María Fernanda Yath es defensora de los derechos de las mujeres y del colectivo LGTBQJ+ en Santa Marta, «un trabajo que en ocasiones pone en riesgo tu vida», reconoce. «He tenido que abandonar mi ciudad por la vigilancia constante de las fuerzas militares», tanto estatales como informales.

Sin embargo, no ha sufrido precisamente amenazas de muerte. «Hubo una escena de terror. Hombres de uniforme y de civil me metieron en una camioneta y el mensaje que me dieron apuntaba a que la forma de violentarme no era asesinarme, sino mediante la violencia sexual», cuyo uso denuncia como estrategia generalizada contra feministas y militantes LGTBQI+.

En una sociedad tan patriarcal como la colombiana, marcada por la violencia del conflicto armado y del narcotráfico, Yath opina que esta represión «tiene que ver con el desafío que hacen a ese sistema las personas trans desde sus cuerpos, y las mujeres, desde el momento en el que decidimos ocupar ciertos espacios políticos reservados a los hombres, que también se entrometen la vida íntima».

Es consciente del peligro, pero no piensa dejar de defender aquello que considera justo. Más bien al contrario, los intentos de acallarla «suponen una reafirmación de lo que tú estás haciendo». Además, «todas las movilizaciones del último año han sido un detonante para que surjan nuevas alianzas. Formo parte de un movimiento juvenil mucho más amplio».

«Claro que hay momentos tensos en los que te encuentras en situaciones de riesgo y amenazas. Pero nunca he pensado en abandonar porque no estoy sola. Hay un montón de gente, jóvenes y feministas», participando en su misma la lucha, «y en todo momento me siento acompañada, lo que me ayuda a conservar las fuerzas».