la primera expedición española al Annapurna en la que participó el fundador de la empresa y los nueve premios que les reconocen como el mejor proveedor de la GM (General Motors). Ahí, en esa rara mezcolanza de montaña y empresa, está resumida la esencia Blanchard.

Fundada en 1946, CEFA alumbró sus inicios fabricando cápsulas de celulosa para tapones de botellas y productos químicos, como gelatinas, sacarinas o jabones. Esos pequeños productos le prestaron el nombre a esta consagrada industria aragonesa, que emprendió un viaje familiar que le llevó a alcanzar los campamentos base sobre los que se fraguó el ascenso de la compañía: la industria auxiliar del automóvil, el negocio juguetero y la innovación tecnológica. De ahí a coronar la cima, al menos por ahora, con una facturación que alcanza los 188,5 millones de euros en 2023 –prevé 234 millones para este año– y una plantilla de 730 empleados.

Así es CEFA, un referente en el mundo de la empresa familiar de Aragón

Laura Trives

Esas son hoy las tres ramas de una compañía asentada sobre la inyección y el moldeo por soplado de materiales plásticos que no olvida la nave "inhóspita y destartalada" donde todo comenzó. Todavía se le viene a la mente a Juan Manuel Blanchard (Zaragoza, 1949), el mayor de cinco hijos que tomó las riendas de CEFA tras su padre, aquel olor "a viscoso que era tan penetrante".

Instalaciones de CEFA

Instalaciones de CEFA / Laura Trives

"Mi padre tenía un espíritu aventurero, muy emprendedor, y por eso le fue tan bien en los primeros años, aprovechando la oportunidad que le llegó para fabricar esas cápsulas que le vinieron bien para complementar su sueldo de profesor en la universidad", relata Juan Manuel Blanchard, que recuerda que empezaron haciendo palanganas, fiambreras, orinales, fregonas y todo tipo de menaje para después dar el salto a la inyección, cuando comenzaron a trabajar con Vespa, Baterías Tudor o Instalaza.

La cosa marchaba bien y en poco tiempo, en 1955, le dio para comprar unos terrenos a Giesa y mudar la fábrica a la calle Miguel Servet, junto al Palacio de Larrinaga. Fue allí donde empezaron a especializarse en el sector del automóvil, una apuesta a caballo ganador que se ratificó con el desembarco de la GM en Figueruelas que cambió de forma abrupta el tejido empresarial aragonés.

Tanto fue así, que hubo un tiempo en el que los salpicaderos salían por las líneas al mismo tiempo que los juguetes y el menaje. Había que dar un paso más.

El 50% de CEFA se vendió al grupo alemán Inerga en 1994 y ahora pertenece al grupo indio Motherson

Fue a comienzos de los 90 cuando los Blanchard decidieron dividir el negocio. De la producción juguetera nació una nueva empresa, CEFA Toys, que cosechó éxitos en los 90 y comienzos de los 2000 con juegos como Quimicefa –en honor a la vertiente científica–, Intelect o El maravilloso mago electrónico, mientras que la línea de menaje fue eliminada ante la competencia de productos asiáticos que empezaban a llegar a Europa. Años después, en 2001, nació Algontec, una filial dedicada a conductos de ventilación que cuenta con fábricas en Zaragoza, Polonia y Turquía.

Instalaciones de CEFA

Instalaciones de CEFA / Laura Trives

Cree Jorge Blanchard (Zaragoza, 1973), ahora a los mandos de CEFA como parte de la tercera generación, que la gran ventaja con la que juegan las empresas familiares es la mirada a largo plazo, el "entender la compañía como un usufructo en el que no te sientes propietario y debes legar la empresa en un estado más sólido, sostenible y preparado de como la encontraste". Es lo que pretende la tercera generación de la familia, que tiene a tres primos a los mandos de CEFA (Jorge), de Cefa Toys (Gonzalo) y de Algontec (Pablo). ¿Es traumático el relevo generacional? "Para nada. Esto no es una multinacional que el 31 de diciembre se quita uno para ponerse el otro. Es todo como un solapamiento, una transición suave", coinciden en señalar.

El buque insignia

Hoy, el buque insignia del negocio familiar sigue llevando el nombre de CEFA, pero se dedica exclusivamente a la fabricación de componentes para el sector del automóvil. La entidad fabricó en 2023 uno de cada tres tableros que se montaron en España desde sus fábricas de Malpica y Figueruelas (Módulos Ribera Alta), además de una factoría que acaba de inaugurar en Polonia. Hoy, la compañía tiene adjudicada la producción de los salpicaderos de los Opel Corsa, Crossland y Aircross, así como el Lancia Ypsilon, el Volkswagen T-Cross, el Seat Leon y el Cupra Formentor.

"Nos preguntan cómo podemos vivir en ese 50%; es bien sencillo, solo hay que adaptarse, hacer las cosas bien, generar confianza y actuar con honradez"

Sin embargo, fue mucho antes cuando CEFA decidió que quería crecer sin perder su esencia en un mundo de gigantes: el automóvil. Para ello decidieron vender la mitad de la empresa. El 50%, ni más ni menos, quedó en manos de la multinacional alemana Inerga. El accionariado fue cambiando de dueños desde 1994 hasta llegar hoy al conglomerado indio Motherson, aunque el mando ejecutivo siempre ha estado en Zaragoza.

Instalaciones CEFA

Instalaciones CEFA / Laura Trives

"La razón de esa decisión fue asociarnos con la gente que estaba en el corazón de las decisiones, coger la rueda buena, que dicen los ciclistas, y chupar conocimiento. Muchos nos preguntan que cómo podemos vivir en ese 50%, pero es bien sencillo, solo hay que adaptarse y hacer las cosas bien, generar confianza y actuar con honradez. Y hasta ahora, los siete accionistas han estado encantados", cuenta Juan Manuel Blanchard.

El camino emprendido hacia la cima y la montaña imprimió en el carácter de los Blanchard una capacidad de adaptación y flexibilidad de la que hacen gala. Hoy coronan un pico de estabilidad con el futuro asegurado en el medio plazo. La próxima ascensión comenzará con el legado de esta compañía de 78 años para la cuarta generación familiar. 

"Hoy todo es más complejo, pero bendita complejidad"

CEFA decidió hace muchas décadas que lo suyo era el automóvil. Sin embargo, en nada se parece hoy el sector a lo que era en los años 60. Como proveedores del sector, reconocen que la presión en los precios es "muy importante". "Hay una lucha feroz entre los candidatos. Sientes mucha presión porque siempre puede haber una vuelta de tuerca más", explica Jorge Blanchard, que cita los coches chinos como uno de los episodios claves en el futuro más próximo.

Recuerda Juan Manuel Blanchard cuando su único cliente era Figueruelas en aquellos tiempos en los que solo fabricaba el Corsa y el Meriva. "Ahora fabrican cinco modelos y eso es complejidad para todos. Nosotros siempre hemos trabajado para saber adaptarnos a ella. Y bendita complejidad, porque ahí solo salen adelante los mejores", dice Blanchard.

La diversidad de la cartera de pedidos –cada modelo quiere ser más especial, más único– ha complejizado los procesos de la cadena de empresas auxiliares. Sin embargo, en esa flexibilidad "ser excesivamente dependientes de una marca es muy peligroso. Puedes tener una relación de amor estupenda con General Motors y que al día siguiente se venda a unos franceses que tiene sus propios proveedores. Estamos en un momento en el que hay que diversificar porque el panorama puede cambiar de la noche a la mañana", explica Jorge Blanchard.

Sin embargo, no puede ser motivo para dejar de lado en eso que tanto insisten en CEFA: dotar de valor añadido a sus productos. "Es lo que se llama calidad percibida, que abras la puerta del coche y sientas que algo está bien, que es reconfortante", cuenta el expresidente de la compañía.