LA ‘CARA B’ DE LAS ELECCIONES

'Molinos, sí; molinos, no': el viento se cuela en las urnas del Maestrazgo

El macroparque eólico de Forestalia, el mayor del país, ha dividido la comarca durante la última legislatura en una dicotomía molinos-sí-molinos-no. Ahora, las elecciones municipales servirán para conocer por fin el sentir de los vecinos sobre los 125 molinos que dejarán millonarias cantidades dinero a cambio de hipotecar sus paisajes

Ricardo Altabás, el alcalde de Cantavieja, uno de los ocho municipios del Maestrazgo aragonés donde Forestalia instalará el mayor parque eólico de todo el país.

Ricardo Altabás, el alcalde de Cantavieja, uno de los ocho municipios del Maestrazgo aragonés donde Forestalia instalará el mayor parque eólico de todo el país. / ANDREEA VORNICU

Advierte el parte meteorológico que el 28 de mayo soplarán fuertes rachas de viento en el Maestrazgo. Es normal: allí se erigirá desde 2024 el mayor parque de energía eólica de todo el país con los 125 gigantescos aerogeneradores que Forestalia está a punto de levantar. Ese viento que moldeó los pedregosos riscos que hacen frontera entre Teruel y Castellón promete la bonanza económica para los próximos 30 años en base a las renovables. Pero el vendaval ha levantado a su paso una enorme polvareda porque, en resumen, no todos quieren los molinos. Los hay proclives porque dejará una lluvia de millones que supone la primera oportunidad de transformar las olvidadas tierras del sur de Aragón. Los hay detractores porque los molinos hipotecan los paisajes, sus granjas, el turismo; su modo de vida.

El plan de Forestalia se ha introducido en el corazón de la legislatura en los ocho municipios que han dado su voto favorable y, por supuesto, han colonizado la campaña electoral. Según a quien se le pregunte, los molinos son fuente de unanimidad o de contestación social. Y es verdad: hay plenos que los han aprobado con un unánime apretón de manos y otros en los que la corporación municipal se desangrado dividida. Por eso este vendaval moverá el día 28 un considerable puñado de votos en las elecciones municipales, pues los vecinos del Maestrazgo, más allá de programas, votarán de forma velada con una simple fórmula: molinos-sí, molinos-no.

"No soy un radical, un talibán de los molinos. A mí no me gustan, pero es un tren que no podemos dejar pasar. No tenemos un plan B a la eólica"

Ricardo Altabás

— Alcalde de Cantavieja (PP)

Esas imponentes moles que giran con el viento y alcanzan los 200 metros de altura han pasado de ser la esperanza renovable a una herida sanguinolenta que supura entre los vecinos. Nadie quiere discutir más sobre la eólica, ese tema que se ha transfigurado en tabú porque unos y otros han oído que dos hermanos de tal pueblo se pelearon por los molinos. Que dos amigos de siempre riñeron. Que dos vecinos se retiraron la palabra.

El asunto alcanza el punto de que nadie sabe con certeza por dónde respiran los cerca de 2.000 vecinos que se verán afectados de forma directa en Cantavieja, Fortanete, La Iglesuela del Cid, Mirambel, Tronchón, Villarluengo, Mosqueruela y Puertomingalvo, las ocho localidades de la parte aragonesa de la comarca histórica del Maestrazgo (además de tres municipios colindantes en Castellón que también los han aceptado) en los que la familia Samper desembolsará millonarias cantidades de dinero para generar la energía verde que podría abastecer de electricidad a casi 900.000 viviendas. Ellos son los que dirimirán en las urnas su posición sobre la eólica.

La plaza de Cantavieja, núcleo turístico del Maestrazgo, una de las actividades que mayor rendimiento económico genera para la zona y que según los detractores del proyecto de Forestalia estará en riesgo.

La plaza de Cantavieja, núcleo turístico del Maestrazgo, una de las actividades que mayor rendimiento económico genera para la zona y que según los detractores del proyecto de Forestalia estará en riesgo. / ANGEL DE CASTRO

«Yo no soy ni mucho menos un talibán, un radical de los molinos. A mí no me gustan, pero es un tren que no podemos dejar pasar. No hay un plan B para nosotros, nadie nos ha dado nunca fondos para salir adelante como a otros, con esos planes mineros y esas inversiones millonarias que se anuncian. Quieren que vivamos de ser espacios protegidos y de la Red Natura 2000. Pues entonces, ¡que nos paguen para vivir de ello! Hemos estado olvidados y ahora no podemos decirle que no a esto». Es lo que piensa un rotundo Ricardo Altabás, el alcalde de Cantavieja por el PP, cuando se le pregunta sobre qué supondrá la eólica para su pueblo.

Con sus 17 «molinicos», como los llama Altabás, el ayuntamiento recibirá 7,1 millones de euros a tocateja en base a las licencias de construcción. Durante los próximos 30 años, las arcas municipales recaudarán 500.000 euros anuales en base al alquiler de las tierras que son de titularidad pública y otros tributos, lo que equivale a la mitad del presupuesto municipal. En el caso de las parcelas privadas, los propietarios que han aceptado el desembarco de los molinos se llevarán unos 9.000 euros al año en concepto de arrendamiento de tierras. Esos fondos servirán para mejorar la calidad de vida de parte de los 3.000 vecinos de la comarca, fijar población consolidando las economías familiares a través del empleo, mejorar las instalaciones de sus escuelas, centros de salud y polideportivos y, en definitiva, ampliar la calidad de vida.

Pero el macroparque hipoteca el futuro de la comarca y sus paisajes. Es un todo al verde de la eólica y de esa apuesta sale el corrosivo dolor visual que impide a no pocos vecinos dar su aprobación al proyecto. La cuestión es que ese sentir ha atravesado la legislatura por completo. En Mosqueruela, la decisión de seguir adelante con el proyecto rompió por completo la corporación municipal. Del apoyo unánime de los siete concejales en abril de 2021 se pasó a un amparo minoritario liderado por la alcaldesa del PSOE y otro concejal de su partido junto a un tercero del PAR. En contra se posicionaron los tres ediles del PP y un díscolo del PSOE, que cambió su voto días antes del pleno donde debía aprobarse el proyecto.

Después de las resoluciones del Ministerio de Transición Ecológica, que dio el visto bueno al 78% de los proyectos del clúster Maestrazgo, en Mosqueruela se instalarán 44 molinos que dejarán unos ingresos de cerca de 15 millones por las licencias de construcción y un millón anual en concepto de impuestos. «Existe una corporación rota con una situación incómoda y muy tensa», reconoce Alba Lucea, la regidora del municipio desde 2019, aunque xplicita Lucea que el proyecto había comenzado a rodar en 2017, antes de su llegada a la alcaldía.

En Mosqueruela, el pleno municipal está roto y dividido por la eólica. La alcaldesa del PSOE y dos concejales dieron luz verde al proyecto con el voto en contra de cuatro ediles. El 28 sabrán por fin qué piensa la mayoría del pueblo

La cosa es que ahora el viento se ha colado de lleno en la batalla electoral de este pequeño pueblo de apenas 550 habitantes. Sus concejales mantienen posturas enfrentadas y concurrirán de nuevo a los comicios. Y serán los vecinos quienes dirimirán con sus papeletas qué futuro quieren para Mosqueruela con los dichosos molinos que ya se ubican en el centro de todos los programas electorales. «Me da pena porque da igual lo que hayamos hecho durante estos cuatro años. Los vecinos van a votar molinos-sí, molinos-no», asevera Lucea.

La contestación social tiene un problema de medición: hasta el día 28 no se sabrá dónde está el mercurio de este termómetro. Es lo que ocurre en Fortanete. «Nuestro pleno no ha hecho otra cosa que ratificar por unanimidad el proyecto que había aprobado la anterior corporación. Si salimos elegidos, significará que el pueblo ratifica nuestra gestión, y por tanto los molinos y el futuro que nos brindan», explica el alcalde, Luis Gil, del PSOE. No cree el regidor que el asunto de la eólica deba entenderse «como una dicotomía», pues «hay cosas mucho más importantes para el municipio, como la creación de pisos tutelados para ancianos, las nuevas piscinas, un espacio de coworking o el parking de caravanas». En Cantavieja ocurrió parecido: la corporación municipal, que cuenta con cuatro concejales del PP y tres del PSOE, aprobó en pleno por mayoría absoluta la instalación de los molinos.

30 años de vida útil

El Maestrazgo vivirá entre gigantes de hierro al menos durante los próximos 30 años. Esa es la vida útil que se les estima a los molinos de nueva generación y en eso se escudan precisamente los alcaldes: en la reversibilidad del proyecto. «Dentro de 30 años, los que estén que decidan lo que quieran», resume Altabás, que insiste en que la afección visual será "mínima" porque "nos hemos cuidado muchísino de dónde los poníamos". En cualquier caso, el desmontaje de los aerogeneradores está blindado en el asunto económico: Forestalia está obligada a depositar un aval con el que garantiza los fondos necesarios para desarmar los gigantes con aspas.

Será en ese momento en el que los alcaldes del futuro tomarán la decisión de seguir con la eólica o desmontar el tinglado. Puede que sea el caso de Ainhoa Gascón, una joven estudiante de Ciencias Políticas en la Universidad de Valencia que con apenas 22 años encabeza la lista de Teruel Existe a la alcaldía de Cantavieja en la que será su primera experiencia en la política. «Nadie nos ha preguntado a los vecinos, y en particular a los jóvenes, qué es lo que queríamos. No hemos tenido información transparente: nos hemos enterado de todo por los boletines oficiales y por interés personal. Y nadie niega que vayan a generar dinero, pero muchos somos partidarios de que los ayuntamientos podrían haber sacado más a la empresa», dice Gascón. Cree la aspirante a la alcaldía que «el mal ya está hecho» porque «no se ha tenido en cuenta a las generaciones futuras», y no le duelen prendas reconocer que ha adelantado unos años su decisión de entrar en la política municipal porque el momento histórico es clave para Cantavieja.

Ainhoa Gascón, una universitaria de 22 años y candidata de Teruel Existe a la alcaldía de Cantavieja, con su pueblo al fondo.

Ainhoa Gascón, una universitaria de 22 años y candidata de Teruel Existe a la alcaldía de Cantavieja, con su pueblo al fondo. / S. E.

Los ocho regidores (curiosamente, de distinto signo político, porque las renovables no tienen color político) sabrán el día de las elecciones municipales si esa decisión que tantas noches sin dormir le ha dejado y tan duras negociaciones les ha conllevado representa la voluntad de sus vecinos. Serán un auténtico referéndum para conocer para el futuro de los ocho municipios es, al menos, la que los electores desean. Una consulta que, todo sea dicho, se ha reclamado pero no ejecutado. Por eso será la primera vez que los molinos concurrirán a las elecciones.

La eólica divide la opinión de los vecinos entre quienes saben que este es uno de esos trenes que pasan una vez en la vida y quienes creen que será un sacrificio más de su tierra a la causa global, esta vez, la de la economía descarbonizada. El 28 de mayo se disiparán las dudas. Todos sabrán por dónde respira el Maestrazgo el día del referéndum que se esconde tras el velo de las elecciones municipales. Pero nadie sabe hoy dónde dejará los votos el incierto remolino de los molinos.

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