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Una tasa para cambiar hábitos y contaminar menos

No todos los impuestos tienen como objetivo la recaudación. Existen otras tasas que establecen con la intención de modificar hábitos en los consumidores. Un claro ejemplo son los impuestos medioambientales, a los que «debemos acostumbrarnos porque cada vezvan a surgir más», apunta el profesor universitario y economista Miguel Ángel Barberán. A este grupo de impuestos corresponde el Impuesto sobre Contaminación de las Aguas (ICA) que está generando una gran polémica en Aragón y que mantiene enfrentados al Ayuntamiento de Zaragoza y al Gobierno de la comunidad.

«El ICA es un impuesto puramente autonómico, lo que antes se conocía como canon de saneamiento, que es la cantidad que deben pagar los ciudadanos en concepto de depuración de las aguas», explica Carmen Trueba. Se trata además de un sistema solidario, para que los municipios con menos habitantes no tengan que pagar un alto coste.

Este impuesto es relativamente nuevo. Se empezó a cobrar en el año 2001 en todos los municipios aragoneses aunque los habitantes de Zaragoza quedaron exentos. La ciudad contaba con su propio plan de depuración de aguas, que los ciudadanos ya habían pagado, y el ayuntamiento y la comunidad llegaron a un acuerdo para que los vecinos de la capital no tuvieran que abonar el ICA.

Sin embargo, el Gobierno de Aragón comenzó el año pasado a girar este recibo a los zaragozanos cumpliendo con lo establecido por la Unión Europea: que todos los ciudadanos que abren el grifo y utilizan el servicio de abastecimiento de agua deben pagar los costes de su saneamiento.

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