He reído hasta el llanto con mis amigos, he derramado lágrimas infinitas con mi pareja, me he enfadado a rabiar con tantas historias que no eran las mías… Compartir emociones con las personas que más nos importan nos hace humanos. Pero hacerlas tuyas, te hará infeliz, y no hemos venido a eso, ¿verdad?
Si tienes una baja autoestima, falta de confianza en ti mismo, dificultad para iniciar nuevos proyectos, pánico al rechazo, haces planes o actividades que no van contigo solo por agradar, sientes inseguridad ante la soledad, etc. Es posible que ya hayas perdido el control sobre tus emociones.
Pero no te preocupes, no está todo perdido. Aquí van unos consejos que pueden ayudarte a recuperarlo.
Descubre lo que te gusta
Diferencia entre aquello que haces porque quieres y aquello que haces por otros y te hace daño. Hacer planes con las personas que nos importan nos hace felices. Pero, si esos planes suponen perder otras amistades, dejar de lado mis propios intereses y aparcar la felicidad, debemos perder el miedo a decir que no. Si de verdad nos quieren, lo entenderán y seguro que prefieren vernos en otro sitio, pero felices, a que estemos allí sin quererlo.
Pon en práctica tu asertividad
Decir lo que pensamos por muy diferente que sea a lo que los demás opinan no es un delito, ni nos convierte en malas personas. Encontremos esas palabras que nos permitan mostrar nuestras ideas respetando siempre las ideas y las emociones de quien nos escucha.
Asume responsabilidades
Si mi estado emocional depende siempre de otras personas, es imposible que sea yo quien lo pueda gestionar. Mis emociones son mi responsabilidad. Puedo sentir tristeza por algo que le ha sucedido a otra persona, pero no puedo dejar que esa tristeza defina mis días.
Un empujón de autoestima
Somos la persona con la que pasaremos toda la vida, dediquémonos palabras bonitas. Utiliza el mismo lenguaje que emplearías con tus mejores amigos, controla tus autoexigencias y no te compares. Somos únicos y especiales, recuérdalo y priorízate.
Sal de tu zona de confort
No pretendamos mañana estar saltando en paracaídas, pero podemos comenzar dando pequeños pasos. Tómate el café en un bar diferente, escucha música de otros géneros, prueba nuevos alimentos, haz un camino diferente al trabajo… poco a poco irás viendo tu potencial y quitando barreras.
Aprende de la soledad
Dedicarse tiempo a uno mismo es esencial. Saber estar en soledad es una buena oportunidad para conocernos, darnos el valor que realmente tenemos y cuidarnos. Saber estar solo no se traduce en sentirse solo. Crea un ambiente agradable y regálate momentos de soledad que puedes ir ampliando poco a poco, siempre con cuidado de no volverte un ermitaño.
Busca ayuda profesional
Si crees que tu felicidad todavía está muy lejos de estos pequeños pasos, no lo dudes, un profesional puede servirte de guía y darte ese empujón que muchas veces necesitamos.
Sigamos compartiendo nuestras alegrías y nuestras tristezas, pero sin olvidar que, mis emociones son solo mías ¿y las tuyas? ¿a quién pertenecen?