Pocos se atreverían a calificar la operación final de evacuación y salida de Afganistán que culminó el lunes un minuto antes de la medianoche tras 15 días caóticos y hasta letales en el aeropuerto de Kabul como un “éxito extraordinario” pero esa ha sido la expresión que ha elegido el presidente de Estados UnidosJoe Biden, para abrir este martes un discurso a la nación. Era solo el pistoletazo de salida de una intervención en la que el mandatario ha defendido con vehemencia y hasta feroz agresividad, sin espacio para ninguna autocrítica, no solo esa misión final de evacuación sino, ante todo, la decisión de poner punto final después de 20 años a la guerra más larga que ha librado Estados Unidos.

Tras haber dejado el lunes que fueran un líder militar y su secretario de Estado quienes ofrecieran la información al país sobre el final de ese conflicto, este martes Biden ha hablado desde la Casa Blanca reivindicando su decisión. Y al anunciar a sus compatriotas que “la guerra de Afganistán ha acabado”, el demócrata ha presentado un argumentario claro de las razones que le han movido.

En esa línea argumental no ha faltado el señalamiento culpable a su predecesor, Donald Trump, por realizar un pacto con los talibanes que Biden ha denunciado que le ataba. “La opción era entre irse o una escalada”, ha criticado, justificando que decidió que “no iba a extender esta guerra sin final ni una salida sin final”.

Un mundo transformado

No obstante, Biden, que hizo campaña prometiendo un fin al conflicto, también ha defendido la retirada como la única opción compatible con su idea de cómo debe ser la política exterior militar estadounidense en un mundo transformado, geopolíticamente pero también en lo que respecta al terrorismo.

“Esta decisión no es solo sobre Afganistán, es sobre acabar una era de grandes operaciones militares para rehacer otros países”, ha declarado en un momento el presidente, recogiendo una idea con la que en los últimos años cada vez están de acuerdo más estadounidenses . “Debemos fijar misiones con objetivos claros que se pueden conseguir, no unos inalcanzables. Y debemos mantenernos claramente concentrados en el interés de seguridad nacional de EEUU”.

En esa línea ha recordado que el objetivo con que se inició la intervención militar en Afganistán tras los atentados del 11-S del 2001, perseguir a Al Qaeda y a su líder, Osama Bin Laden, se conquistó hace ya una década. Y ha subrayado que desde entonces la situación ha cambiado. Ha hablado de “un nuevo mundo” y ha asegurado que “la amenaza terrorista ha sufrido una metástasis en todo el mundo mucho más allá de Afganistán”. Y ha prometido seguir la lucha contra el terrorismo, pero remarcando: “simplemente no necesitamos librar una guerra sobre el terreno para hacerlo”.

Biden ha enmarcado también la decisión en la “seria competición” que EEUU libra con China y los “retos en múltiples frentes con Rusia” y ha asegurado que a los dos países “nada les gustaría más que que EEUU se empantanara otra década más en Afganistán”.

Política interna

El discurso, especialmente en la férrea defensa de cómo se ha realizado la evacuación de más de 120.000 personas y en la firme promesa de seguir comprometido con facilitar la salida de los entre 100 y 200 ciudadanos estadounidenses que han quedado en Afganistán, ha sido también un golpe defensivo de Biden ante la avalancha de críticas de ambos partidos, pero especialmente de los republicanos, a una operación que ha sido indudablemente caótica y, para muchos, un fiasco. Se puede interpretar, asimismo, como un claro intento de pasar página y volver a centrarse en las prioridades de la agenda nacional, aunque está por ver que lo haya conseguido o lo vaya a lograr.

Los retos por delante son, además, múltiples. Sin presencia de EEUU en Afganistán con la decisión de funcionar ahora diplomáticamente desde Doha, la capital de Catar, y con los talibanes en el poder, Biden tendrá más difícil enfrentar retos como la que según los expertos es una inminente crisis humanitaria o el potencial resurgimiento del terrorismo. De momento, este martes se ha comprometido a seguir combatiéndolo, especialmente a ISIS-K, responsable del atentado del pasado jueves en el aeropuerto de Kabul en que murieron 13 soldados estadounidenses, a seguir apoyando al pueblo afgano a través de “diplomacia, influencia internacional y ayuda humanitaria” y a seguir hablando por los derechos básicos de los afganos, “especialmente mujeres y niñas”.