El rechazo social a la sentencia de La manada o el movimiento feminista internacional #MeToo no dejan lugar a dudas: nos encontramos en plena era de lucha por la igualdad. La violencia contra la mujer se ha convertido en un asunto de Estado, y muchos países han empezado a tomar medidas para erradicar las múltiples agresiones y desigualdades que las mujeres sufren en su vida diaria por el simple hecho de serlo.

Este 2018 ha sido muy intenso para la lucha feminista, empezando por la huelga del pasado 8 de marzo, con un éxito sin precedentes, y siguiendo con las protestas por la sentencia a los miembros de La manada por un delito de abusos sexuales y no de agresión sexual y su posterior puesta en libertad, que convirtieron en virales lemas como Yo sí te creo o Basta ya de justicia patriarcal.

En el panorama internacional, el movimiento #MeToo, iniciado hace ahora un año en Estados Unidos, ha sacado a la luz en medios de comunicación y en redes sociales numerosos casos de acoso sexual en ámbitos como la industria del cine o el deporte profesional. Bajo este hashtag -traducido al español como Yo también-, ciudadanas famosas y anónimas se han animado a contar sus historias personales de abuso poniendo de manifiesto un problema hasta ahora silenciado.

Las mujeres han hablado y ya no piensan callarse. Las movilizaciones populares de estos últimos meses han empezado a dar sus frutos. Cambios como los de Suecia, que a principios de este año prohibió por ley que las mujeres cobren menos que los hombres por realizar el mismo trabajo (la denominada brecha salarial), son un ejemplo de que nos encontramos ante un cambio de época en lo que a igualdad de géneros se refiere.

En España, también se han producido algunos pequeños avances. Hace unas semanas el Tribunal Supremo, el de mayor rango de la justicia español, dio un paso en la defensa de la libertad sexual de las mujeres al considerar que tocar a alguien sin su consentimiento es un delito de abuso sexual. Los tocamientos en la calle o medios de transporte, agarrones en los bares y roces en conciertos o ascensores con fines sexuales tendrán a partir de ahora condenas más duras para los agresores y también permanecerán más tiempo en los antecedentes.

«Es un paso más hacia delante, pero siempre teniendo en cuenta que todavía queda mucho camino por recorrer», valora Natalia Salvo, directora del Instituto Aragonés de la Mujer (IAM). La decisión del tribunal es una «forma de escuchar lo que la sociedad está reclamando», apunta Salvo, para quien «al final, el derecho y la política tienen que ir en consonancia con lo que la sociedad demanda».

Casos tan mediáticos como el de La manada han marcado un antes y un después en esta nueva mentalidad. No obstante, para Salvo, «este es un camino que comenzó hace mucho tiempo, aunque ahora estamos viendo una eclosión». Según la directora del IAM un punto de inflexión fue la Ley contra la Violencia de Género del 2004 que sacó del ámbito privado un asunto que tiene que ser político. «La violencia contra las mujeres es algo que nos concierne a toda la sociedad. Desde ese momento y poco a poco, se ha ido adquiriendo una conciencia social que en este momento está en sus máximos históricos», sostiene.

Como instituto dependiente del Gobierno de Aragón, desde el IAM respetan las decisiones judiciales en casos como el de La manada. No obstante, Natalia Salvo apunta que es «muy importante y fundamental» que se empiece a incluir la perspectiva de género en los planteamientos jurídicos. «Por ejemplo, en el caso de La manada, desde una parte del Derecho se interpretó que el que hubiera cinco hombre no era intimidante para la víctima. Si a este análisis le aplicas una perspectiva de género, este argumento no es válido», explica.

Y no es un problema que afecte solo a la justicia, sino que abarca otros campos de la sociedad. Un concepto muy en boga actualmente es el de ‘consentimiento’. «El consentimiento es algo fundamental. Si no hay consentimiento, es una agresión sexual», asegura Salvo, que va un paso más allá y subraya que «además de consentimiento debe haber deseo mutuo».

Según la directora del IAM, «en las relaciones sexuales todavía existe un factor de dominación masculino respecto a las mujeres», y esto algo que tiene que ver con cómo se configura hoy en día la sexualidad y en cómo se educa sexualmente a las nuevas generaciones. La directora recuerda que la violencia contra las mujeres tiene su origen en esta educación.

La facilidad «apabullante» con la que los jóvenes acceden al porno a través de la tecnología hoy en día es preocupante. «Es profundamente dañino que los jóvenes se estén educando sexualmente a través de la pornografía, ya que esta refleja una realidad en la que se hacen explícitas muchas formas de violencia contra las mujeres», afirma Salvo.